Vital sobre su patineta voladora Marty McFly sorprendía a los espectadores de "Volver al Futuro 2" en 1989, quienes soñaban con tener ya entrado el siglo XXI aquel sorprendente artículo. Más de dos décadas después llegó el 2015, el año en que el filme presagiaba su aparición. Pero esta vez, la realidad no podía estar más lejos de aquella ficción, no sólo porque un skate que surque los aires todavía está lejos de estar en el mercado, sino que también porque de la vitalidad de Michael J Fox, el actor tras el protagonista, muy poco queda.
Apenas dos años después de la exitosa película y cuando estaba en la cúspide de su fama y su juventud, fue diagnosticado con Parkinson. Las enfermedades así una vez más daban muestra de que a la hora de atacar son inapelables. De hecho, el canadiense fue parte del excepcional grupo de pacientes que desarrolla esta patología de forma temprana antes de los 50 años y que, de acuerdo a cifras del National Institute of Neurogical Disorders and Stroke (NINDS) de Estados Unidos, alcanza entre el 5 y 10% de los casos.
A diferencia de lo que ocurrió con el actor, que desde entonces ha financiado proyectos de investigación en el área, en promedio la edad de inicio es a los 60 años, y la incidencia aumenta significativamente a medida que se vive más.
Causas difusas
El Parkinson es una enfermedad que conlleva un trastorno degenerativo del sistema nervioso central y que pertenece a un grupo de afecciones conocidas como trastornos del movimiento. Es a la vez crónica, es decir, que persiste durante un extenso período de tiempo, y progresiva, lo que significa que sus síntomas empeoran con el tiempo.
En esta patología las neuronas que producen una sustancia química llamada dopamina mueren o no funcionan adecuadamente. "Esta enfermedad se caracteriza por la falta de producción de una sustancia química en el cerebro llamada dopamina, la que es responsable de ayudar a los movimientos del cuerpo y de regular el estado de ánimo de una persona", detalla Roque Villagra, neurólogo y director médico de CENPAR, el primer Centro de Parkinson en Chile que incorpora un Modelo de Rehabilitación Integral.
Aún se desconoce el origen exacto de la enfermedad y la mayoría de los casos se presentan de forma esporádica. Sin embargo, investigaciones sugieren que algunos casos son hereditarios y se pueden deber a mutaciones genéticas específicas. Una teoría que ha cobrado fuerza es que probablemente es el resultado de una combinación de susceptibilidad genética y exposición a uno o más factores ambientales desconocidos. "Se suele denominar idiopática, lo cual significa que se desconoce su causa primaria, y aunque este déficit es el defecto primario, aún queda por descubrir cómo se pierde esta dopamina", indica el profesional.
En cuanto al Parkinson de desarrollo temprano, de acuerdo a la NINDS, algunos casos están vinculados a mutaciones de genes específicos, como el gen de la parkina. De este modo, las personas con uno o más familiares cercanos con Parkinson tienen mayor riesgo de desarrollar la patología. No obstante, el riesgo está sólo entre el 2 y el 5 %. En casos muy excepcionales, los síntomas pueden aparecer antes de los 20 años: parkinsonismo juvenil.
Respecto a la incidencia que tienen los factores ambientales, existen estudios que sugieren que productos químicos tóxicos, virus, bacterias y metales pesados, pueden causar que desaparezcan las neuronas productoras de dopamina. En específico, hay discusión sobre algún vínculo entre el uso de herbicidas y pesticidas y el desarrollo de la enfermedad.
Señales
A medida que las células nerviosas (neuronas) en partes del cerebro se deterioran o mueren, se puede empezar a notar problemas con el movimiento. Aunque, si se tiene este síntoma, no necesariamente quiere decir que se tiene la enfermedad, porque esta señal aparece también en otras patologías.
Las sospechas deberían tomarse con más cuidado, indica el médico, si estos temblores o contracciones en las extremidades ocurren cuando se está en reposo o relajado. Esto, porque "el temblor puede ser normal después de mucho ejercicio o si ha tomado algún medicamento", aclara.
Otro síntoma que debe ser mirado con atención es la disminución repentina y radical del tamaño de su escritura, ya que lo normal es cambiar nuestra escritura gradualmente a medida de que se envejece o por la pérdida de visión. También pueden aparecer problemas para oler alimentos como plátanos, pepinillos o canela.
Sensación de rigidez en el cuerpo, brazos o piernas también puede ser un indicio de que se está frente al Parkinson. "Cuando los pies se pegan al piso, si hay dolor en la cadera u hombros, si la gente comenta que se ve tieso, debería hablar con su médico", aconseja el neurólogo. Esto puede ir acompañado también de una falta de expresión facial, parpadeo o estreñimiento frecuente.
Otras señales a las que se debe poner atención son a los cambios en el volumen de la voz, especialmente voz baja o sonido ronco. Asimismo, el mareo o desmayo pueden ser síntoma de presión arterial baja, la cual puede estar relacionada a la enfermedad. Si la postura al estar de pie ha cambiado y, por ejemplo, se hace notorio un encorvamiento, también se debería recurrir a un especialista para descartar o confirmar la enfermedad.
