Priscilla Barrera Ll.
Oriana Tovar Gomez tiene 25 años. Hace un año y medio llegó a Chile proveniente de Maracay, Venezuela. Al igual que muchos de sus compatriotas, Oriana llegó a nuestro país en busca de mejores oportunidades. Con su título de ingeniera eléctrica, se inscribió en una feria laboral organizada por Aiep, sin embargo, aclara, estaba disponible para cualquier oportunidad que se le presentara.
La joven cuenta que la llamaron para hablarle de un curso como maquinista para la empresa MerVal, oportunidad que le pareció muy atractiva.
Tras un curso de aproximadamente 6 meses, la joven inició feliz y motivada su curso.
"Tienes dos meses de capacitación que te entrega Sence y que es básicamente la teoría, luego visitas los trenes, para ver cómo es el trabajo y luego horas prácticas, cerca de 300, en diferentes estaciones y turnos", detalló la joven.
Muy aplicada y con ganas de aprender y convertirse en maquinista, Oriana fue superando con éxito cada una de las etapas, hasta obtener su licencia como conductora de trenes.
"Después de pasar todas las pruebas, logré mi licencia P1 para conducir trenes, te la entrega EFE y es la licencia que oficialmente dice que has cumplido los requisitos para conducir trenes", cuenta Oriana.
Como muchos jóvenes, Oriana obtuvo su licencia de conducir a los 18 años en Venezuela. Con su risa contagiosa que aflora en varias ocasiones durante esta entrevista, aclara que evidentemente conducir un auto no tiene nada que ver con conducir un tren.
"Es otra cosa, totalmente distinta. Es una responsabilidad muy fuerte porque no es lo mismo que vayas sola en un auto a que lleves a 400 pasajeros. En las diferentes estaciones es emocionante que la gente te salude, en especial los niños", comenta.
Una frase que quedó muy grabada en la mente de Oriana durante el curso de capacitación es que su responsabilidad es "transportar almas".
"Eso me quedó muy grabado durante el curso, el hecho de que vas llevando a personas bajo tu responsabilidad", reitera Oriana.
Para esta venezolana no existieron mayores complejidades en el curso y que si bien son perceptibles si existe mayor o menor número de pasajeros o cuando las vías están mojadas, en general no existieron para ella situaciones difíciles de aprender.
"Tuve un excelente monitor, un verdadero guía del que estoy muy agradecida. Fue un proceso muy interesante, la verdad es que me encantó hacer el curso", confidenció la joven.
Oriana cuenta que al interior de la cabina el maquinista va solo y comunicado por radio permanentemente por cualquier incidente en la vía.
"Este trabajo diría yo que requiere mucha concentración pero por sobre todo mucha persistencia para hacer el curso e ir superando cada etapa. El proceso puede hacerse largo, pero cuando llegas al final sientes la satisfacción de haberlo logrado", agregó.
Para Oriana, el hecho de haberse convertido en la segunda mujer maquinista no tiene mayor relevancia, pues sostiene nunca le hicieron sentirse diferente a sus colegas hombres.
"Este es un trabajo para todos. Tuve la suerte de quedar aquí, cualquiera lo puede lograr. Me siento orgullosa, pero la verdad es que no siento eso de 'Oriana fue la segunda mujer maquinista' sino que cualquiera pudo haber sido la segunda. Con este trabajo siento que tengo todo", comenta sin falsa modestia.
Oriana se encuentra en Chile junto a su marido y su sueño es poder traer en el breve plazo a su madre que aún permanece en Maracay.
La joven cuenta que su familia está muy contenta con todo esto que está viviendo y siente que haber hecho este curso fue verdaderamente haber realizado una nueva carrera.
"Me he sentido maravilloso. Siento que Chile ha sido el mejor país al que pude visitar y quedarme. Me han tratado super bien, nunca he sentido discriminación y me han tratado como una chilena más. Estoy feliz y agradecida", termina diciendo Oriana, lista para iniciar cuanto antes su nuevo turno.