Ignacia Antonia, la niña que irrumpió desde las redes sociales
La adolescente de 17 años suma más de 3 millones de seguidores. Sus padres no tenían ni whatsapp y se percataron de su fama cuando la saludaban en las calles.
Si le digo Ignacia Antonia lo más probable es que usted no la asocie a alguien conocido. Sin embargo, si se lo pregunta a niños y adolescentes, se encontrará con una admiración y locura única. Ignacia Antonia Hernández Riquelme tiene 17 años y es influenciadora con más de 3 millones de seguidores.
Con los niños y adolescentes de la aplicación TikTok como su público más fiel -tiene más de 2 millones de seguidores- la "Nacha" ha convocado a decenas de juntas de seguidores en Chile y el extranjero. Todas han sido locura. Las últimas dos semanas lo ha hecho para sumar esfuerzos a la Teletón.
En La Serena, cientos de fanáticos esperaron horas para una foto, un video o simplemente un saludo. Hubo regalos y niñas llorando sin control. También mamás agradecidas porque sus hijas habían cumplido el sueño de conocer a la niña.
Su familia
Fue en la Región Coquimbo en donde buscamos la razón del éxito, y de cómo ha construido un camino que la tiene como embajadora -incluso internacional- de varias marcas, y con tentativas ofertas de extender más el desarrollo de su marca. Hasta La Serena llegó con Sebastián (su hermano), Beatriz (su madre) y Mauricio (su padre), con quien realizaría todo el recorrido de la Gira Teletón.
Oriundos de Puente Alto, el vertiginoso ascenso de la figura de Ignacia tomó de sorpresa a su familia. Evangélicos Pentecostales y Bautistas, la vida en el hogar era desconectada de la televisión y con casi nula presencia de smartphones. "Yo no entendía nada, recién había empezado a usar Whatsapp, entonces cuando me comenzó a mostrar los videos, yo dije 'que bonitos', pero cuando la comenzaron a conocer en la calle, ahí yo dije 'a ver ven, siéntate, explícame'", cuenta Beatriz.
Luego de eso, Beatriz instaló TikTok en su smartphone y supo que la gente podía escribirle a su hija, comentar videos, y comunicarse de manera privada. Ese día, Ignacia Antonia ya tenía 50 mil seguidores. Ya ahí Beatriz le contaría a su marido del arrastre que provocaba su hija.
La "Nacha" debía convencer ahora a su padre. "No me gustaba mucho la tecnología, las redes sociales, las encontraba demasiado invasivas, estaba en contra de esto, pero tuve que aceptarlo, apoyar a mi hija", contó Mauricio.
Pero el cambio tenía que ser gradual. "Mi esposa se dedica todos los días a revisar los mensajes que le llegan y el contenido que ella sube siempre se chequea", dice Mauricio.
Ignacia irrumpe en la conversación. "Todos los niños de mi edad tenían redes sociales (a los 13 años), todos estaban en Facebook y yo no tenía nada, no me dejaban", dice la influenciadora. ¿Tuviste a la mala?, le preguntamos, pero ella aclara que siempre le hace caso a sus padres. En la formación del hogar, la jerarquía se respeta, y eso es también parte de la receta de su éxito. Lo que sus padres dicen, se cumple a rajatabla. Eso sí, todo se dialoga y se analiza.
Sus padres, totalmente análogos, comenzaban a descubrir el mundo digital, ese que siempre estuvo, pero que ellos se negaban a ingresar a sus vidas. Mauricio agrega que este aislamiento en el proceso de digitalización los ha llevado a unirse más, "a ser una familia partner que en cierta manera nos acompañamos". De hecho, el fenómeno de Ignacia Antonia ha servido también para que puedan viajar juntos, compartir los eventos, y compensar los nuevos desafíos de influenciadora, pero siempre con la familia por delante.
Llega la fama
Fue en abril cuando la familia conoció el alcance de Ignacia. "Viajamos en marzo a la Semana Santa al norte, llegamos a Antofagasta y había 1.500 personas. Nos tuvimos que ir porque no había cómo controlar a la gente". Ese descontrol, le hizo entender a la familia, que Ignacia ya era un fenómeno.
En México también hubo una convocatoria, y más de mil niños esperaron -bajo una intensa lluvia- poder fotografiarse con la influenciadora. El fenómeno había cruzado fronteras. También ha estado en Perú y Argentina, y ya tiene fechas para Colombia, Uruguay y Ecuador. Pero el viaje más significativo, fue a Los Ángeles, California, ahí fue la única chilena que participó de una conferencia de YouTubers.
Lo de Semana Santa obligó a la familia a replatearse todo lo que ocurría entorno a la hija del clan. Ahí su padre -un hombre que comenzó vendiendo frutas y hoy es dueño de una automotora- se transformó en el manager, y con su esposa se dividen el cuidado de Ignacia en las actividades. Ella de lunes a viernes, y él el fin de semana. Entre ambos monitorean las redes, y él recibe propuestas, las analizan con abogados y conversan entre todos si la toman o la dejan. Ignacia no transa su naturalidad, no firma contratos con excepciones, y acude donde tiene ganas de hacerlo. Eso es el primer mandamiento del padre-manager.
En la Gira Teletón de hecho Ignacia comenzó acompañando la gira como influenciadora, y luego se transformó en conductora de streaming. Los límites los ponen ellos: a medianoche, un vehículo se lleva a Ignacia y su padre al hotel. La pequeña tiene guardia y su padre es su sombra, además toma fotos en el iPhone XS Max, hace videos y comparten todo el día. Son un equipo de trabajo afiatado, dialogante, y que irradia ese amor de padre e hija.