Sebastián Mejías O. - La Estrella de Valparaíso
El esperado caos de Viernes Santo, de esos centenares de personas que buscan pescados y mariscos a última hora, no fue tal, aun tomando en cuenta los trabajos realizados en la avenida España. La pasarela de Portales no se hizo un hormiguero de consumidores y era medianamente fácil transitar entre los distintos comercios. Si ayer hubo complicaciones, éstas fueron esencialmente tres: encontrar estacionamiento- los lugares estaban copados desde la Universidad Santa María hasta el Liceo Industrial- , poder comprar a precios bajos y el comercio ilegal que se tomó las caletas porteñas desde el lunes hasta ayer, y que dejó en evidencia el auge de la extracción ilegal de pescados y mariscos: el tercer negocio negro más rentable detrás del tráfico de drogas y armas.
El director regional del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura, Marcelo Arredondo, fue la autoridad que llegó hasta la Caleta Portales, para llevar a cabo la fiscalización sobre los productos ofrecidos ayer, en los diferentes mostradores. Catorce kilos de centolla fueron decomisados, desde el local número quince del túnel de la caleta, lo que equivale a poco más de 300 mil pesos. Ese fue el gesto simbólico de la visita que hizo el director de Sernapesca.
Buena parte del trabajo correspondiente a las fiscalizaciones, se realizó durante los días previos al Viernes Santo. En total, a nivel nacional, aparecieron 39 toneladas de pescados y mariscos- principalmente merluza austral, merluza del sur, corvina, anchoveta, algas pardas y locos- que fueron decomisados.
Aterrizando la cifra del total nacional a la región de Valparaíso, hubo 8,5 toneladas incautadas. De ellas, 100 kilógramos de loco- producto sensible por su extensa veda- se hallaron en la comuna de Puchuncaví.
Algunos precios bajos
Retornando a Caleta Portales, mientras la gente se amontonaba para comprar, un local a eso de las 11.00 de la mañana sólo contaba con una bolsa de piures. Todo lo demás se lo habían llevado.
Marco Montero, quien está vinculado a este mundo desde que tenía ocho años, cuenta que si le fue bien es "porque compró a un costo y sacando la cuenta de lo que gana en una malla, prefirió no formar parte del alza de precios".
No quería "cargar mucho a la gente ni andar verdugueándola con precios altos". Y los clientes se llevaron inmediatamente todo lo que ofrecía en su mostrador, a diferencia de otros a quienes le costó un poco más.
Para algunos el bolsillo simplemente no dio para asumir los precios de la caleta y salieron resignados con las bolsas de feria vacías. Sin embargo, la mayoría tuvo que adaptar su presupuesto, como Magdalena Urrutia de Playa Ancha, quien encontró que todo estaba más caro que los días anteriores.
Su experiencia directa en el mundo de la pesca- debido a que sus más cercanos familiares son gente de mar- la hizo pensar que todo estaba más caro que de costumbre. Lo que ella sabe es que "los comerciantes están pagando precios bajísimos por lo que se recoge, para terminar subiéndolos dos o tres veces".
Lo que buscaba eran ostiones, pero le daban cuatro en mil pesos, siendo "que las venden por docena o por kilo". A pesar de todo, compró un kilo de cada cosa porque, cuenta, su bolsillo no dio para más.
Pescadores en crisis
Toda una vida trabajando en el rubro del mar, desde 1997 recogiendo albacora, camarones, langostinos, centollas. Recorriendo Chile, en la realización del oficio del pescador. Miguel Jiménez después de salir a buscar la jibia, en Portales, se dedica a vender en un local de la misma caleta.
"El oficio del pescador está malo, pero para los comerciantes estos días son buenos. Nadie puede decir en este rubro que perdió en Semana Santa", comenta.
Mientras tanto la mayor parte de los clientes de Miguel pasaban, preguntaban y sacaban la billetera. No había tiempo para dudar porque, sino, otro se podía llevar lo último que iba quedando.
De ahí que ante la pregunta que surge, al ver tanta gente comprando el mismo Viernes Santo, sobre ¿por qué siempre a última hora? Miguel Jiménez responde que, para ellos, es lo mejor. "Mientras más apurados vengan a la caleta mejor, porque no cotizan".
Esperada semana
Semana Santa es la "salvá" de comerciantes y pescadores para el resto del año, a su juicio. Aunque es crítico de la situación actual que vive la pesca artesanal, "a raíz del extractivismo excesivo de los barcos de arrastre que, de sacar cinco toneladas de merluza, se terminan quedando sólo con quinientos kilos y lo demás se va para pájaros y lobos".
Otro de los puntos complicados que tiene su oficio, en estos días, es la pérdida de la jibia, por lo que tuvo que quedarse en tierra por más de seis meses, desde septiembre hasta ahora. Asegura que "era el último recurso que nos estaba quedando a los pescadores artesanales que no tienen sueldo ni imposición. Todo partió porque ahora también se puede pillar la jibia al arrastre".
Campaña salvavedas
Las vedas son prohibiciones temporales de extraer ciertos recursos, primero, para que se puedan reproducir como corresponde y, también, para proteger los recursos en un espacio de tiempo determinado y que puedan crecer lo necesario como para garantizar su sustentabilidad.
Desde hace años que, entre los emblemáticos de la veda, se encuentran los locos. La cuota anual para extraer este recurso, ronda las 2.700 toneladas, sin embargo, hay mil toneladas más perdidas en su captura ilegal, equivalentes a cinco millones de dólares de mercado negro.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la pesca ilegal es el tercer ilícito más lucrativo del mundo, después del tráfico de drogas y el de armas.
En Chile, la pesca ilegal de sólo las tres primeras pesquerías (merluza común, merluza del sur, y pesca pelágica), reporta ganancias de entre 260 y 300 millones de dólares al año.
De ahí que en los trabajos realizados por Sernapesca en 2017, se incautaron 2.238 toneladas de pesca ilegal, producto de casi 200 mil acciones de fiscalización (83 mil en terreno y 113 mil a través de control satelital).