Guillermo Ávila N.
El microbús avanza a paso tortuga hasta que en una intersección uno de sus neumáticos se sumerge levemente en un agujero. Unas manzanas más allá, vuelve y cae. Detrás, otros vehículos pasan sin percatarse de la fisura. También transeúntes que cruzan al esquive de una evidente ruptura vial.
En pleno plan porteño, pareciera que el pavimento sobre la calzada, en algunos tramos, se hunde. También resquebraja. Literalmente.
El paneo al horizonte llano revela, a simple vista, una extensa grieta que despierta curiosidad: son varios metros de largo en las que esta especie de falla se extiende como una serpiente amenazante en zigzag por siete cuadras.
De apertura alargada y escasa separación entre sus bordes, la rajadura recorre desde avenida Colón -pasado con Ferrari- hasta la misma Colón con Francia donde se difumina aquella extraña línea.
La causa de la grieta es un misterio. Muchos vecinos ni se han dado cuenta del hecho. Otros creen que eso, a lo que apuntan hacia el piso, tal vez lleve su tiempo allí.
Pero en lo que la mayoría de los vecinos y comerciantes del sector coinciden, tiene, para ellos, una explicación. Y sería una sola: los temblores. Tras el enjambre sísmico vivido en las últimas semanas en la zona, en especial aquel 6.9° Richter, aquí la percepción urbana es que esa hipótesis pudiera tener un grado de relación.
¡13 centímetros!
La Estrella le tomó el pulso en terreno a este fenómeno que podría tener repercusión. Y así lo cree Joaquín, mecánico de oficio que al mediodía de ayer realizaba su oficio en la imprenta GSR, ubicada al frente de la Prefectura de la Segunda Comisaría de Carabineros, entre avenida Colón con Carrera y Buenos Aires a la altura del número 701.
Precisamente allí la grieta presenta su mayor ancho: 13 centímetros de diámetro, eso calculado con una cinta de medir en mano.
"Chuta, ¡es una grieta grande! Me llama la atención su largo. Ojalá que vengan expertos a reparar esto", fue el comentario de Joaquín, mientras no dejaba de tomarse la cabeza por la sorpresa del detalle ante sus ojos.
Misma impresión recorrió el semblante de Margarita Saavedra, una comerciante del concurrido pequeño "local Maggie". La señora oriunda de Las Heras, lleva 31 años en esta esquina de Colón 1856 no sólo vendiendo abarrotes, sino también al desempeño de una función por amor al arte: jardinería. Ella es la encargada de darle metalicen a cinco árboles y respectivas matas que hacen del entorno un sitio más bello. Habitable.
Total contraste con lo que aprecia sólo metros más al en la avenida: el zigzagueante paso de la grieta de Colón. "Estoy muy preocupada con esto. No quiero ni pensar si se viene un terremoto. Esto se puede abrir todo y afectarnos. Es alarmante", sostiene mientras se dispone a regar su jardín callejero.
En la cuadra de al frente, a unos pasos del negocio doña Margarita, está Tejidos Theresa. Se trata de un centenario establecimiento de confección y reparación de prendas. Allí Cristián, su encargado y con más de una década de laburo acá, dice estar consternado con . "Si bien a primera instancia uno como que no se da mucho cuenta, este asunto es muy peligroso. Estaría bueno que los del Serviu vinieran a arreglarla".
Un alcance: por Ley, desde mediados del 2000 al Serviu -ligado al Ministerio de Vivienda y Urbanismo- no le corresponde reparación ni mantención de calles y avenidas. Esto es una atribución propia de municipios. El Serviu sólo se apersona para ver realizado el cumplimiento de la obra en cuestión.
¿Otras causales?
Alejandro Villa, coordinador de operaciones de la Municipalidad porteña queda estupefacto ante el llamado. Desconoce que algún reclamo de vecinos o comerciantes del área de Avenida Colón haya llegado hasta su dependencia. Sólo sabe de una antigua casa ocupa en Colón con Rancagua que se vio afectada al punto del derrumbe por los últimos sismos. Por eso, decide enviar una cuadrilla hasta las cuadras de la grieta. "Lo primero que hacemos como municipio es llegar y chequear. Luego procedemos a verificar y de allí, si lo amerita, arreglar", aclara.
Para Marcos Cisternas, de la escuela de Ciencias del Mar de la PUCV, las causales de una posible grieta son variadas. Al no estar al tanto de lo ocurrido en avenida Colón, desliza posibles causales: que esté fallando el suelo subterráneo producto de una fuga de agua. "También lo pudiera ocasionar incluso la ruptura de una cañería que muchas veces suelen ser de largo alcance en las avenidas y van asentando ese tipo de grietas".
Aún así, el catedrático experto en sismos no descarta que los últimos movimientos telúricos hayan detonado "algún engrose" en la grieta en ciertos tramos. "Pero es una posibilidad más compleja que habría que estudiar en terreno", agrega, dando un ejemplo: "En el terremoto de 1985 en el sector de lo que es El Molo en Valparaíso se asentó y allí apareció una grieta", dijo.
Mientras, Eliana Barahona trabajadora del sector sostiene segura: "El temor es que todas estas cuadras donde uno pasa gran parte del día, con un violento remezón más adelante, se hundan".