Con frecuencia, en algunos deportes, un fallo referil puede provocar el enojo y la frustración de los jugadores afectados. Cada fin de semana vemos en los programas deportivos a futbolistas que arrojan la pelota lejos del lugar de la falta, otros aplauden o 'pechan' al árbitro. Son reacciones habitualmente desmedidas, y que no sólo se dan en el fútbol.

Famosas son, de hecho, las discusiones de John McEnroe en tenis, aunque Daniel Kollerer y Jim Courier tampoco lo hacían mal. En el básquetbol causó mucho revuelo, hace unos seis meses, el castigo de US$ 50.000 a la gran figura de la NBA, Stephen Curry, por lanzarle un protector bucal al juez del partido, aunque en estos años quien más discute es otra de sus mega estrellas: LeBron James.

Pero ni uno de ellos jamás ha tomado una decisión tan drástica como la de Slobodan Jankovic, hace exactos 25 años atrás. Este gran basquetbolista serbio, enojado por un cobro referil, golpeó su cabeza contra el pilar de la canasta, que supuestamente debía estar protegido con un manto acolchado.

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Se jugaba la semifinal de la liga griega, entre Panionios y Panathinaikos. Boban era la figura del Panionios y venía de ser elegido el mejor jugador de la Liga Yugoslava en 1992, tras una decena de años jugando en el Estrella Roja de Belgrado y la selección de su país.

A pocos minutos de terminar el partido, el juez le cobró una falta de ataque, que era la quinta acumulada, por lo que debía abandonar el juego, dejando a su equipo -por sus indudables capacidades deportivas- en notoria desventaja.

Muy frustrado, Boban canalizó su ira golpeando su cabeza contra el pilar de la canasta. Solo en ese instante se notó que lo que parecía colchón era una placa de acero, pintada de color celeste. El deportista medía dos metros y pesaba poco más de cien kilos, por lo que el golpe -que puede verse en canales de internet como Youtube- fue pleno, absoluto y fatídicamente poderoso.

Boban cayó de inmediato al piso, de boca. Su muñeca derecha y los dedos de la misma mano se torcieron como un pulpo ahogado en agua hirviente. Se tocaba la sien, pero sin mayor conciencia. Todo por una alocada acción llena de imprudencia, y bañada de negra fatalidad. La compacta frialdad de la barra de acero derrumbó al gigante Boban, quien nunca más volvería a ponerse de pie.

Uno de sus compañeros de equipo notó la gravedad del accidente y corrió a ayudarlo. Lo tomó de los hombros y le levantó la cabeza: su frente sangraba sin control y todo hacía creer que no podía mover las piernas. Lo llevaron de urgencia al hospital, donde se confirmó lo peor: se había fracturado la tercera vértebra cervical. 'No siento las manos, ni las piernas, me voy a morir', le gritaba a Vlade Djurovic, su DT, mientras en ambulancia volaban al hospital.

La noticia dio la vuelta al mundo, generando una serie de cuestionamientos. ¿Era o no falta de ataque? ¿Por qué no estaba acolchado el pilar de la base del tablero? ¿Tenía sentido desbordar en ese momento sus venas llenas de cólera? ¿Por qué Boban tomó una reacción tan exagerada?

Boban había nacido en medio de un gélido 15 de diciembre de 1963. Belgrado fue la ciudad que lo vio nacer y crecer. Desde niño practicó básquetbol, su deporte favorito. Una cancha cerca de su casa, la escuela y un club de barrio son testigos de su gran capacidad. Tuvo un despegue soñado: a los 16 años era parte del primer equipo del afamado Estrella Roja, el más popular del país. Allí jugaría doce años, donde se llenaría de laureles, incluso siendo elegido ese año como el Mejor Jugador de la Liga Serbomontenegrina. A raíz del conflicto bélico, su país no pudo disputar los Juegos Olímpicos de Barcelona. A esa altura, ofertas para jugar fuera de Yogoslavia sobraban. Y Grecia fue la elección. La filosofía deportiva y una suculenta oferta económica del Panionios, lo convencieron.

un guerrero

Orgulloso y testarudo, tras la declaración de la tetraplejia, su esposa lo abandonó. Las sistemáticas intervenciones no fueron exitosas y su situación económica iba de mal en peor. Pero era un luchador y se convirtió en DT del Olympiada Petropouli, donde creó una rama de básquet para tetrapléjicos. 'Soy un guerrero, no un mendigo', dijo decenas de veces desde la silla de ruedas.

A los 42 años sufrió un infarto, al que no sobrevivió. Clubes griegos y serbios, más asociaciones y federaciones de todas partes enviaban su pésame por lo ocurrido. Pero nada fue en vano en su vida: ese año había logrado que las bases de canastas de todas las ligas del mundo estuvieran acolchadas.

El fatídico desenlance de Slobodan Jankovic

Hace 25 años, este talentoso basquetbolista serbio, ofuscado por un cobro del réferi, estrelló su cabeza

contra el pilar de la canasta, sin saber que no estaba acolchado. Fue el fin de su carrera, pero elevó

las medidas de seguridad en las canchas.

Por Néstor Flores F.