Escritor se adentra en la Guerra del Pacífico
"Aguafuerte", del novelista y guionista Simón Soto, se ambienta en noviembre de 1879 para narrar la aventura de una singular patrulla que se interna en el desierto en busca de un elixir.
Joaquín Escobar - La Estrella de Valparaíso
La Guerra del Pacífico, específicamente la campaña terrestre que arranca con la toma de Pisagua, en la Región de Tarapacá, es el escenario elegido por el escritor chileno Simón Soto para ambientar su nueva novela, "Aguafuerte", una suerte de aventura bélica y western donde cuatro soldados se internan en el desierto en busca de un misterioso elixir que se supone fluye en manantiales subterráneos.
El autor de "Matadero Franklin" y guionista de series y teleseries de ficción apuesta a un relato cinematogáfico para esta novela, donde confluyen influencias desde "Rescatando al soldado Ryan" -por el desembarco anfibio que significó la toma de Pisagua- hasta el exitoso western "Deadwood", creado por David Milch.
"Lo cinematográfico es algo que siempre se observa en mi trabajo y es algo de lo que no puedo escapar", dice Soto, "evidentemente ahí se destila mi otra militancia, el guionismo. Para mí es importante no solo la novela como género bélico y la crónica, sino también el cine. Por ejemplo, el desembarco de Pisagua yo quería que se sintiera muy próximo al desembarco en el soldado Ryan; también me gustan mucho las películas sobre el Che Guevara que hizo Steven Soderbergh y me gusta mucho sobre todo la primera, por la toma de la Sierra Maestra y la figura del Che leída desde el género bélico".
-Sabemos que para escribir "Matadero Franklin" tomaste clases de cueca y visitaste lugares propios de esa zona. Para la construcción de "Aguafuerte", ¿cuál fue el proceso investigativo?
-Estudié historiografía militar, las campañas militares, específicamente un libro de Francisco Machuca en que escribió detalladamente las cuatro campañas terrestres de la Guerra del Pacífico, y las que más estudia es la campaña de Tarapacá que es la que yo abordo en el libro. También leí diarios personales, bitácoras, cartas, etcétera. Fue un proceso bien largo, de más de ocho años; me tomé todo el tiempo que consideré necesario.
-Me parece que es muy mezquino decir que "Aguafuerte" es una novela sobre la Guerra del Pacífico. Acá hay un ejercicio literario mayor que retrata las migraciones del campo a la ciudad, la trata de personas desde el puerto de Cádiz, la vida de los trabajadores santiaguinos en el siglo XIX, las enfermedades de transmisión sexual e incluso una cultura culinaria que narraba los tejidos de un país. Acá hallamos la vida del ciudadano, la existencia de las personas comunes y corrientes.
-Es mucho más que una novela de la Guerra del Pacífico, eso me interesaba como contexto o telón y como punto de partida, pero a medida que fui involucrándome en la novela me di cuenta de que el material se iba despegando del hito histórico hacia otros caminos y tránsitos literarios. Para que eso funcionara y no fuera solo una pelada de cables, una cosa performática en términos de escritura, me interesaba mucho fundar con vigor el arranque de la guerra, yo quería que eso fuese el contrato tácito con el lector. Para que el lector siguiera creyendo en la novela como artefacto narrativo, el arranque tenía que tener mucha verosimilitud.
-¿Cómo se eligen las palabras con las cuales trabajar un periodo histórico? Hay vocablos que en ciertas épocas no existían, por lo mismo, ¿cómo se construye esa batería de palabras que se pueden o no utilizar?
-Es prácticamente imposible comprender el léxico, el habla, la terminología de épocas pretéritas; hay registros en juicios, actas, cartas, en la misma literatura, pero igual es imposible palpar la soltura y la autenticidad que adquiere el lenguaje en la boca de las personas, sobre todo en la boca del pueblo común. Entonces para eso yo creo que uno inventa un léxico, una sintaxis y una determinada terminología (...) Junto términos míos propios, que escucho en la calle, que escucho a los viejos, palabras que recuerdo de mis abuelos, y así construyo esos términos, esa habla. Uno construye una ilusión del habla.