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[Cultura Urbana]

Los espacios de ausencia del pintor Pablo Contreras

El artista exhibe hasta el 8 de septiembre la muestra "Un día de estos…" en la Galería al Cubo de Espacio La Compañía.
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Marcelo Macellari - La Estrella de Valparaíso

"Un día de estos…", así se titula, con puntos suspensivos, la muestra de pinturas que el artista rancagüino radicado en Viña de Mar, Pablo Contreras, exhibe en la Galería al Cubo de Espacio La Compañía, que resulta una invitación a adentrarse en los sugerentes paisajes y objetos que construyen su imaginario visual. "Es un título genérico -explica-, y queda como algo que puede suceder en el futuro, como un anhelo, y también hace alusión a algo que ya pasó. Tiene esa ambivalencia, porque me interesa el juego de un hecho que no se sabe si ya sucedió o está ahí en potencia para ocurrir".

Las obras de Contreras remiten a lugares, objetos, piezas y partes, pero el artista advierte que su pintura está anclada en la práctica del taller: "Mi trabajo en la pintura viene de muchos lugares, pero finalmente se conforma como obra en el taller. Es allí donde una primera idea o imagen se desarrolla hasta llegar a ser una pintura. Si bien el resultado es generalmente algo reconocible, en su esencia es pura abstracción. La pintura tiene una plasticidad muy abstracta y yo trato de respetar eso. Y por muy figurativo que necesito ser, porque a mí me afirma un poco pintar la realidad entre comillas, la pintura en sí es un material abstracto e irrepetible".

El artista agrega que "mis obras hablan también de recuerdos y ficciones. La pintura es el instrumento para apropiarme de una imagen y a la vez alejarme de ella. Algo así como un ejercicio de revelar. La pintura para mí es captar algo para desprenderse, porque son imágenes que viene lugares y a veces de fotos, que utilizo como una herramienta, pero trato de salir rápido de ahí, porque la pintura va dictando otro discurso"

Tierra de sueños

En tanto, la artista visual y arquitecta Francisca Leyton, curadora de la muestra, dice que "lo que se pueden ver son muchas escenas abiertas, pero ningunas tienen personajes, entonces son acciones que pueden suceder en cualquier momento y por otra parte, se va desperfilando la pincelada y aparece una suerte de bruma. Y esa bruma te hace traspasar el umbral que tiene que ver con los sueños. Entonces, en el fondo, a lo que te invita la exposición es a hacer un juego de ir de una imagen a otra, porque son lugares irreconocibles. Nadie puede decir esto es Valparaíso, Viña del Mar, Viena o Nueva York. En ese sentido, tiene una interpretación muy amplia relacionada directamente con los sueños, una segunda vida que uno vuelve a tener y que te despega de la vida terrenal".

Pablo Contreras advierte que "tengo cuadros con personas, porque me interesa mucho la figura humana y las obras de esta exposición tienen que ver con las personas, pero con su ausencia. Siempre vuelvo a los temas clásicos, pero lo que trato con la pintura es llegar a algún lugar, que puede ser un recuerdo, un sueño o un anhelo. Me interesa mucho el tema de los sueños, porque si bien la mía no es una pintura surrealista, me interesa eso un poco ambiguo que a veces lo lleva a uno a un estado de contemplación y profundidad".

Varios de los cuadros de la exposición "Uno de estos días" no tienen bastidor y otros están pintados sobre madera, detalle sobre el cual el artista señala que "cuando empecé pintaba más sobre materiales recuperados, porque tenían una información detrás, porque siempre he pensado que la pintura viene de atrás y uno la tiene que hacer aparecer. Pinto en telas sin bastidor por un tema de composición, porque no tengo idea de que cómo va a quedar finalmente la obra y no me quiero restringir tanto en el formato. Además, quiero mostrar el proceso antes del bastidor y lo que sucede en el taller".

En las obras de Pablo Contreras hay colores, pero como él señala, "siempre tienden a irse al gris, porque no confío en la pintura recién salida del tubo". Y respecto al uso de la luz, comenta que "ocupo fotos y a veces puede coincidir el motivo, pero la luz nunca es la de la foto, porque trato de salir de esa imagen. Por eso es un trabajo muy de taller, en el cual pinto y quito. Pinto harto, porque todos los días voy al taller".

La exposición "Un día de estos…" estará abierta hasta el 8 de septiembre en la Galería Al Cubo del Espacio La Compañía (Eusebio Lillo 409, Valparaíso), en los siguientes horarios: lunes a viernes: 10.00 a 18.00 horas.

En Serie

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por Marcela Küpfer C.

Una comedia genial

Una sorpresa divertida, refrescante, original y auténtica resultó la serie "Fisk", una comedia australiana de apenas seis capítulos de corta duración, recientemente estrenada en Netflix.

Esta comedia de oficina ambientada en Melbourne tiene como protagonista a Helen Tudor-Fisk, una abogada que ya pisa los 50, recién divorciada de un escritorcillo fracasado y que vive con su perro en un Airbnb. Es talentosa en su profesión, pero tiene cero habilidades sociales y, francamente, es un poco misántropa. Tras ser despedida, va a dar un bufete de abogados de medio pelo, especializado en testamentos y herencias. Lo encabezan los hermanos Gruber: él, un abogado mediocre y malo para el trabajo; y ella, una jurista de apariencia ochentera que acaba de ser temporalmente suspendida. A ellos se suma el "webmaster", un jovencito que oficia de asistente y que poco le pega al trabajo.

La influencia de la "comedia incómoda", inmortalizada por Ricky Gervais en esa joya que es "The office" (la versión inglesa), es evidente en esta serie y otras de oficina, pero "Fisk" busca un camino propio, que no exacerba la incomodidad sino más bien la mediocridad de los personajes, pero sin llegar a resultar detestables. De hecho, caen simpáticos al desplegar sus defectos con total naturalidad, sin reparar en cómo son vistos por los demás.

Así, resulta hilarante ver a Helen intentando empatizar con los deudos de los recién fallecidos sin tener ni la más mínima habilidad social, al jefe Gruber recalentando en el microondas el café barato de un dólar o el webmaster investigando en un libro impreso sobre la "dark web".

Los personajes secundarios son hilarantes, como un par de clientas rusas del bufete que roban todo lo que encuentran a su paso o un acosador que insiste en ser el hijo biológico de una celebridad recién fallecida.

"Fisk" funciona porque, a pesar de que todos fallan, las cosas resultan a su manera. También porque el creado sabe crear complicidad con el espectador, reiterando detalles y temáticas que reaparecen de un capítulo a otro, lo que permite crear una atmósfera, un pequeño universo consistente cuyos guiños se hacen reconocibles para quienes los habitan. Uno de estos guiños lo constituye el horrendo traje de color café que Helen viste todos los días. Su ropa siempre está presente en la producción de la comedia, ya sea a través de un comentario, un equívoco o una mirada, que preparan el ambiente para el desopilante desenlace del vestuario con que termina la serie.

"Fisk" tiene la habilidad de convertir la incompetencia en un gatillante de la comedia. Refresca el género con humor bien hecho, cómplice, inteligente y que deja con ganas de más.