Guillermo Ávila Nieves - La Estrella de Valparaíso

El palmarés del oriundo de Valparaíso, Eduardo Kovacs Amengual como piloto es el de un grande de las pistas en Chile: 10 campeonatos nacionales en diversas categorías como en la NSU, Mini Cooper, GTA, Turismo Carrera y con participaciones en competencias internacionales en Argentina, como Las 12 Horas en equipo con su hermano menor Lionel. Ganó la Temporada Internacional de Fórmula 2 Sudamericana en Las Vizcachas a principios de los años 70, además de Campeón de Chile de Turismo Carretera en 1973 y 1974 de la Copa Otoño.

Hijo del también destacado corredor Eduardo Kovacs Jones en la década de los cincuenta, Eduardo hijo debuta en 1962 a bordo de un NSU Prinz de 600cc en el Circuito Barrancas. Su familia fue cercana al legendario campeón de F1 argentino Juan Manuel Fangio (en la foto secundaria en casa de los Kovacs), inspiración al volante al igual que su padre. Tras un grave accidente en Las Vizcachas en 1975 en su bólido, Eduardo deja la actividad automovilística para luego regresar 35 años más tarde, compitiendo exitosamente en el Autódromo de Quilpué. "Este 2025 marca mi retiro, con 80 años de edad", dice.

-¿Cómo llega al mundo del automovilismo?

-A través de mi papá que corría en carreras. A los cinco años me empecé a interesar y en 1951 me picó el bichito por los autos. Más adelante -reconoce que ya sacaba el vehículo de la casa en 4 Poniente, Viña del Mar -, a los 15 años, mi padre me regala un "huevito" (coche burbuja), el Isetta BMW. La primera carrera la tuve a los 17 años, en 1962, en un NSU en el Circuito de Barrancas, en Santiago: ¡ahí mi mamá (Olga Amengual Vergara) me sacó de arriba del auto con los carabineros porque aún era menor de edad y no tenía carnet de manejo!

-¿Cuáles eran sus cualidades como piloto?

-Yo era un piloto constante, regular y preparaba muy bien mi auto porque aprendí mecánica de a poco. También tuve a un muy buen equipo (escudería) alrededor que me ayudaba en las competencias, además de mi padre que era el hincha más grande que tenía.

Fui campeón de Chile desde las primera categorías en NSU, los Mini Cooper hasta la más grande como turismo carretera (Liebre Chevrolet). Incluso corrí y gané en Argentina. Y estos últimos años, con los cinco campeonatos que logré obtener en mi categoría en el Autódromo de Quilpué.

-¿Qué recuerdos y anécdotas guarda de las pistas?

-Bueno, aparte que mi mamá me sacó cascando del auto (risas), cuando corrimos de Santiago a La Serena junto a mi padre, uno al lado del otro, lo que atesoro mucho. Después los pasos por las distintas categorías: triunfos en la Fórmula 2 cuando iban 46 mil personas de público por fecha en Las Vizcachas... incluso llevábamos más gente que el fútbol, en la primera mitad de los setenta.

También en la F2 internacional: me prestaron un vehículo con motor Fiat que no había triunfado nunca y a pesar de todo, gané. Tengo una carrera: Santiago-Villarrica-Santiago (Gran Premio Cristavid en 1971): me demoré tres horas y media con un promedio de 220 kilómetros por hora en recorrer este trayecto de una sola vía cuando estaba la cuesta Lastarria y en la baja del Malleco no había puente.

-¿Cuál fue el momento de mayor peligro que vivió en una competencia?

-A principios de los setenta, en la inauguración del Autódromo de Peñuelas, acá en Valparaíso: me salí; o sea me di vuelta y quedé arriba de unos árboles y no llegué ni al suelo. En realidad no estaba terminado el asfalto y se me fue el auto. Más adelante en Las Vizcachas, nos salimos -y engancharon en una recta- dos autos (el otro del piloto Roberto Gómez): murió gente de nosotros en los "pits" (en donde mecánicos atienden los bólidos). Eso marcó mi retiró y reflexión de las pistas. Pero después, cumplidos los 70 años de edad, me animé y volví a correr en Quilpué.

-¿Quiénes fueron sus grandes contrincantes?

-En 1962 y esos años era el más joven, competía con Raúl Papín Jaras, Germán Mayo y Boris Garafulic. Después tenía a un Juan Armando Band, y con Santiago Bengolea Hurtado, que para mí, era el que mejor manejaba en nuestros tiempos. Eso sí: íbamos combo a combo por fecha para ver quién de los dos ganaba. Había rivalidad, pero también amistad hasta hoy.

-¿De qué club de fútbol es hincha en la zona?

-La verdad que de ambos, del Santiago Wanderers y Everton. Mi papá y yo corrimos por la rama de automovilismo del Everton: ambos llevábamos una insignia del club en el auto. Además era acomodador en el estadio Sausalito para el Mundial de Fútbol de 1962. Más allá de eso, mi recuerdo, y cuando corría, es que siempre recibí todo el apoyo de la gente de esta zona y la región.