Micreros se aguantan sus necesidades por 4 horas
La queja se repite entre varios choferes que llegan a la garita Ventisquero. Algunos esperan, en cambio, otros hacen en la calle.
Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
La demanda por contar con dos baños bien hechos y decentes- uno para la ida y otro en la vuelta- toma fuerza, en la medida en que los choferes se acercan a la garita Ventisquero, ubicada en la Población José María Caro, de Playa Ancha.
"Cuéntale tu también, a este reportero, todo lo que tenemos que hacer para ir al baño", insistía a sus compañeros Jaime Montero, conductor de locomoción colectiva desde hace prácticamente cincuenta años ininterrumpidos, y siempre en la "Central Placeres".
En adelante, nos invita a dar un recorrido por el baño común que hay en Ventisquero, muy bien acondicionado, con urinarios y todo lo demás. "En esta garita tenemos hasta casino, así que no me quejo de este lugar", comentó.
Los problemas se inician cuando el recorrido parte, desde Playa Ancha, hasta Concón y ahí, a dar la vuelta. Más de tres horas continúas de viaje, en las que no hay posibilidad de detención, ni pensar en las necesidades básicas de cualquier ser humano.
Circunvalación es el término que se utiliza cuando la micro no se detiene en dos puntos, sino que da la vuelta completa. "En Concón se supone, debería haber un baño, pero no está habilitado. Esa es una demanda eterna que dan nuestros sindicatos", aseguró Jaime Montero, de setenta años.
En eso una incógnita rondaba entre los micreros que se paseaban, por la Ventisquero, esperando su hora de partida. ¿Quién se hace cargo de habilitar el baño de Concón? No estaban seguros de si es deber del Sindicato de Choferes de Locomoción Colectiva, los dueños de Transportes del Gran Valparaíso, o acaso la seremi del rubro.
Algunos aguantan
Lo cierto es que, con setenta años, Jaime Montero contó que le es difícil esperar por más de tres horas para ir al baño, así que no le queda otra que hacer sus necesidades al aire libre, al igual que varios de sus compañeros.
"Esta es una pega tensa", sostuvo Ricardo Rojas, para complementar los dichos de su colega en el trabajo. "La competencia es mucha, entre los pocos choferes que hay. Hay vidas en juego y se pasan hartas rabias. Imagínate, con esa tensión cualquier cosa te puede caer mal al estómago", agregó Rojas.
Encontramos entonces dos tipos de chofer de micro: están los que pueden aguantar, por cuatro horas, hasta retornar a Ventisquero; y los que buscan un lugarcito, medio escondido, para hacer las necesidades.
A mi edad, contaba Jaime Montero, tengo que aprovechar algún rincón escondido cuando no tengo pasajeros. "Hay algunos más aguantadores que otros, pero eso termina afectando en algo al organismo, pienso yo", reflexionaba.
Para él, esta pega que lleva haciendo por cincuenta años es bastante ingrata. Que los choferes son sinvergüenzas, que son estrelleros, o que pelean con los estudiantes; son comentarios que debe escuchar a menudo.
Pero reconoce que en el rubro hay de todo, como en la viña del señor."Cómo anday carepalta", lo saludaba un colega, justo en el momento en que se subía a la micro conducida por Montero. "Hasta hoy día manejo micros y también tengo máquinas. Lo único que te puedo decir, anónimamente, es que hay muy malos patrones que no quieren pagar, por ejemplo, el bono del pase escolar", aseguró su amigo.
Así los malos ratos están por todos lados. Bajas pagas- como decía el chofer anónimo- y comentarios negativos, que se suman a las cuatro horas de espera para ir al baño.