Sicólogo explica que es preferible hablar de zonas erógenas, ya que consideran distintos lugares del cuerpo.
En el terreno de la exploración de la sexualidad, comúnmente se escucha hablar de los puntos "G", prácticamente como una forma segura de alcanzar satisfacción. Incluso en la web es frecuente encontrar hasta especies de manuales sobre cómo proceder, casi como si el cuerpo del hombre y la mujer fuesen una máquina con la que se debe proceder siguiendo instrucciones rígidas.
Si bien es real que existe ciertas zonas en la mujer, como el clítoris o alrededor de la uretra y detrás del hueso púbico, y en el hombre, el glande o la región prostática, el sicólogo y docente de la Universidad de Valparaíso, Carlos Varas, advierte que no sería correcto hablar de puntos "G", sino que de zonas erógenas. Esto, porque las zonas sensibles ante a la estimulación van más allá de las antes descritas. "Hay que cambiar este concepto", indica el profesional.
Varas hace hincapié en que estas zonas, por lo general se manifiestan de manera particular en la gente. Así es posible encontrar a personas que en la intimidad pueden tener gustos muy dispares, llegando a ser vistos incluso de manera extraña por otros, como por ejemplo, quienes sienten placer al recibir masajes o besos en los pies, al tocarles la nariz, al masajearles las rodillas o la cabeza.
Lo anterior ocurre, dice el sicólogo ya que "hay personas que tienen ciertas preferencias respecto a cuales con las zonas más estimulantes al momento de estar en la activación sexual. Por lo tanto, esa es parte de la conversación que yo creo que las parejas no tienen. Las parejas buscan estas zonas 'mágicas', las zonas "G", como si fuesen zonas únicas y generales para todo el mundo".
Dejarse llevar únicamente por esas especies de manuales que circulan en la web, como una forma de "irse a la segura, es un error", advierte Varas, ya que, "la búsqueda de esas zona erógenas debe ser en pareja (...) en realidad la conversación que debiésemos tener con nuestra pareja es cuáles son las zonas que son particularmente erógenas para mí, para ti, y que forman parte de la comunicación y del lenguaje de la sexualidad entre ambos".
"mapa" del cuerpo
En el ámbito de la sexualidad, el profesional indica que no se debe dar todo por sentado, porque "si bien hay zonas que son bastante propias para el común de la gente, como el clítoris en la mujer o el glande en el hombre, no necesariamente esas son las zonas que todo el tiempo son estimulantes y estimulables para sentir el mayor placer".
Cuando uno de los miembros de la pareja se rige de manera rígida por los consejos que encuentra en Internet y existe una conversación previa con el otro, incluso puede llegar a ser contraproducente. "De hecho, a veces cuando uno se focaliza demasiado en esas zonas puntualmente erógenas, el clítoris o el glande, puede llegar a ser una sensación que puede ser incómoda si es la única estimulación que hay. Por lo tanto, yo creo que efectivamente está esta variabilidad, este conocimiento respecto a zonas erógenas que son diversas en el cuerpo, que generan una experimentación mucho más global, dado que esas zonas erógenas suelen estar también representadas en otras partes del cuerpo".
En este sentido, el sicólogo recomienda que lo más acertado es conversar de manera abierta con la pareja acerca de las zonas erógenas de cada uno, para que esa información sea conocida por el otro de cara al encuentro sexual. "Se hace una especie de 'mapa' del cuerpo(...) ojalá que sea de conocimiento mutuo de la pareja en conversación respecto a cuáles son aquellas que más gustan o agradan", finaliza Varas.
Mirian Mondaca Herrera
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