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"Uno no puede hacer caso omiso a seis cabros chicos que viven frente al estero"

Casi un cuarto de siglo ha dedicado Gladys Videla, la fundadora del Comedor Solidario Puente Cancha, a darle un plato de comida a quienes -a su juicio- son los más ignorados de nuestra sociedad: las personas en situación de calle. Bajo el lema "donde nada se niega y todo se da", brinda alimento y dignidad a la cara más dura de la pobreza.
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De acuerdo a cifras del ministerio de Desarrollo Social, para junio de 2022 había 19.402 personas viviendo en situación de calle en el país, un aumento de casi un 40% respecto a las cifras de 2018. El Gran Valparaíso ostenta el segundo porcentaje más alto a nivel nacional, solo superado por la Región Metropolitana.

Gladys Loreto Videla González bien lo sabe. Ha pasado sus 70 años de vida en la Ciudad Jardín; por 15, fue voluntaria en el Hogar de Cristo y desde 1999 es la encargada del Comedor Solidario Puente Cancha de Viña del Mar, ubicado en pleno estero Marga Marga. Allí, desde los inicios del proyecto, entrega alimentos, ropa y útiles de aseo a los más necesitados.

Pero su meta no es solo brindar ayuda a adultos y niños en situación de calle, el verdadero sueño de Videla es "hacer visible eso que todos miran y nadie ve". Junto a un grupo de mujeres le hace frente a una realidad que, pese a sus años de voluntariado, no deja de conmoverla: "Uno no puede hacer caso omiso a seis cabros chicos que viven frente al estero", admite.

Tres mosqueteras

Alimentar a decenas de personas no es tarea fácil. Cada día, Videla y sus compañeras ayudan a los más desposeídos, los que algunas veces, en lugar de agradecer, las ofenden o cuestionan.

"Me insultan mucho. No puedo decirle los calificativos que me ponen", relata. Pero sigue ahí, sabiendo que, para muchos de sus beneficiarios, ese almuerzo servido puntualmente a las 13.00 horas, será el único alimento que recibirán en el día.

Porque en su comedor, a nadie se le niega un plato de comida: "Incluso hay gente que tiene casa y va, nosotros lo sabemos, pero en ese minuto necesitan, andan ahí y les dio hambre… Nosotros no cuestionamos, no tenemos por qué", dice.

El número de personas que sobrevive gracias a esta iniciativa es variable, pero reconoce que durante la pandemia llegaron a alimentar a cerca de 150 personas diariamente bajo el lema: "Donde nada se niega y todo se da". Un verdadero matriarcado, pues en su labor la acompañan Marisol, la tesorera y Teresita, la cocinera de esta organización.

Reciben además el apoyo de colegios y universidades, pero siempre faltan manos y donaciones. "Atendemos 90, 100 personas y nunca es suficiente. Nosotros nos las ingeniamos por aquí, por allá y lo logramos hacer. Hoy, por ejemplo, no teníamos carne, entonces vamos a hacer un charquicán sin carne y punto", dice resolutiva.

"La gran mayoría de los recursos, después de la pandemia, ha salido de nosotras. Somos el único comedor que de lunes a sábado entrega comida", cuenta con orgullo mientras se da el tiempo de agradecer los apoyos que les permiten continuar con su labor, "las capillas, los colegios, la gente particular que pasa a dejar ropa, verduras de la feria, en fin, distintas cosas".

Pero no todo es solidaridad; con impotencia denuncia que han sido víctimas de la delincuencia, "nos han entrado a robar mucho, sobre todo la mercadería".

En medio de la adversidad, destaca la ayuda recibida por parte de la nueva administración del municipio viñamarino, "hemos tenido más apoyo que en otras oportunidades, ha habido más preocupación".

No solo de pan se vive

Chile continúa presentando un significativo déficit en su financiamiento de salud mental. El presupuesto fiscal destinado a este ítem apenas alcanza al 2% del total destinado a salud. Una situación que, se estima, afecta a cerca del 20% de las personas que viven en situación de calle.

La cabeza del comedor solidario lo confirma: "Vienen varios esquizofrénicos y hay que estar muy alerta por si presentan sus crisis". Y es que, de acuerdo a datos del Hogar de Cristo y de Fundación Salud Calle, cerca de un 50% de las patologías de los indigentes, están ligadas a la salud mental.

Videla admite que no están capacitadas para actuar frente a estas situaciones, y que se requiere del apoyo del Estado: "Este problema de la gente de la calle no es nuestro… Nosotros lo tomamos porque vemos la necesidad que tienen, pero esto es un problema que debería solucionar el gobierno", afirma.

El principal problema, acusa, es la falta de celeridad de todo un sistema frente a dolencias tanto físicas como siquiátricas: "Necesitamos que el consultorio los atienda sin decir que hay que mandar un WhatsApp y esperar seis meses para conseguir una cita", denuncia.

"Cuando la persona toca fondo, cuando quiere dejar el alcohol o la droga, es ahí que necesita hospitalizarse, no mañana o pasado", asegura. Y sabe de lo que habla, "hemos sacado muchas personas de la calle, del alcohol, de las drogas, pero cuando esa persona pide ayuda, hay que actuar altiro", sentencia categórica.

Información de contacto para quienes deseen colaborar: Instagram, @comedorsolidario_puentecancha/ fono +56 9 9489 8525.