El rabel, un instrumento con raíces muy profundas
Utilizado desde tiempos de La Quintrala, ha sido un elemento clave en la música tradicional, poco conocido, con un sonido tenue y áspero.
Juan Guillermo Prado O. - La Estrella de Valparaíso
Cuando señalé que tenía interés en escribir sobre el rabel, un antiguo instrumento musical de cuerda, un profesor algo confundido me aseguró que con ese instrumento se interpreta el bolero de Ravel.
En estos días en la centenaria sede Sociedad Chilena de Historia y Geografía un grupo de jóvenes rabelistas, dirigidos por Ignacio Reyes, dará un recital.
Este instrumento es similar al violín, tiene una caja acinturada, un mástil corto y tres cuerdas que, al ser frotadas por un arco de madera y crin, producen un sonido tenue y áspero. Se toca, con el ejecutante sentado, apoyándolo sobre el muslo o entre las piernas.
Sobre este ignoto instrumento que llegó a Chile en plena conquista, conversamos con el profesor Heriberto Muñoz, quien además de interpretar rabel, toca guitarra, charango y otros instrumentos de cuerda.
-¿En qué zonas del país se encuentra este instrumento?
-Según fuentes bibliográficas, su dispersión y uso en nuestro país abarcó desde el Norte Chico, hasta la Región del Biobío. Algunos afirman también su presencia en Chiloé, pero eso es otra historia. Allí tenemos violines, es decir, instrumentos, que, si bien presentan distintos tamaños, corresponden a la forma y estructura básica del violín y sus respectivas cuatro cuerdas. Volviendo a nuestro tema, el rabel, se usó por más de tres siglos en la cultura popular de tradición oral chilena, en contextos festivos y rituales, por cantoras y poetas populares. Está documentada su participación en los funerales de Catalina de los Ríos y Lisperguer, más conocida como la Quintrala, en el año 1665. A pesar de su dilatada presencia en nuestra cultura tradicional, solo existe un solo antiguo registro de su sonoridad, dado a conocer en la serie Antología del Folklore Musical Chileno, en el disco "Maule", grabado el año 1965, producido por el Instituto de Investigaciones Folklóricas de la Universidad de Chile.
- ¿Qué intérpretes destacados hay del rabel en Chile?
- Antes de mencionar a sus destacados y meritorios intérpretes, debemos señalar a quien ha sido una figura central en la difusión y enseñanza de este instrumento, Arturo Urbina Díaz, académico e investigador formado en el ya legendario conjunto "Cuncumén", quien ha contribuido a la revitalización y puesta en valor del rabel, formando nuevas generaciones de entusiastas músicos y docentes. Un botón de muestra: junto al recordado maestro, músico y guitarronero, Francisco Astorga, implementan la cátedra de instrumentos tradicionales chilenos en la UMCE (Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación), surgida del antiguo Instituto Pedagógico, dictando, entre estos, la asignatura de Rabel Chileno. En su producción discográfica, destaca el excelente "Rabeleando" (2010), junto al Estudio Pillay, un conjunto de piezas de la tradición popular, relevadas por la sonoridad dulce y rústica de nuestro instrumento. Entre las nuevas generaciones destaca el proyecto "Ensamble de Rabeles", agrupación formada por Magdalena Espinoza, Danka Villanueva e Ignacio Reyes, rabelistas que dan vida al disco "Rabeldes" (2021), una reinterpretación de la música tradicional y de autor, en colaboración con destacadas voces de la composición y de la escena popular tradicional, que explora las posibilidades sonoras de tres rabeles en conjunto. Primero, tenemos que detenernos en la antigua práctica de este instrumento en su contexto social original ligado a lo rural. Allí, fue usado por las cantoras y sus repertorios de tonadas y música para danzas en contextos festivos, junto a la guitarra, o a la agrupación de guitarra y arpa. También fue participante en el canto a lo poeta, como instrumento acompañante a las entonaciones a lo divino y a lo humano.
- ¿Por qué sería una moda la interpretación del rabel?
- Quizás sea más que una moda, si se tiene en cuenta que el interés en su estudio, interpretación y divulgación, lleva más de 30 años. Se trata más bien de un paulatino trabajo de revitalización identitaria, que ha hecho eco en las generaciones actuales, tal como ha ocurrido con el interés por la recuperación de las afinaciones campesinas de la guitarra, o con la cueca brava y sus espacios de expresión.