Una villa italiana en el corazón de Valparaíso
Valparaíso ha sido ciudad de viajeros que han decidido asentarse entre los cerros. A fines del siglo XIX y comienzos del XX, llegaron al puerto numerosos emigrantes europeos que le dieron una impronta arquitectónica y cultural a la ciudad. Alemanes, ingleses, franceses y españoles, entre otras nacionalidades, decidieron empezar una nueva vida en el puerto, aportando rasgos culturales de sus respectivos países.
De Camogli, la ciudad de los mil veleros blancos, en la provincia de Génova, zarpó en 1880 el marino mercante Emmanuelle Peragallo, rumbo a Sud América. Tras pasar graves contratiempos en el Cabo de Hornos, el capitán siguió navegando en su buque maltrecho rumbo a El Callao, su puerto de destino. Al regresar a Italia, decidió volver a Valparaíso, ciudad que había avistado a bordo del Betino. Le pareció que era una ciudad ideal para vivir, donde además se estaban asentando numerosas familias italianas. Cuatro años más tarde, en 1884, volvió a salir de Italia, esta vez junto a su esposa María Queirolo, con el propósito de radicarse en Valparaíso.
En un comienzo vivieron en Limache y luego en el fundo Lo Moscoso, al interior de Villa Alemana, donde Emmanuelle Peragallo se dedicó a labores agrícolas. El matrimonio tuvo seis hijos, uno de ellos fue Pablo Humberto, quien heredó de sus padres el amor a la cultura italiana. Con el tiempo llegó a ser Presidente de la Asociación de Corredores de Comercio de Valparaíso. Casado con María Mercedes Silva, tuvieron un solo hijo: Pablo, nacido en 1948, quien viajó muchas veces a Italia en busca de su pasado familiar, con la idea de unir en un puente de amistad la ciudad de Camogli, de donde salieron sus abuelos, con Valparaíso.
Hoy día vive en la Casa Peraga que compró su padre. La había construido en 1924 el arquitecto italiano Armando Barison quien había llegado en el vapor Orozco a Valparaíso, un año después del terremoto de 1906 junto a Renato Schiavon, arquitectos de la universidad de Trieste, ambos atraídos por el viaje a una tierra lejana. En 1924 Armando Barison construyó la Casa Peraga, llamada así en recuerdo de una pequeña ciudad italiana perteneciente al municipio de Vigonza, en la provincia de Padua. Con su jardín de cipreses y limoneros, su fuente de agua, sus estatuas de mármol y su torre, la casona recuerda los palacetes aristocráticos italianos del siglo XIX. Pablo Humberto Peragallo mantuvo la Casa con su color original, plomo cemento, pues era un hombre muy austero, característica de los antiguos porteños. Su hijo Pablo la heredó y como tenía estudios de arte, arquitectura y diseño en la Universidad de Chile de Valparaíso, decidió ponerla en valor, restaurarla y pintarla con colores azul y amarillo para resaltar sus detalles arquitectónicos.
En su interior, la casa alberga importantes colecciones de arte, entre ellas un óleo de gran formato del pintor francés Anatole Vely, también objetos, adornos, porcelanas, muñecas, libros históricos, mapas, fotografías familiares y el mortero de mármol de su abuela María en el que preparaba el pesto. Sorprende el salón principal con sus cielos pintados como en un palacio italiano, las vitrinas repletas de tesoros, el comedor con un papel mural de diseño victoriano. Sin duda es una casona arreglada al gusto del siglo XIX que conserva el ambiente y todos los elementos arquitectónicos y decorativos de los antiguos palacios italianos.
Por hermanar la cultura italiana con Valparaíso ha sido nombrado Ciudadano e Hijo Ilustre de Valparaíso, Cavaliere dell'Ordine della stella d'Italia, (Caballero de la Orden de la Estrella de Italia), y Cittadino Onorario di Camogli, Italia (Ciudadano honorario de Camogli, Italia).
Hoy día Pablo Peragallo es uno de los principales promotores de la cultura italiana en Valparaíso, creador del Mirador Ciudad de Camogli en el año 2002 en la avenida Alemania que recuerda a los italianos de La Liguria avecindados en el puerto en el siglo XIX. Precisamente su antepasado italiano. Mirando los bajo relieves latinos de la fachada, Pablo Peragallo escribe un poema titulado "Alma de mi casa" que dice: "En esta casa mía, verticada de asombro, se vive la existencia/ como cuentos sin horas".