El "mensaje familiar" que ha sido lentamente abandonado
Once años luego de su construcción, el Parque de la Familia "Juan Pablo II" se ha convertido en un espacio para el consumo de drogas y la aparición de microbasurales. Los vecinos exigen que se toman medidas en el lugar.
Carolina Cabezas Vidal - La Estrella de Valparaíso
Desde El Vaticano llegó a Rodelillo, a entregar su mensaje de familia y de unidad. Tres décadas han pasado desde esa tarde del 2 de abril de 1987. El mensajero de la paz llegó a la Ciudad Jardín y la convirtió en su primer lugar de encuentro con los feligreses viñamarinos, porteños y de toda la región.
21 años después del arribo del pontífice a Rodelillo, en el 2007, se construyó en su honor el parque de la familia "Juan Pablo II". El lugar de encuentro buscaba entregarle a los vecinos de la Ciudad Jardín y a los turistas que llegaban, un espacio en el que pudieran recordar el mensaje familiar y de unidad del Papa, junto con otorgarles a los habitantes del sector una plaza digna en la que pudieran reunirse con sus pares.
Sin embargo, poco queda de ese legado en el parque en honor al fallecido pontífice. Según los vecinos del sector, el sitio se ha ido convirtiendo en el lugar perfecto para que adolescentes, jóvenes y pandilleros lo utilicen para drogarse y beber alcohol, dejando la basura a plena vista de los visitantes que utilizan la plaza como lo que verdaderamente es: un espacio de recreación. Incluso muchos de los residentes de las poblaciones aledañas han pedido el cierre definitivo del lugar.
PLAZA abandonadA
El parque cuenta con un espacio de 20 mil metros cuadrados, aproximadamente, de los cuales 12 mil fueron utilizados para la construcción del parque y 8 mil para la creación de estacionamientos y una calzada para la caletera.
La inversión fue de unos $330 millones y su construcción buscaba terminar con los problemas de microbasurales y sitio eriazos en el sector.
Éstos había permitido que el lugar se transformara en el espacio perfecto para la delincuencia.
No obstante, a once años de su edificación, son los vecinos de los sectores aledaños los que nuevamente reclaman tanto por el abandono del lugar como por la inseguridad del mismo.
Algunos residentes del sector hablaron con La Estrella y, por miedo a posibles represalias, se negaron a dar sus nombres completos; sin embargo, entregaron sus puntos de vista sobre la situación de la famosa plaza que esta semana cobrará más vida que nunca con la llegada del actual pontífice.
Evelyn es una de ellos. Ha vivido toda su vida en la población Las Palmas y comenta que la delincuencia y la violencia siempre han sido una constante en el sector y que la plaza ha colaborado para que los antisociales y la droga corran más rápido: "Siempre ha sido un lugar peligroso. Porque el parque está rodeado de cerros y no hay seguridad, nunca ha existido seguridad y por eso llega gente de todos lados", precisa la mujer.
Según Evelyn, la mayoría de las personas que asisten al espacio son vecinos de los alrededores y muchas provenientes de tomas cercanas. Una de las tantas madres del lugar, Andrea, comenta: "Si hubiera alguien que resguardara el lugar, mandaría a mis hijos solos a jugar, pero ahora como está de abandonado, no los mandaría".
Hay un punto en común entre los vecinos del sector: el lugar donde se encuentra la plaza "Juan Pablo II" siempre ha sido peligrosa, dicen, incluso desde antes de la llegada del fallecido pontífice.
De difícil acceso
La delincuencia y drogadicción no son los únicos problemas que la plaza presenta. El difícil acceso que posee para los peatones es otra de las características del sector, ya que el lugar solamente posee una entrada para los autos, los cuales deben ingresar por un costado de la Universidad Viña del Mar. Y si una familia que no tiene auto desea visitarla, debe cruzar la pasarela frente a la UVM y caminar el resto del abandonado y sucio trayecto, hasta poder arribar a la plaza.
Iris Reinoso, vendedora de unos de los boliches de la población Las Palmas, no solamente cree que el acceso es peligroso, sino que además la plaza está mal ubicada: "En septiembre es cuando más gente llega y los niños corren detrás de los volantines, pero pasan al lado de la carretera y los autos por ahí vuelan. No sé cómo aún no ha pasado un accidente grave ", reflexiona.