Neruda y los pájaros
Viajero por el mundo, el poeta Pablo Neruda asiste en 1962 a una ceremonia en Moscú en la que el gobierno ruso les entregaba una medalla a dos cosmonautas que volvían del espacio. Más tarde, a su regreso a Chile, recuerda su viaje y repasa las visiones de paisajes y lugares. Con su lapicera Montblanc de tinta verde turquesa escribe mirando el mar en su casa de Isla Negra: "El oficio de poeta es, en gran parte, pajarear. Precisamente por las calles de Moscú, por las costas del Mar Negro, entre los montañosos desfiladeros del Cáucaso soviético, me vino la tentación de escribir un libro sobre los pájaros de Chile". Entonces, escribe poemas de nueve sílabas sobre la garza, la gaviota, la golondrina, el tordo, el chincol, la perdiz, el zorzal, el queltehue. Son pájaros que ha visto en los bosques sureños y en sus viajes por el país.
Pero Neruda no solo escribió sobre las aves de Chile sino también sobre los pájaros de Venezuela. En las riberas del río Orinoco vio pájaros carpinteros de cabeza roja, turpiales de plumaje anaranjado, vencejos de plumaje gris, colibríes veloces. En su poema "Oda a las aves del Caribe" escribe: "Oh, aves, piedras preciosas del Caribe, / quetzal, rayo nupcial del Paraíso, / pedrerías del aire en el follaje, pájaros del relámpago amarillo / amasados con gotas de turquesa / y fuegos de desnudos cataclismos".
Recorriendo la sabana tropical observa las bandadas de pájaros de plumaje rojizo que cruzan el cielo en medio de la selva. Es una fiesta de color y movimiento. Escribe: "Porque las garzas rojas me cruzaron: / iban volando como un rojo río/ y contra el resplandor venezolano/ del sol azul ardiendo en el zafiro". Tanto le gustan estos pájaros que se trae un "corocoro" embalsamado. Es un ibis de color rojo rubí, encerrado en un estuche de cristal que cuelga con las alas extendidas en el comedor de su casa de La Sebastiana en el cerro Florida de Valparaíso.
Esta casa tendrá especial significado para el poeta pues allí le confesó al doctor Francisco Velasco que vivía en el primer piso, con su mujer María Martner, que le gustaría reencarnarse en un ave, más específicamente en un águila.
Velasco queda sorprendido con la afirmación. Más tarde, en su libro "Neruda, el gran amigo", el médico cuenta que tras la muerte del poeta el 23 de septiembre de 1973, a los 69 años, su viuda Matilde Urrutia vino a cerrar la casa de La Sebastiana. Pasaron unos días y de pronto un joven del vecindario que les ayudaba en las tareas domésticas, vino a alertar al doctor Velasco porque había escuchado ruidos extraños en la parte alta de la casa, precisamente allí donde Pablo Neruda contemplaba el mar y escribía sus poemas. Subieron a ver de dónde provenían esos ruidos y se encontraron con un águila encerrada que aleteaba y pugnaba por salir. El doctor Velasco le abrió los ventanales y el ave salió volando hacia el cielo de Valparaíso. Entonces pensó que era el alma de Pablo Neruda que vino a despedirse de su casa, cumpliendo su deseo de reencarnarse en un águila, aunque los más escépticos dirán que se trataba de un águila encerrada pero ¿cómo llegó hasta allí si su viuda fue a cerrar la casa días antes? Tratándose de la vida o la muerte de un poeta, hay que darle a este hecho una interpretación poética.
Abro uno de sus libros y leo: "Me llamo pájaro Pablo, /ave de una sola pluma, / volador de sombra clara/ y de claridad confusa, / las alas no se me ven, / los oídos me retumban/ cuando paso entre los árboles/ o debajo de las tumbas/ cual un funesto paraguas/ o como una espada desnuda, / estirado como un arco/ o redondo como una uva…".
El libro con los poemas ordenados en forma alfabética se publica en 1967 con ilustraciones de Nemesio Antúnez, Mario Carreño, Héctor Herrera y Mario Toral. Es un libro para bibliófilos, de edición limitada. En 1973 aparece una edición comercial en editorial Losada de Buenos Aires con las ilustraciones de Hugo Escámez que iban a acompañar la edición original. Luego la colección de poemas se integró a las "Obras Completas".