Ciudad Universitaria, de la Ciencia y la Cultura
Ya en otra columna me refería a las dificultades que enfrenta Valparaíso y lo complejo que resulta adoptar decisiones para mejorar nuestra ciudad. Muchas veces escuchamos voces nostálgicas del pasado industrial de Valparaíso, que proponen como solución volver a esa época: "tienen que volver las industrias a Valparaíso", se suele escuchar.
En realidad, es un error pensar que algo así vaya a ocurrir. En primer lugar, porque la generación de riqueza de nuestro país se basa en la explotación de recursos naturales, los que obviamente se encuentran en otras partes del país y que tienen muy poco valor agregado. Y, en segundo término, porque casi el 60% PIB proviene del sector servicios. Por su parte, la actividad industrial se concentra en áreas muy específicas, afines a los sectores extractivos. Aunque suene duro, la actividad industrial, que alguna vez existió en Valparaíso, no volverá. Lo que quiero proponer aquí es que Valparaíso abrace y potencie lo que tiene, es decir: su calidad de ciudad universitaria, de la ciencia y de la cultura.
Valparaíso ha sido desde antaño sede de una actividad universitaria vibrante, con cuatro casas de estudio tradicionales y otras tantas instituciones de educación superior, que aportan ambiente estudiantil y movimiento a la ciudad. Existen pocas ciudades en Chile que reúnan en un solo campus todas sus facultades e institutos. Por el contrario, lo normal es que nos encontremos con edificios universitarios distribuidos en diversos sectores de la ciudad, normalmente en sectores céntricos. Una situación distinta es la que se aprecia en Santiago, en que las universidades además se han ido ubicando según sea el público estudiantil al que apuntan para prestar sus servicios. Así encontramos universidades que han optado por mantenerse en el centro de la capital, y otras, en cambio, se han asentado o trasladado al sector oriente. Evidentemente esa segregación va en línea con lo que ocurre con esa ciudad en su conjunto.
En Valparaíso puede ocurrir algo similar, a menor escala, pero que puede resultar muy negativo. La ciudad debe mantener su atractivo como polo universitario, tanto para estudiantes del Gran Valparaíso, como de otras regiones.
Las universidades porteñas tienen el nivel para competir con las mejores del país. Sin embargo, las movilizaciones o paros estudiantiles sin sentido ni peticiones claras, así como el decaimiento generalizado de Valparaíso atentan contra ese carácter de ciudad universitaria. Aún estamos a tiempo de revertir ese fenómeno.
Otro tanto ocurre con Valparaíso como ciudad de la ciencia. En algunos países se ha optado por desarrollar polos científicos donde se concentran actividades de investigación e innovación en áreas que se han predefinido. Es poco probable que la actividad científica, de investigación e innovación puedan desarrollarse a partir del esfuerzo aislado de empresas o universidades. Aquí es necesario que las autoridades competentes, en particular el Gobierno Regional, asuman el liderazgo, y actúen como un catalizador de proyectos, con visión de futuro y que sean sostenibles en el tiempo. Una ciudad de la ciencia le otorgaría a Valparaíso un carácter distintivo y de vanguardia. Iniciativas como el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso, y otros similares, constituyen ejemplos que se deben mantener y potenciar y que deben ser mejorados y seguidos.
Finalmente debe destacarse el rol que la cultura juega en el desarrollo de las ciudades. Valparaíso siempre se destacó como un foco de vanguardia en el desarrollo cultural del país. Ese rol debe ser mantenido y potenciado. De muestra un botón: el Teatro Municipal de Valparaíso (ex Teatro Velarde), normalmente bulle de actividad, conciertos, presentaciones artísticas de distintas áreas de las artes, teatro, etc. Sería ideal dar un poco de dignidad a las actividades que ahí se desarrollan. Por una parte, una pequeña renovación del teatro, un poco de pintura, reparación de algunas butacas y sobre todo un poco de aseo y ornato en su alrededor resultarían muy útiles. Y por otra, dar un poco de seguridad a los espectadores, sobre todo cuando el espectáculo termina en la noche.
Es probable que nada de esto dé muchos votos. Sin embargo, son las autoridades locales y regionales las primeras llamadas a asumir los desafíos que el decaído Valparaíso plantea. Los días son largos y los años son cortos. En poco tiempo más les estaremos preguntando a las autoridades acerca de qué hicieron por y en Valparaíso. Espero que la respuesta no sea simplemente que todavía estamos sufriendo las consecuencias de la falta de industrias en Valparaíso.