"Archivo Nómada": la apuesta de una bibliotecóloga porfiada
El proyecto de la porteña Angely Arancibia es ambicioso, pues recupera fotos en blanco y negro, videos, cartas, documentos y viejos billetes para que la memoria no se arranque de Valparaíso.
Ximena Ceardi - La Estrella de Valparaíso
Desde hace diez años Angely Arancibia no para. Por eso le queda bien el nombre de "Archivo Nómada" a su proyecto, con el que ha querido acercar la historia de los territorios porteños a quienes los habitan.
Plazas, hogares de ancianos, colegios, casas y hasta la cárcel han sido los sitios escogidos para llegar con sus colecciones de fotos en blanco y negro, videos, cartas y documentos manchados por el tiempo, revistas viejas y billetes de otros tiempos.
Otros tantos lugares se han convertido en verdaderos "centros de restauración", en los cuales esta porteña aparece siempre con su maleta de 23 kilos para sacar microscopios, luces y líquidos extraños, papeles, pinzas y guantes, con los que enseña a pequeños y adultos a manipular y conservar documentos de toda índole.
Licenciada en Ciencias de la Documentación, Diplomada en Historia y actual profesora de la UPLA, estos últimos diez años no han sido fáciles, aunque sí "alucinantes", para Angely Arancibia. El hecho que haya acoplado el término archivo al carácter nómada de su proyecto laboral, le ha traído más de una complicación con el mundo académico y con algunos archiveros de Chile y el extranjero, quienes le critican que su manera de hacer las cosas no se avenga "a pie juntillas" con el concepto de archivo tradicional.
Recuerda que en un simposio, alguien le espetó con rudeza: "Angely ¡hasta dónde piensa llegar!". Más que deprimirse o enojarse, señala que esa frase le abrió los ojos: "¡Quiero llegar a todas partes!"- pensó- , especialmente a los sitios donde las personas no pueden acceder a museos, ferias o al simple hecho de caminar por la calle y ver cómo las cosas van cambiando.
Hoy, tras una década de actividad, en la cual la familia ha sido su principal apoyo, junto a personas como Archibaldo Peralta, se apresta a partir a Peruggia, Italia, donde expondrá por primera vez en un congreso de archiveros fuera de Latinoamérica. Seguramente sus posturas causarán algo de revuelo, como ya le ha sucedido en simposios y encuentros en Uruguay, Paraguay, Costa Rica, México y Argentina.
Mucha agua bajo el puente
Angely entró a estudiar Bibliotecología el 2004, en pleno boom de las tecnologías y la globalización mediante internet, con una idea clara, dotar al sector del Barrio Puerto de una biblioteca popular: la Jorge Farías.
Todo, dice, se lo debe a su profesor del colegio, Marcos Chandía, quien comprometió a los alumnos del taller de Periodismo en la factura de un libro que estaba escribiendo: "Nosotros aportamos con entrevistas. Bueno, recién ahí, pese a ser criada en el cerro Mesilla, vine a perderle el miedo a la Plaza Echaurren; es más, me sentí muy identificada con ellos, los amé. Por eso mi idea de una biblioteca que atendiera las necesidades de los habitantes de la plaza y los alrededores; donde ellos pudieran tener acceso a los libros y, nosotros, a ellos, porque ellos son una fuente tremenda de sabiduría popular y citadina".
Quijotesca y romántica, al tiempo se dio cuenta que la carrera no iba por esos derroteros. Es más, reprobó con su tesis de título. No obstante, al año siguiente, indica, sucedió algo mágico. Se encontró con una exposición del archivo del "Gitano" Rodríguez en el Parque Cultural de Valparaíso. Playanchina de nacimiento, conectó de inmediato con el material exhibido y las posibilidades que le planteaba poner en valor esta tremenda muestra, en la que se encontraban desde cuadros y ensayos, pasando por cartas y poesías, entre otros documentos. De más está decir que con esta tesis de grado aprobó con un siete y que además ganó un fondo que le permitió comprar sus primeros insumos de bibliotecóloga.
Con este reconocimiento, el "Archivo Nómada", que había comenzado a dar sus primeros tanteos enseñándole a cuidar fotos y otros documentos a sus sobrinos, agarró vuelo. Empezó a comprar material antiguo que llegaba a la librería Al paso, y a realizar sus primeras intervenciones en colegios y escuelas de Viña y Valparaíso. Luego siguieron diferentes hogares de ancianos del puerto: "Las señoras se emocionaban al tomar los billetes con los que ellas compraban dulces cuando niñas o al mirar revistas como Life o Eva o Margarita. Más tarde la cárcel, Sename, juntas de vecinos, casas de familias, centros de madres … Voy donde me invitan y busco donde llevar estas colecciones de modo de vincular a las personas mediante una selección de material documental con su medio y con una época".
Diez años de trabajo, más de una treintena de simposios en donde ha expuesto sus teorías sobre lo que llama "investigación en acción" o las diferentes estrategias de vinculación con el medio y aprendizaje significativo, han aterrizado algunos de sus conceptos, pero no le han hecho perder las alas. Y ahí está, por ejemplo, su último y más grande proyecto: una exposición fotográfica inmersiva que se realizó durante la primavera del año pasado en las Plazas Aníbal Pinto, Bismark, O'Higgins, Parque Italia y Palacio Consistorial. Con no poca satisfacción pudo exhibir centenas de fotografías ligadas específicamente a cada uno de los sitios donde se instaló, junto al pendón de los diez años de este "archivo" movedizo y amigable, que ya tiene sus primera réplica en Chiloé.