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[Cultura Urbana]

Académica estudia la cultura "underground" del casete en Chile

Proyecto Fondecyt titulado "Culturas del casete: tecnología, escucha y participación" de la docente del Instituto de Música de la PUCV, Laura Jordán analiza este objeto en el contexto de realización de intercambios culturales.
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Redacción - La Estrella de Valparaíso

Cassette significa "cajita" en francés y se refiere al envase que contiene dos pequeñas bobinas con una cinta magnética que las conecta. Entre los 70 y los 80, los casetes reinaban en el mundo de la música. A diferencia de los discos de vinilo, se podían llevar en mochilas y bolsillos para compartirse y resistían las complejidades de cada viaje dentro de un personal estéreo.

Esta tecnología además permitía a los melómanos elaborar sus propias recopilaciones, antecesoras de las actuales listas de reproducción en internet. La masificación del disco compacto (CD en inglés) en los años 90 llevó a la extinción del casete de las estanterías, sin embargo su presencia vuelve con otros objetivos.

La profesora del Instituto de Música de la PUCV, Laura Jordán, se adjudicó este año el proyecto Fondecyt titulado "Culturas del casete: tecnología, escucha y participación", iniciativa que analiza este objeto en el contexto de realización de intercambios culturales en comunidades culturales específicas, así como para el desarrollo de prácticas individuales de escucha que comprenden diversos fines (diversión, contemplación, documentación y comunicación con otras personas).

"Lo que intentamos es dar cuenta de las distintas historias y usos que tiene esta tecnología de grabación en Chile. El proyecto contempla una parte histórica sobre el uso del casete en los años 70 y 80, como también durante la dictadura, sobre todo en un contexto político, vinculado con actividades de resistencia, clandestinidad, el vínculo con las comunidades en el exilio y llegaremos a las culturas actuales del casete, que es un dispositivo que se está volviendo a utilizar", indicó.

La profesora Jordán se encuentra investigando el archivo personal del grupo Quilapayún junto al estudiante de postdoctorado PUCV Javier Rodríguez. Este material es custodiado por la Católica de Chile en Santiago, el que cuenta con una amplia colección de casetes, donde existen algunas cartas sonoras y registros de ensayos, apariciones en la televisión francesa e intercambios de grabaciones entre la agrupación y el conjunto Ortiga, donde se van narrando aspectos sobre la Cantata de los Derechos Humanos que se compuso en 1978 y se grabó en 1979.

"El casete también se usaba como medio de comunicación y para coordinarse entre los conjuntos. Algunos se grababan en casete y se demoraban mucho en contestarse, en un contexto de exilio, donde había que cruzar el océano Atlántico. Hay un aspecto interactivo valioso del casete", complementó la investigadora.

Próximamente, se trabajará con el fondo documental del sello "Raíces" que está alojado en la Biblioteca Nacional de Chile y en marzo del próximo año arribará el etnomusicólogo peruano Julio Mendívil para abordar los distintos usos del casete, compartiendo una experiencia similar a la nuestra en el contexto de la Nueva Canción Chilena.

El proyecto de la académica pone atención a tres temporalidades posibles: una mirada al pasado, al presente y finalmente una exploración a la relación entre ambas, a través de la puesta en valor de colecciones privadas. "Como hipótesis principal se considera que el casete ha jugado un rol importante en prácticas musicales independientes en Chile, tanto profesionales como aficionadas, gracias a sus características materiales: bajo costo, portabilidad y ductilidad", concluyó la profesora.

Critica de Arte

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Daniel Santelices

Juan Delsante en Valpo

Juan Ayala dice de este escultor: Cuida todo, lo vigila, incluidos, los venires y devenires artístico creativos, que lo asaltan y acechan a cada momento. Como Curador ha estado siguiendo detenidamente el proceso con el cual Delsante aprisiona las formas que concibe y plasma en materiales en los que están presente, conjugándose e interactuando, metal y madera. Asimismo, conceptualmente concebido a partir de convicciones de la razón de ser por las que se centra en una creación. De allí que Juan dice y que Carla Delsante Tapia sintetiza: Creamos para expresarnos, creamos para compartir, creamos por la necesidad de aproximarnos a lo incierto en un acto ingenuo y lleno de valentía, ya que crear es confrontar el misterio de la vida, aproximarse a lo sagrado, a la totalidad. Crear es confrontar interrogantes sin respuestas, y aún, necesarias para vivir y sentir el goce de lo vívido, en todos los sentidos, incluso en aquellos más dolorosos en el conflicto. Una labor que nos fascina como especie desde la prehistoria. Por otra parte, es relevante señalar el proceso formativo de este escultor. Primero en la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso, 1971-1974, y la Universidad de Chile, 1975-1978. En aquellas, se ha dado que la formación siempre implica que la Escuela marca con un sello, y el desafío es re-originar ese sello, ya sea negándolo o ratificando, consciente que, de no hacerlo, se produce un academicismo como ya en parte ha sucedido con el arte conceptual, inconcebible aún en la postmodernidad. La Universidad de Chile le permitió ampliar el marco teórico y otras prácticas escultóricas, que hoy confluyen en una obra sólida en su fundamentación y en el acabado oficio de la Escuela. Las seis obras que se presentan en la Sala Lucrecia Acuña D., del Instituto, conjugan el espacio translúcido de ésta con una instalación en donde todo ha sido exhaustivamente cuidado: desde el plinto donde se instala cada escultura, hecho para esa obra en especial, lo que realza su factura e invita al espectador a girar en torno de ella en como debe ser observada: girando alrededor en 360 grados. Así nos encontramos con las obras de las que podemos deducir un factor que las une en su concepción, entre otros, y que es la tensión que crea desde la dualidad, en las diferentes obras, ya sea en los puntos de encuentro en que se unen sin llegar a estar en contacto. Y es también lo que advierte Carla: dualidad transfigurada en el metal y madera que en su obra simulan una ductilidad frágil y al mismo tiempo emergen en su dureza.

Nombre: Instituto Chileno Norteamericano de Cultura

dirección: Esmeralda 1069, Valparaíso