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Macarena Cabrillana: "La salud mental es tan importante como la física"

A los 16 años, tras sufrir una depresión, intentó quitarse la vida. Sin embargo, el destino le tenía guardada una segunda oportunidad: el tenis en silla de ruedas. El deporte le devolvió la alegría y la confianza en sí misma; así descubrió que su talento y pasión estaba en las canchas. Hoy, es una de las mejores jugadoras del mundo en su categoría, ocupando el puesto 17 en el ránking de la ITF (Federación Internacional de Tenis).
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Macarena Cabrillana fue la primera tenista en silla de ruedas en competir en un Grand Slam en el Australian Open y eso fue solo el comienzo de una historia de sacrificio pero también de muchos triunfos. En los Parapanamericanos del 2019 ganó medalla de plata, en los juegos Sudamericanos de Santiago obtuvo bronce en singles y oro en dobles. Ha obtenido también títulos en el Róterdam Open, en el Gustavo Kuerten de Brasil, en el Cañuelas Open de Argentina y en el Chilean Open, entre otros. Su compañera en todos estos logros ha sido su silla de ruedas.

Este implemento la acompaña desde los 16 años, cuando producto de una multiplicidad de dolorosos factores, intentó quitarse la vida. Pero sobrevivió y aprendió a darle un nuevo sentido a su historia, marcada por la paraplejia lumbar en la vértebra L3.

Inspirada en jugadores como Rafael Nadal y Nicolás Massú y bajo la dirección técnica de Doris Gildemeister, ahora se prepara para competir representando a Chile en la séptima versión de los juegos Panamericanos.

La inclusión es un tema central para la tenista, quien destaca cómo las nuevas generaciones han avanzado mucho más en esta materia. "La gente más joven lo ha ido entendiendo. Tenemos una condición diferente, así como hay personas altas, pequeñas, gorditas, flacas… Son solo diferencias físicas", y eso, dice, lo aprendió en la Teletón.

"Siempre le digo a la gente que, antes de criticar, dé una vuelta por los institutos, tenemos por todo Chile. Es gratis, puedes entrar, mirar, relacionarte con las familias, preguntarles… La labor que se hace es muy bonita y muy grande. Mi primera silla de ruedas me la dieron sin pedir nada a cambio", recuerda.

La tenista también se refiere al debate sobre la posibilidad de que la Teletón pase a manos del Estado: "Para qué nos vamos a engañar, sabemos que al Estado ni siquiera le da para organizar los hospitales y consultorios (...) Tengo serias dudas de que si fuera una entidad estatal, podría tener siquiera el mismo éxito que hoy", opina la deportista.

En ese mismo sentido denuncia la ausencia de políticas públicas que apoyen las etapas iniciales de la carrera deportiva, pues la ayuda recién aparece junto con los resultados: "El Estado llega cuando ya hay logros, cuando ya estás en su peak, cuando conseguiste una medalla en un Sudamericano, pero en toda la etapa de formación, que pueden ser 10 o 15 años, sencillamente no está", acusa.

Lesiones más que físicas

Pero la tenista tiene otra gran bandera de lucha: la salud mental. Para ella, todo deportista de alto rendimiento debiera contar con la atención de psicólogos deportivos, pues, a su juicio, ahí radica la clave del éxito "son ellos quienes te dan las herramientas para manejar esa presión". Pero reconoce que, lamentablemente, se imponen los prejuicios: "El llamado a los deportistas es que exijan, pero muchas veces da vergüenza. Todos somos seres humanos, tenemos altos y bajos; es momento de empezar a cambiar un poco esa mirada".

A su parecer, se trata de una deuda nacional no solo vinculada a lo deportivo, pues Chile tiene "un grave problema en cuanto a salud mental (…) Tiene que ser un tema de salud pública general y yo creo que ahí nos falta muchísimo. La salud mental es tan importante como la física", sostiene. Admite, desde su experiencia, que la adolescencia es un periodo especialmente complejo al que "aún no le damos la importancia que necesita".

Un legado

"Tengo 31 años… Me preocupa lo que viene después de la carrera deportiva. No tenemos nada de verdad; por ejemplo, no podemos acceder a un crédito hipotecario para comprar una casa porque no tenemos contrato", dice.

Sin embargo, Cabrillana no pierde la ilusión de seguir vinculada al deporte que ama: el tenis. "Es mi pasión que me vuelve loca (...) Siento que tengo mucho que enseñar, que pasar a otras generaciones y no quiero que eso se pierda", asevera.

¿Su sueño? Dejar un legado para las futuras mujeres deportistas paralímpicas, abrirles el camino: "Quiero quedarme tranquila de que hice todo lo que estaba a mi alcance; quiero que una chica que venga más atrás consiga algo mejor que yo", concluye.