La sinfonía verde tardó 93 minutos
El Decano hiló ocho triunfos de local, quedó en la parte alta de la tabla y la esperanza de volver a Primera crece más.
En el remoto caso de que algún hincha wanderino pensara que con el alza futbolística del equipo, se haría fácil entrar a la liguilla de postemporada, ayer quedó demostrado que la tarea no será para nada sencilla. Los verdes, sufriendo más de la cuenta ante un mañoso cuadro de Deportes Copiapó, logró conseguir un agónico triunfo por la cuenta mínima merced de un autogol en el tercer minuto de descuento, y con ello, no solo se aferraron a la parte alta de la tabla, sino que además consiguieron su octavo triunfo consecutivo jugando en casa, algo impensado hace solo unos meses.
Dado que ya no tenían chances matemáticas de entrar a la liguilla, se esperaba que el "León de Atacama" fuese un hueso mucho menos duro de roer en la jornada de ayer en Playa Ancha. La visita, sin embargo, supo plantearse bien en la cancha del coloso de subida Carvallo, donde salvo una tapada monumental del meta Orellana tras un remate de Viotti en el corazón del área, logró enviar el juego hasta la mitad de la cancha, todo merced de un juego mañoso, lento, y que no fue manejado correctamente por Nicolás Gamboa, juez del encuentro.
Acostumbrados a generar constantemente varias ocasiones de gol, los dirigidos por Miguel Ramírez se fueron preocupados a las duchas tras el primer tiempo, generando nervios que hicieron que el Decano, como pocas veces desde que el "Cheíto" asumió la banca, mostrara un juego por momentos errático y desesperado, lo que se acrecentaba con la desesperación de los más de 12 mil wanderinos presentes en las gradas que una y otra vez hacían notar su descontento cuando los jugadores de Copiapó tardaban demasiado en reanudar el juego tras un foul o bien se quedaban en el piso reclamando alguna posible infracción.
Un hombre de más
Corría el minuto 58 de partido, cuando Bernardo Cerezo, de pésimo primer tiempo, pero extraordinario segundo lapso, fue a piso para ganar un balón dividido. En dicha jugada, Juan Miguel Jaime le entró al formado en Universidad de Chile con una violencia tal que todo el público de inmediato comenzó a recriminar al jugador. Gamboa, en una de las pocas buenas determinaciones que tomó durante el cotejo, le mostró la cartulina roja al jugador nortino y dejó a Wanderers con la inmejorable oportunidad de buscar el triunfo con ventaja numérica.
Incluso teniendo un hombre más en cancha, sin embargo, los caturros no lograban penetrar el ordenado planteamiento dispuesto por el técnico Nicolás Vazzoler (Héctor Almandoz se encontraba suspendido y por ello su ayudante de campo debió tomar sus funciones). El cuadro nortino se metía tan atrás en la cancha, que los verdes solo podían tocar para el lado, tratar de buscar algún espacio por las orillas, o bien intentar de media distancia.
Con el equipo buscando desesperadamente el gol que les entregara la victoria, Copiapó no dudó en aprovechar los forados que el mediocampo verde comenzó a dejar en el campo, y de hecho, a un minuto de que se cumpliera el tiempo reglamentario, Germán Estigarribia, tras un desentendimiento de la zaga porteña, se fue solo en búsqueda del gol, y solo una extraordinaria volada de Mauricio Viana evitó el desastre.
Llegó el milagro
Gustavo Ahumada, cuarto árbitro del compromiso, levantó el tablero que indicaba que se jugarían cinco minutos más de adición una vez que los 90 minutos llegasen a su fin. La gente, enceguecida por el hambre de volver al fútbol de honor de nuestro país, comenzó a aleonar a los jugadores porteños una vez que se entregó la información oficial de tiempo adicional.
Así fue como cuando ya se habían jugado 180 de los 300 segundos agregados, que Bernardo Cerezo ganó por el sector izquierdo y habilitó de gran forma a Reiner Castro, quien una vez más demostró que es el jugador más desequilibrante del plantel verde. El venezolano, sin importar el cansancio, arremetió por su sector hasta llegar a la entrada del área, donde con sus amagues habituales logró penetrar hasta llegar a la altura de la línea de fondo. Allí, sin ángulo y con el arquero encima, levantó los ojos y vio que un zaguero copiapino se metía en velocidad por el centro del área, por lo que tiró un fuerte "buscapié" que justamente terminó quedándole encima a un Lukas Soza, que con la premura de la jugada, no alcanzó a despejar de buena forma y acabó enviando el balón al fondo de su propia portería.
El zaguero del cuadro forastero se retiró llorando de la cancha mientras todo Wanderers se abrazó a sabiendas que a dos fechas de que termine el campeonato, el sueño de ascender sigue vivo.