Las señales también pueden ocurrir cuando no se está despierto, ya que se producen movimientos repentinos durante el sueño profundo, caídas de la cama y hasta dar puñetazos mientras se duerme.
A merced de ella
De a acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la enfermedad afecta a 1 de cada 100 personas mayores de 60 años, y se estima que actualmente, la padecen cerca de 7 millones de personas en el mundo. Haciendo una proyección, el mismo organismo internacional prevé que para el 2030 los pacientes llegarán a ser más de 12 millones.
Con una población que envejece en Chile y el mundo, aunque hasta ahora no existe cura, su detección temprana ayuda significativamente a minimizar sus síntomas y, con ello, tener una mejor calidad de vida.
Actualmente no hay establecidos exámenes de sangre o de laboratorio que permitan el diagnóstico de la patología, por lo que éste se basa en la historia clínica y en un examen neurológico. En este aspecto, el médico puede llevar a cabo pruebas exploratorias de imagen de la cabeza, como una resonancia magnética nuclear, para descartar otras posibles causas para los síntomas. En algunos casos, este mal puede ser difícil de diagnosticar con precisión en su etapa inicial. Si los síntomas desaparecen o si mejoran cuando el paciente toma un medicamento llamado levodopa es bastante probable que tenga Parkinson.
Sin cura
Hoy quienes desarrollan esta enfermedad no pueden optar a olvidarse completamente de ella, ya que no hay cura, y los medicamentos que les son suministrados sólo tienen la función de hacer más lento el avance de esta enfermedad, pero probablemente, falta experiencia para establecer su beneficio en el largo plazo.
Para tratar farmacológicamente la enfermedad se consideran tres categorías. La primera incluye medicamentos que incrementan el nivel de dopamina en el cerebro, los más comunes para la enfermedad son precursores de la dopamina, sustancias como levodopa que cruzan la barrera hematoencefálica y luego cambian a dopamina. Otros fármacos imitan a la dopamina o previenen o retrasan su descomposición.
La segunda categoría de medicamentos para la enfermedad de Parkinson afecta a otros neurotransmisores en el organismo con el fin de aliviar algunos síntomas de la enfermedad. Por ejemplo, los medicamentos anticolinérgicos interfieren con la producción o la captación del neurotransmisor acetilcolina. Estos pueden ser eficaces en la reducción de los temblores.
La tercera categoría de medicamentos recetados para la enfermedad incluye medicamentos que ayudan a controlar los síntomas no motores de la enfermedad, o sea, los síntomas que no afectan el movimiento. Por ejemplo, se pueden recetar antidepresivos a las personas con depresión relacionada con la enfermedad.
Al recomendar un curso de tratamiento, el médico evaluará cuánto afectan los síntomas la vida de la persona y ajustará éste al caso particular del paciente. Como no hay dos que reaccionen a un medicamento dado de la misma manera, puede llevar tiempo y paciencia lograr la dosificación correcta. Aun así, tal vez los síntomas no se alivien completamente.
Previo al descubrimiento de la levodopa, la cirugía era una opción para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson. Los estudios en las últimas décadas han llevado a grandes progresos en las técnicas quirúrgicas y la cirugía vuelve a considerarse para las personas con Parkinson para quienes la terapia medicamentosa ya no es suficiente.
Palidotomía y talamotomía. Los primeros tipos de cirugía para la enfermedad de Parkinson implicaron la destrucción selectiva de partes específicas del cerebro que contribuyen a los síntomas de la enfermedad. Las técnicas quirúrgicas se han refinado y pueden ser muy eficaces para los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson. La cirugía de lesión más común es la palidotomía. En este procedimiento, el cirujano destruye selectivamente una porción del cerebro llamada globo pálido. La palidotomía puede mejorar los síntomas de temblor, rigidez y bradicinesia, posiblemente al interrumpir las conexiones entre el globo pálido y el cuerpo estriado del tálamo. Algunos estudios también han encontrado que la palidotomía puede mejorar la marcha y el equilibrio y reducir la cantidad de levodopa que necesitan las personas, disminuyendo así las discinesias inducidas por los medicamentos. Otro procedimiento, llamado talamotomía, implica la destrucción quirúrgica de parte del tálamo. Este enfoque se usa principalmente para reducir el temblor.
Debido a que estos procedimientos causan la destrucción permanente de pequeñas cantidades de tejido cerebral, han sido en gran parte reemplazados por la estimulación cerebral profunda para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, se está probando un nuevo método que utiliza ultrasonido enfocado desde fuera de la cabeza porque crea lesiones sin necesidad de cirugía.
Esta enfermedad no se puede prevenir y tampoco tiene cura, pero sí hay alternativas para tener una vida llevadera. En el mundo la padecen 7 millones de personas y en Chile se estima que esa cifra se acerca a las 30 mil.
MICHAEL J FOX.
DR. ROQUE VILLAGRA.
Mirian Mondaca Herrera
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