Guillermo Ávila N.
¿Se imagina cargar sobre su cabeza un microchip conectado al cerebro? No es ciencia ficción. Estamos en la previa a la campaña electoral. Y captar lo que realmente se piensa de un candidato puede ser hoy un bien preciado. Para muestra, un botón (tecnológico).
Usted está sentado. A través de una pantalla del PC le muestran imágenes de políticos y, bajo éstas, una palabra. En su testa, le colocan un casco cargado a los cables y al frente dos computadores. Uno que capta sus respuestas y otro que las mide y evalúa.
Pues bien -a temblar encuestas- hacia eso apuntaría en un futuro no muy lejano (igual en nuestro país) la neuropolítica, que es una rama de las neurociencias que busca comprender cómo funciona o reacciona la actividad cerebral de las personas. Esto desde una óptica en la cual se ven a los humanos como ciudadanos, electores o receptores expuestos a los estímulos de la comunicación política. Determinar sus sentimientos, valores o, y he aquí lo observado en la plaza Cívica porteña, imágenes que le provocan al individuo ciertas decisiones o percepciones de quienes ve por delante.
Abrazo, comida y baile
En este caso, Alfredo Sherrington, profesor de sicología de la Universidad Santo Tomás (UST) de Viña del Mar, aclara: "Se trata de un estudio piloto. Los participantes ven una imagen de políticos con algunos de los términos que se repiten en el área de comunicaciones. Un concepto que sea socialmente entendido como bueno y otro más negativo". Y agrega: "La neuropolítica permite hacer evaluaciones e intervenciones dentro de un marco ético regulatorio que permite que las imágenes de los candidatos a la hora de hacer propaganda generen un mayor impacto neuronal". De una cosa están acá seguros: al cerebro le agrada ver que su candidato(a) abrace, toque, salude físicamente a los ciudadanos. Y más: el comer "lo mismo" que comes tú. Todo esto genera cercanía y confianza en los votantes. Ahora que se viene el 18 de Septiembre, los políticos y el baile. O, como prefiere enfatizar el académico, "bailar, es una conducta tribal del ser humano que reconoce al otro como integrante de mi tribu".
Luis Ulloa, director de la escuela de sicología de la UST, corrobora que están en una etapa piloto. "Aquí contrastamos la respuesta racional y emocional, que no siempre coinciden".
Luis Mena y Pablo Fuentes, alumnos destacados en el área de neuropsicología de la UST, se encargan de poner esos dos equipos (software) que miden la actividad eléctrica en el cerebro, la emocional. Se trata de electroencefalogramas portátiles. "Estos datos se transmiten en el computador. Tenemos una secuencia y vamos grabando qué es lo que pasa en el cerebro al enfrentarse a esta imagen y palabra. En el otro equipo, un 'neurosky', tenemos la posibilidad de grabar lo que la persona está mirando y ver su actividad cerebral". En base a eso hacen el análisis final.
Juan Cristóbal, estudiante de turismo del Duoc, participó. "Me pareció innovador y que salieran a la calle es positivo. No sentí nada anormal, me parece un aporte". Liborio Muñoz, a sus 74 años lo encontró interesante. "Será una herramienta útil en política", mientras Luis Ulloa avala: "Vamos al Congreso para ojalá hacerle el test a un político".