En Chile no hay estudios acabados, pero se estima que entre el 15 y el 50% de las mujeres sufre de
anorgasmia en algún momento de la vida.
La escasa existencia de publicaciones científicas en torno a la sexualidad, en particular al orgasmo, hace que analizar el placer sea un terreno aún tortuoso. Para qué decir en Chile, donde todavía un número considerable de personas se sonrojan al escuchar hablar a alguien abiertamente acerca de alguna experiencia bajo las sábanas. Aunque se tenga confianza con aquel interlocutor, esas charlas están reservadas para las amistades más estrechas. Eso, en el mejor de los casos.
El que aún sea un tema tabú en varios sectores de la sociedad hace que las dudas abunden cuando se cree tener alguna dificultad en el ámbito sexual, ya que aún existe cierta resistencia a visitar a un sexólogo o sicoterapeuta sexual.
La mente es poderosa y, aunque queramos hacer cosas, muchas veces es imposible. Por esto, es necesario saber qué factores desde el punto de vista sicológico podrían explicar que una persona no alcance el orgasmo.
Multifactorial
Carlos Varas, sicólogo y docente de la Universidad de Valparaíso, recalca que cuando una persona no logra llegar a ese momento de clímax, puede deberse a muchas causas. Sin embargo, dentro de los motivos emocionales, los niveles de angustia o estrés que la persona pueda estar teniendo tienen un lugar de privilegio.
"Evidentemente hay varios estudios que hablan que la ansiedad y la angustia desactivan algunas zonas del cerebro que impiden la experimentación de un orgasmo. Por lo tanto, los estados de ansiedad, de miedo, de vigilancia, de estar hiperalerta, hacen que las personas no puedan lograr un estado de relajación que permita que el cerebro esté en un estado que le permita acceder más fácilmente al orgasmo", detalla el profesional.
Esos niveles de angustia pueden estar asociados, entre otros factores, a episodios violentos, "algún tipo de trauma sicológico como haber estado en una relación violenta o haber sufrido una violación", indica Alejandro Fernández, sicólogo y docente de la Universidad de Valparaíso.
Cuando se ha detectado que esa es la razón, la forma de proceder debe ser cautelosa. Fernández explica que "lo primero es preguntarse si la persona en cuestión tiene deseo sexual, que se reconoce clínicamente a partir de una taxonomía que se hizo en los años '50, que la respuesta sexual humana tiene cuatro fases: el deseo, la excitación, la meseta y la resolución, donde la meseta incluye al orgasmo, termina con él".
Cuando se ha hecho ese análisis y se estima que sí hay deseo, indica el profesional, se debe examinar qué pasa con la excitación.
En esa búsqueda de respuestas, sostiene Fernández, es primordial tener una pareja con la que la persona se sienta cómoda, "porque especialmente en la sociedad que vivimos, muchas personas esperan una respuesta sexual rápida y después ir explorando de manera progresiva. No necesariamente quizás eso va a ser suficiente, a veces tendrá que pasar por un sicoterapeuta o sicólogo de pareja. Eso se tiene que ir evaluando".
También existen algunos medicamentos que se consumen por orden médica y que pueden retardar la posibilidad de un orgasmo o no lograrlo. En este sentido, Varas detalla que "hay algunos medicamentos que están en la línea de los antisicóticos, que se utilizan para distintas cosas, no solamente para la sicosis, sino que también en personas que tienen desórdenes de personalidad importantes, descontrol de impulsos, también para el tratamiento de las adicciones".
Sobredimensionado
No podemos desconocer que, en una sociedad hipersexualizada, alcanzar el orgasmo se ha vuelto casi un reto. Sin embargo, Varas enfatiza que ver el orgasmo como la meta a alcanzar no es la actitud correcta.
Bajo ese prisma, no lograrlo puede generar un alto nivel de frustración. "Hay una sobredimensión del orgasmo respecto de cómo debe ser una relación sexual. La relación sexual es mucho más que una experimentación de orgasmos, sino que también es la experimentación mutua de placer, que no necesariamente tiene que terminar con un orgasmo y menos necesariamente con un orgasmo mutuo. Eso ocurre, y evidentemente que es muy placentero, pero hay una sobredimensión respecto de la posibilidad de llegar al orgasmo", sostiene el docente.
El ritmo de vida actual, con altos niveles de estrés y menos tiempo para la vida en pareja, claramente atentan contra la posibilidad de llegar a ese apetecido clímax.
Mirian Mondaca Herrera
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