El diálogo de la materia

En la sala Leonidas Emilfork del Instituto de Arte - PUCV se exhibe la exposición "Aplomo" de Tomás Fernández. El artista es docente en la misma institución, además de ejercer en otras escuelas de arte como la Universidad de Chile.

En la serie de pinturas se constata como el proceso constructivo y simbólico del artista se enfoca en cuestionar la condición del óleo como material noble de las Bellas Artes, apelando a una especie de desacralización del tradicional pigmento/aceite. En términos de una línea estilística podemos situar a Tomás Fernández en estrecha cercanía con el informalismo, el arte povera y el assemblage, sobre todo con este último por el uso que hace el artista de diversos materiales en deterioro, siliconas y cintas adhesivas. Esta propiedad de su pintura nos remite a aquellos maestros que desde los años 60 exploraron la materia y el objeto adheridos al soporte de la obra, entre estos R. Rauschemberg, J. Beuys o A. Kiefer. Tal como acabamos de señalar, el rasgo formal de su pintura se rige por superficies cargadas de materia, en la cual vemos como se entremezclan el óleo con paja, tierra, mugre, silicona industrial, telas, papel de diario y desechos impregnados de pigmento y suciedad. En la obra "La almohada de Leppe" deja ver el denso gesto pictórico entre la saturación del pigmento y las transparencias por veladuras. En la parte superior se articulan diversos matices cálidos que convocan a contemplar la obra, mientras desde el centro pende una tela pegada, intervenida con manchas azarosas, guardando un bulto enigmático que otorga un peso visual a la obra. Otros trabajos presentan seres que aparecen velados entre la pintura, la cual enturbia aquellas figuras abyectas.

Con estos elementos el artista expone nuestra condición de precariedad local, su obra cobija entre otros, los materiales de barro y paja, los cuales son también la base de la mezcla que constituye el adobe, aquella humilde materialidad vinculada a la construcción vernácula de nuestra vivienda campesina. Por otro lado, su paleta cromática remite igualmente al color tradicional de la pintura del paisaje chileno, con matices ocres, siena, rojo y grises diversos, su calidez evoca fragmentos rurales de la zona central, donde reina el polvo y el muro derruido. La acentuada carga matérica y su gestualidad en la mancha vinculan a Tomás Fernández a otros maestros nacionales como José Balmes o J.P. Langlois, confiriendo a su propuesta un lugar particular entre la pintura actual.