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Los duros años de exilio de Miguel Grau en Valparaíso

El capitán del monitor Huáscar, quien ha sido considerado el "Caballero de los Mares" y el "Peruano del Milenio", vivió un tiempo, antes de la Guerra del Pacífico, en nuestro puerto.
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Juan Guillermo Prado - La Estrella de Valparaíso

El pasado 8 de octubre se celebró un aniversario más del combate naval de Angamos, ocurrido en el transcurso de la Guerra del Pacífico, en 1879. Fue el fin de las correrías del monitor Huáscar y de su comandante Miguel Grau, quien meses antes, el 21 de mayo, había hundido a la corbeta Esmeralda, comandada por Arturo Prat.

En 1865, años antes del conflicto que enfrentó a Chile con Perú y Bolivia, estalló una guerra civil en su tierra natal. Grau, al mando de la corbeta Unión, venía desde Inglaterra y el 6 de julio de ese año fondeaba en Valparaíso. Grau anunció que se sumaba a las fuerzas revolucionarias de Mariano Ignacio Prado. Su padre Juan Manuel vino a Chile para entregarle un mensaje personal del presidente Juan Antonio Pezet para que se mantuviera fiel al régimen constitucional. Grau rechazó la solicitud y se mantuvo rebelde. En tanto su progenitor, enfermo, falleció al poco tiempo en Valparaíso, el 30 de noviembre de 1865.

Sobre la estadía de Miguel Grau en Valparaíso, entrevistamos al economista Pablo Adolfo Bazzurro Zapata, autor del texto "Miguel Grau Seminario, su relación con Chile", quien señala: "En la época prevalecía una actitud hospitalaria, en espíritu aliado fortalecido por la memoria de la batalla de Yungay y de antes, cuando argentinos, chilenos, ingleses y peruanos navegaban en la misma escuadra libertadora a órdenes de Lord Cochrane".

-¿Qué hizo Miguel Grau en Valparaíso?

-No fue fácil su vida. Tenía 24 años, estaba proscrito en el extranjero, su cabeza a precio, un solitario que paseaba la escollera de Valparaíso viendo zarpar buques que lo dejaban en el olvido. Había dejado de ser Grau, alférez, segundo jefe de una fragata rebelde para escapar, capitulado, sin uniforme ni rango, sin mañana ni memoria, la familia mutilada y estaba resignado. Tenía una alcoba grande en la segunda planta de una pensión peruana. Muchos peruanos emigrados se habían instalado en Santiago. Sin embargo, Grau rehusó viajar hasta allá. En las reuniones de peruanos en Valparaíso escuchaba a Grau discutir sobre la legalidad de los gobiernos. Allí estaba con otros marinos exiliados, que preferían Valparaíso, donde podían visitar los vapores que recalaban en el puerto. Finalmente, se embarcó de regreso a su tierra natal.

-¿Cuándo retornó a la Marina peruana?

-Se embarcó en una nave mercante en Valparaíso. Tuvo cuidado de no mostrarse en las escalas intermedias. Aunque tenía un pasaporte expedido por el cónsul peruano en Valparaíso y no se considerase un perseguido, desconfiaba del gobierno. Aunque había quedado atrás en la carrera naval, Miguel Grau se reincorporó a la Marina de Guerra con el grado de teniente segundo y, gracias al aprecio que le tenía el contralmirante Domingo Valle Riestra, con quien había navegado en la nave rebelde Apurímac y que ahora se desempeñaba la Comandancia General de la Marina, y al buen concepto que le profesaba el capitán de navío José Silva Rodríguez, su antiguo comandante y ahora mayor de Ordenes de la Escuadra, pudo volver al servicio el 31 de agosto de 1863. En el trascurso de la guerra contra España, en 1866, en el combate de Abtao, los héroes Arturo Prat y Miguel Grau combatieron en forma conjunta contra la armada hispana.

-¿Cuándo Miguel Grau fue comandante del monitor Huáscar?

-En 1867, Grau pidió licencia para trabajar en la marina mercante. Fue capitán en los navíos de la Compañía Inglesa de Vapores. Una nueva revolución en su país y Grau fue llamado a reincorporarse a la marina. El 27 de febrero de 1868 fue nombrado comandante del monitor Huáscar, con el grado de capitán de fragata. Sin embargo, abandonó la Marina y en 1872 fue elegido diputado suplente por Paita. Al concluir la legislatura, retornó a Valparaíso para traer restos de su padre. Lo acompañaba su hijo Miguel Gregorio, de ocho años de edad, quien trágicamente falleció en el puerto como consecuencia de un accidente. Cuando en 1879 estalló la Guerra del Pacífico, se reincorporó a la Armada y volvió al mando del Huáscar, navío que se enfrentó a las naves chilenas. En los combates de Iquique y Angamos. Al fallecer sus restos fueron enviados a Valparaíso. El capitán de fragata Óscar Viel, quien era concuñado de Grau, obtuvo del gobierno Chile el permiso para sepultar sus restos en el mausoleo de su familia en Santiago, donde estuvieron hasta 1890, para volver al Perú, donde finalmente fueron depositados en la Cripta de los Héroes de la Guerra del Pacífico, en Lima.