"Las dunas fueron un gigante de arena subvalorado durante mucho tiempo"
El historiador Gonzalo Serrano, autor del libro "Álbum gráfico de Concón", recuerda cómo eran las casas de veraneo en el borde costero, en contraste con el actual desarrollo inmobiliario , consolidado a punta de edificios levantados en las dunas. "En torno a la costa, se construía solo en los lugares donde había rocas o tierra firme", señala.
Las dunas de Reñaca y Concón no siempre fueron como lucen hoy. Su origen se remonta al "período cuaternario, cuando la erosión eólica modeló la superficie rocosa del lugar", según detalla la ficha del campo dunar en el Consejo de Monumentos Nacionales. A diferencia de otras dunas, estas no fueron formadas por la arena del mar; incluso se ubican sobre el nivel del océano, en una plataforma ubicada a unos 30 metros de altura. Se estima que la arena provino de lechos de esteros cercanos y que su particular forma, que hoy casi no podemos distinguir ante la explosión de edificios en el sector viñamarino del campo, fue esculpida por antiguos proceso geológicos y por la erosión del viento.
En las últimas semanas, el tema de las dunas ha vuelto a estar en la palestra, debido a la ocurrencia de dos gigantescos socavones que abrieron sendas cicatrices en las dunas y que mantienen cuatro edificios con orden de evacuación preventiva, ante el peligro que revisten estas aberturas en el terreno.
De forma inesperada, los socavones nos hicieron volver a pensar en el uso que se le ha dado a las dunas, donde decenas de proyectos inmobiliarios se levantan en forma de torres o terrazas sobre el campo dunar, justo hasta el límite de la zona que pudo ser protegida como Santuario de la Naturaleza (21,6 de 45 hectáreas en total).
No obstante, este paisaje recargado de edificios montados sobre la duna no siempre fue así. Y si bien el borde costero de Viña y Concón siempre tuvo un uso recreativo y de balneario, el tipo de construcciones levantadas desde comienzos del siglo XX dista mucho del modelo actual.
Bien lo sabe el historiador y académico de la UAI, Doctor en historia y autor del libro "Álbum gráfico de Concón".
-El paisaje del borde costero entre Reñaca y Concón ha sido objeto de un gran desarrollo inmobiliario en las últimas décadas, ¿Cuál era el aspecto de este sector antes del boom inmobiliario? ¿Había sectores habitados y con qué tipo de construcciones?
-El desarrollo inmobiliario de este último tiempo ha sido muy veloz y ha ido de la mano con la transformación de Concón en un nuevo polo de crecimiento como antes lo fue Valparaíso en el siglo XIX y Viña en el siglo XX. Antes de este boom, lo que uno observa es que, en torno a la costa, se construía solo en los lugares donde había rocas o tierra firme, o en un sector más allá de las dunas, arriba de Playa Negra. Respecto a las casas, uno puede ver distintos tipos de construcciones. Algunas de madera, típicas de veraneo, muy básicas, y otras de cemento bastante más sofisticada. Desde el inicio hubo un pecado original, en el sentido de que cada uno construía como quería o como podía, sin ningún criterio ni uniformidad, siempre siendo el principal objetivo el de un uso como balneario o segunda vivienda. Sigue siendo así, un gran porcentaje de los que tienen esas casas o departamentos de lujo, no vive ahí.
-¿Cuál fue la importancia histórica del campo dunar Viña-Concón? ¿Era valorado como un bien natural por la comunidad?
-Las dunas fueron un gigante de arena que fue subvalorado durante mucho tiempo y eso explica que las posiciones respecto a la construcción en ellas hayan sido muy tibias en un comienzo. Hoy todos se ven sorprendidos, como si eso hubiese aparecido de la noche a la mañana. Pero la verdad es que la conciencia ambiental es algo nuevo. Es más, las dunas se ocupaban como un lugar para pasear, pero también para ir a tomar o jeepear. Todo lo que se hacía y se consumía era basura que quedaba enterrada en la arena. Y a nadie le importaba.
-El camino costero fue una hazaña en su momento, ¿qué rol tiene hoy habiendo otras vías de conexión por la parte alta?
-Tal como lo estudió Rodrigo Booth, este fue el primer camino turístico de Chile, es decir, una ruta que valía en sí misma y no como una conexión entre dos puntos. La visión que tuvieron las autoridades a inicios del siglo XX de aprovechar ese potencial, se ha perdido, no solo por la falta de una línea homogénea de desarrollo, sino porque no se ha logrado concretar como un paseo moderno y seguro para salir a correr o andar en bicicleta.
-A propósito de lo sucedido en Viña del Mar, junto al campo dunar de Concón, ¿cuál es tu opinión del desarrollo inmobiliario en esa zona?
-Lo más fácil es culpar a las inmobiliarias, pero hay que reducir el déficit habitacional; en esta línea, la principal responsabilidad es de las autoridades de no ponerle límites a las constructoras y de nosotros, los ciudadanos, por aceptarlo. De igual forma, hay culpa del Estado. Quedó claro que no basta con asegurar las bases de un edificio, sino también hay que velar por el entorno. Esta es una primera señal de alerta, de algo que va a empezar a extenderse a otras construcciones que, aunque no están en arena, desafían la lógica y el sentido común.
"Desde el inicio hubo un pecado original, en el sentido de que cada uno construía como quería o como podía, sin ningún criterio ni uniformidad".