Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso
El sol asesta sus dagas de verano a las 16:00 horas de ayer. Pero eso parece poco importarles a un grupo de niños, algunos a "pata pelada", que arman una brava pichanga en un suelo cubierto de piedras y tierra.
A un costado, observa Juana Fagestron, quien es dueña de casa y tiene dos meses de embarazo. Juana, como todos los que están acá en este perímetro cerrado, fue una de las afectadas durante el siniestro del 2 de enero que castigó a más de 200 hogares y dejó a 400 familias damnificadas quienes, en su mayoría, se las valieron en el albergue del Polideportivo Renato Raggio.
De Villa Esperanza -una de las zonas siniestradas junto a Piedra Laja y El Molino, en Puertas Negras-, dice Juana que aquí y ahora, en este barrio provisorio levantado en el sector de Santa María, arriba por Levarte, en Playa Ancha, está viviendo sola, a la espera de su hija que la tiene con su "tata" en Santiago.
Su nuevo hogar es un calco de las otras 49 viviendas de tonalidad marrón y blanco hueso de 25 metros cuadrados que conforman un complejo habitacional de emergencia calculado para año y medio, y que no se extiende más allá de dos cuadras. Todas esas casas, en cuanto a muros y pisos, están revestidas por placas de OSB. Además cuentan con pintura impermeable que, entremedio, llevan poliestireno expandido de alta densidad. Por dentro, una placa de OSB adosa a las edificaciones.
Y todas, supuestamente, con sus servicios básicos operativos: luz, agua potable y electricidad.
¿A caballo regalado?
Sin embargo, para Juana Fagestron no todo es color de rosas. Lanza dardos: "Cuando llegamos habían varias casas que no estaban en condiciones habitables: las chapas estaban mal puestas en las puertas, el piso se movía entero, filtraciones en la ducha. Lo bueno es que ya me solucionaron mis problemas".
Para comprobar el hecho, nos recibe María Guerrero Fredes, quien viene de una actividad deportiva pre clásico porteño. Ahora se encuentra lavando ropa. Es sindicada como "quien la lleva" en esta área. Una especie de vocera: "Estamos mejor que en el albergue. Allá estábamos incómodos pero igual no nos faltó de comer. Con estas casas estamos bien, aunque en algunas viviendas hay sus problemitas".
Ya en la entrada de su morada al final del ínfimo pasaje, especifica directo, hacia el piso, que se mueve inestable como un flan. "El de la Onemi nos dijo que el piso resistiría. Y que me darán solución". Luego procede a mostrar goteras en el inodoro y ducha que le resulta "acogedora", en un espacio de un metro.
María cuenta que son cuatro personas las que viven acá: su hija y dos nietos. Es del sexto sector, de Piedra Laja, foco del incendio. "Los que estamos acá somos todos del albergue. Esta semana llegarán los del campamento, que están en carpas. Queremos que se vengan luego porque somos todos vecinos".
Leonardo Santos, su esposa Claris y el hijo de ambos, Hugo Leonardo, llegaron aquí el lunes. "Pasen pa' dentro chiquillos", dicen amable. En esos 25 m² se aprecia un diminuto baño, tres improvisadas piezas, living y comedor. También enseres que adquirieron con monedas del Estado: un millón 200 pesos. Con esa plata compraron el comedor, camas, muebles, lavadora, refrigerador, menos el plasma que salvaron durante el incendio. "La casa es pequeña, pero calientita. Estaremos el año y medio hasta esperar el subsidio. En los próximos seis meses hay que buscar algo. Y allí el Serviu va a ayudar", confía don Leonardo.
Jorge Dip, intendente (S) de la región, manifestó a medios: "La solución definitiva vendrá de la mano del subsidio acorde a la modalidad que escojan".
En eso, una escaramuza: menores se trenzan a golpes en la entrada del complejo de emergencia. Con saldo... uno de ellos es llevado por carabineros a la tenencia. Una vecina aconseja precaución: "Vienen jóvenes a fumar, vender drogas y atacan. Digan eso. Y mejor váyanse".
Mi casa es su casa
Jorge Saavedra está a cargo aquí de los alcantarillados. Su análisis en terreno: "Se hizo y entregó... pero pasaron los camiones con el estabilizado y dejaron las cámaras como están. Hay que hacerlas y construirlas nuevamente, todo lo que es la parte de la base, lo que está al centro, al lado del anillo. Es una pega que nos tomará tres días para que esté todo operativo".