Alumnos se siguen reuniendo con su querida profe Braulia
En 1971 estudiaron con ella desde primero a octavo básico, en la escuela mixta 213 de Casablanca. Hoy la siguen visitando, contándole sobre sus vidas y arreglándole su casa en Quilpué. La docente jubilada agradece el cariño.
Se conocieron en 1971, cuando la señorita Braulia Grado llegó a hacer la práctica en la escuela mixta 213 de Casablanca, hoy Domingo Ortiz De Rozas.
Los alumnos acababan de pasar a primero básico, y el primer día de clases, la recibieron como su profesora jefe. Desde entonces, nunca más se separaron. "Estuve en la Escuela Normal de Viña, y de ahí llegué a Casablanca. Me dieron la jefatura y de primero a octavo hicimos de todo. Como yo me metí a un conjunto folclórico en Valparaíso, yo los motivé a ellos para que también formaran uno y recorrimos distintos lugares. Hicimos giras comunales con nuestras danzas", recuerda la maestra, que pese a jubilarse a sus 40 años de servicio, ayer celebró una nueva versión del Día del Profesor.
Jaime Jara, poeta e hijo ilustre de Casablanca por sus obras, recuerda que la profesora los "marcó completamente", ya que no sólo les daba las clases pedagógicas, sino que lecciones para enfrentar la vida. "Ella ha sido una profe y amiga. Nos enseñó a sacar la personalidad y nos preparó para la vida. Usó la igualdad también, porque hombres y mujeres teníamos que tejer, aserruchar o pegar botones", dice riendo.
Incluso, comenta, les dio clases de educación sexual. "En esos años, cuando la homofobia era muy fuerte, no era fácil asumir que era un niño gay. Pero la profesora nos enseñó que todos éramos iguales y me respetaban. El drama fue la enseñanza media, cuando ella ya no estaba", relata Jara.
Leonor Neira, otra alumna de este curso, dice que la siente como una "segunda mamá", porque la suya tiene una discapacidad. "Ella suplía nuestras necesidades y nos mantenía a todos unidos. Nos enseñaba a respetarnos y a tratarnos como a iguales. Además, nos llevaba a lugares que nunca pensábamos conocer como la cárcel y el aeropuerto", comenta.
De las cartas al chat
Patricio Cataldo, un alumno que cumplió su deseo de ser bacteriólogo, cuenta que logró su sueño gracias a la profe. "Siempre desde niño dije que quería ser eso, porque había visto una revista de caricaturas con eso. La profesora siempre me apoyó y gracias a sus enseñanzas, pude llegar lejos, siendo hijo de campesinos", dice el microbiólogo de la Universidad Católica de Valparaíso.
Marco Iribarra, director de finanzas del Mop en el Norte, agrega que está muy agradecido de que todavía tengan con vida a la "señorita Braulia", y que aún puedan compartir con ella. "La verdad es que es un premio, porque hemos tenido contacto permanentemente a través de nuestro grupo de WhatsApp. Ella nos enseñó más allá del estándar del colegio, nos forjó la personalidad y la capacidad de compartir con los demás. La quiero mucho, aparte que es muy educada en la tecnología", dice.
La profesora Braulia asiente y agrega que los mismos alumnos le regalaron su primer celular con WhatsApp. "Durante los '80 nos escribíamos cartas, en los '90 nos llamábamos por teléfono y desde el 2000 en adelante, nos contactamos por internet. Incluso con los que están viviendo en el extranjero", manifiesta.
Patricio Cataldo recuerda que la relación con la maestra era tan estrecha, que se la peleaban para que alojara en sus casas cuando estaba soltera. "Por eso tenía que hacer un sorteo y quedarme un tiempo en una casa, y luego en otra. Sus propias mamás me cuidaban cuando estaba enferma", afirma la profesora Braulia.
Luego, cuando se casó y se fue a vivir a Quilpué, la empezaron a visitar allá. "Es increíble el lazo que se ha formado. Estuve un tiempo viviendo en Arica, y aunque estaba bien lejos, mis alumnos siempre estuvieron pendientes de mí y hasta me arreglan la casa. Después de ellos nunca tuve otra jefatura de primero a octavo, por eso siempre digo que son mis hijos adoptivos", cerró.