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[Cultura Urbana]

Lobsang Durney: "Quiero valporizar el mundo"

El pintor y arquitecto porteño regresa con "Valporiza2", muestra donde aborda temas como la guerra, la vivienda y los grafitis en su característico estilo.
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Marcela Küpfer C.

"Si voy a Australia y me encantan los canguros, habrá que valporizar un canguro o un koala. Eso hace que sea más entretenido viajar: poder conocer y valporizar las cosas que conoces", dice Lobsang Durney, rodeado de sus más recientes obras en la muestra "Valporiza2", recientemente inaugurada en la galería de arte Bahía Utópica del cerro Alegre.

Allí podemos ver una gaviota, una máquina de coser antigua, una bota militar, la Estatua de la Liberta, la Mona Lisa y un complejo de viviendas con forma de cubo Rubik, todos recubiertos con las características calaminas y escaleras que conforman la particular visión del mundo de Lobsang Durney. Es lo que el artista y arquitecto llama "valporizar": "Significa tomar los elementos típicos de Valparaíso, y sobre todo su piel, que es el ondulado 48 en la calamina, el típico revestimiento de las casas, esa piel y volumetría arquitectónica, y adaptarlos y extrapolarlos primero al animal, pero también puede ser a una máquina, un edifico emblemático mundial… Cualquier cosa puede valporizarse", afirma. "Quiero valporizar el mundo", agrega.

Tras una estadía de casi cuatro años en Barcelona, Lobsang Durney, arquitecto y pintor, retoma su imaginario estético en una docena de obras de distinto formato, donde recurre a los elementos iconográficos y arquitectónicos de Valparaíso, como sus casas apiladas, empinadas escaleras, coloridas calaminas y construcciones en equilibrio para generar diversas citas a la historia, la actualidad y la cultura pop.

"Fueron tres años y medio y esto es una especie de seguir conectando con Chile a través de la pintura. Cuando estés en el extranjero, esa universalidad y todos los elementos que tienes a disposición sirven para llevarlos a lo particular y, en este caso, seguir valporizando, pescar lo que estás viviendo en Europa y valporizarlo. De esa forma sigues repensando la ciudad desde una mirada más global", señala el artista, quien tiene contemplado seguir viviendo experiencias artísticas fuera de Chile, pero sin perder su vínculo con el público local: "Tu pintura es la que viaja, es la que se vuelve universal, le encanta meterse dentro de un tubo, subirse a un avión y viajar", acota.

La guerra

La ineludible temática de la guerra, a propósito de la invasión rusa a Ucrania, se hace presente en la muestra a través de una obra que grafica un calzado militar pisando sobre un campo de lápidas. "No voy a mentir, hay un poquito de miedo, por el tema nuclear y porque estamos cerca", señala Lobsang Durney sobre su reflexión bélica mientras estuvo en España, justo en la época en que detonó el conflicto. "La gente fue muy solidaria con los ucranianos, hay un dejo de tristeza frente al tema y como pintor uno no puede abstraerse de los que está pasando, hay que dejar una huella del tiempo y manifestar esa sensibilidad a través de la pintura y el arte. Sentí que tenía que hacerlo", dice.

Grafitis

La experiencia de Valparaíso como una ciudad sobrecargada de expresiones sobre sus murallas, que transitan entre el muralismo y el grafiti, también queda de manifiesto en la obra "Simbiosos cromoarquitectónica", donde dos latas de spray impecablemente limpias se alzan como construcciones en la ciudad.

"Es tal el efecto del arte urbano que empieza a fundirse con la identidad de Valparaíso, para muchos no sería lo mismos si no fuera con los grafitis o rayados. Algunos son de muy mal gusto o están en ugres inadecuados, pero hay otros que embellecen la ciudad. Hay una hipérbole, una exageración máxima: es tanto el nivel de grafiti que la arquitectura se transformó en una lata de spray", señala Durney.

agencia uno
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Lobsang Durney se declara un artista surrealista.
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El Rayo Review

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Por Juan Riquelme | @jriquelmediaz

Canon EOS R8: para creativos exigentes

Los teléfonos cada vez se esfuerzan más por mejorar sus cámaras, pero siendo sinceros, aún están lejos de lo que puede hacer -en cualquier escenario- una cámara fotográfica semi y profesional. Y es cuando la exigencia se hace mayor, el momento en que derechamente los creativos deben apostar por una inversión que les permita tener muy buenos resultados y adaptarse a las nuevas tendencias de generación de contenido.

Ahí es en donde una opción como la Canon EOS R8 se instala. Durante varias semanas pude probar este dispositivo -valor sugerido $1.699.000- y no solo confirmar cómo Canon sigue siendo líder en materia de fotografía, sino también cómo cada vez crecen más en la integración del video. Pero, por sobre todo, adaptándose a los tiempos en donde todo es para ayer y no quieres nunca parar de acabar da capturar los momentos que serán parte de tus recuerdos o tu trabajo.

Y son justamente estos dos aspectos los que me llamaron la atención. La potencia de la batería que trae consigo la cámara, y el trabajo que han puesto en Canon Connect, la aplicación que permite con un par de clicks -basándose en el traspaso de datos vía Bluetooth y Wifi-, conectar la cámara con el teléfono y transmitir en segundos imágenes y videos listas para editarlas en el teléfono o publicarlas, conservando la calidad que te entrega una cámara.

La EOS R8 es una cámara de cuadro completo con una gran calidad de imagen, incluso con baja iluminación, que además permite hacer seguimiento al sujeto, fotografiando incluso en movimiento. Con un sensor CMOS de formato completo de 24,2 megapíxeles, la EOS R8 garantiza una rápida velocidad de lectura para maximizar su rendimiento avanzado. Además, cuenta con reducción del efecto persiana, permitiendo disparos en serie de hasta 40 fps y una alta sensibilidad de hasta 102.400 ISO.

También está programada con un algoritmo de aprendizaje instintivo de última generación que selecciona automáticamente el tipo de sujeto sin necesidad de cambiar la configuración de detección en el menú, y permite seguirlos mientras se desplazan por el encuadre ya sean personas, gatos, perros, caballos, pájaros, autos, motos, trenes e incluso aviones, gracias a su tecnología Dual Pixel CMOS AF II.

Es tan sencilla, que la experiencia de tomar una fotografía tan simple como la de un bautizo, te será la misma que buscar un objetivo más complejo, o apostar por las estrellas de una noche limpia. La cámara, además, pesa 461 gramos.

El video tiene la capacidad de grabar en 4K a 60p, con sobremuestreo a 6K y grabación de alta velocidad Full HD a 180 fps para cámara lenta. Además incorpora un visor de alta resolución con 2,36 millones de puntos y una frecuencia de actualización máxima de 120 fps, brindando una experiencia visual inigualable.

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