Aymapu, papel reciclado local reconocido a nivel planetario
Víctor Velastino, fundador de Aymapu, supo levantarse de una quiebra que lo tuvo en la calle para emprender un proyecto que se caracteriza por su impacto socioambiental.
Javier Caldera del Río - SoyValparaiso.cl
Aymapu es una empresa propiedad de Víctor Velastino y tiene la peculiaridad de que permite germinar dejando el papel en la tierra para luego biodegradarse. Víctor explica que "al papel 100% reciclado le agregamos semilla y con esto además recuperamos frutos que se han perdido con el tiempo, como el tomate limachino".
El emprendedor de esta novedosa empresa dice que "nuestro principal foco es dignificar a los recicladores base; lo hacemos fabricando papel 100% reciclado, para lo cual hemos desarrollado maquinarias con diseños y bastante con innovación".
En la calle
Aymapu, que significa amigo de la tierra, ya lleva tres años y medio dando frutos, pero Víctor supo sobrevivir a momentos malos. "La idea nace en el peor momento de mi vida, yo había quebrado de un emprendimiento anterior, una experiencia bastante difícil con un servicio técnico", cuenta. "Fueron tres años muy buenos y uno malo, el último. Ese año perdí todo, quebré y me había comprado un terreno en la sexta región. Volví a Santiago, al departamento de mi suegro, seis meses después me separé y ya completamente solo me fui, y ahí quedé viviendo en la calle. Ahora lo digo más tranquilo, pero a mí me tocó vivir en la calle" agrega.
Víctor señala que no recuerda aquellos meses en que estuvo en situación de calle, pero recuerda sensaciones: "Iba a la posta central y tengo esa sensación el frío en las piernas, que no me dejaba dormir, imagínate dormir sentado en la recepción de un hospital con el frío en las piernas".
En esa condición Víctor cayó en depresión y perdió la tuición de su hija de 6 años. Pero el dueño de Aymapu supo sacar cosas positivas de su peor momento: "Vino un momento de introspección, yo era de Santiago, de un barrio no tan bueno de El Bosque, entonces cuando me vi con plata, me convertí en el típico roto con plata, el pedante, el pesado, el que gritonea a los trabajadores... Era otro tipo de persona que no estaba bien".
"Entonces, en este periodo que estuve en la calle, conocí a un viejo que siempre lo nombro, don Arturo, y luego retomé eso de volver a ser una persona humilde, volver a disfrutar las cosas simples de la vida, como dormir con sábanas, que es algo que hasta el día de hoy disfruto", confiesa.
Pero se necesitaba un nuevo despertar y llegó. "Estaba empezando a sonar todo esto de la economía circular, el tema del reciclaje, qué hacemos con la basura... Ahí empecé a investigar y encontré que en el mercado no hay papel reciclado; hay, pero lo traen de afuera. Entonces empecé a hacer el papel de manera muy artesanal con bastidores y jugueras", cuenta.
"Me di cuenta de que teníamos que ahorrar en tema de logística y bajar la huella de carbono, entonces mejor hacer estas papeleras más chicas. Al principio las máquinas eran de una tonelada mensual, actualmente estamos fabricando 25 toneladas mensuales con cada máquina" agrega.
Lo que los distingue es su foco en los recicladores base, a quienes les pagan $400 por kilo de papel, siendo $50 a $100 lo habitual en el mercado. "Al principio los conocí conversando uno a uno, después se pasaron el dato porque nosotros les pagamos bien", señala Víctor.
"Después vino todo un trabajo con los viejos, porque estamos hablando con personas que en su mayoría viven en situación de calle, en su mayoría tienen problemas de adicción y son muy llevados a sus ideas. Entonces al principio les pusimos micrometas, por ejemplo, no comprarle papel si llegaban con trago".
"Esto por una experiencia de la calle, porque que los viejos mientras más ganaban, más tomaban, y me di cuenta de este juego de que yo te doy, pero tú también pon algo de tu parte, porque a final qué sacas con pagarle cuatro veces el precio de mercado si después se lo toma", reflexiona el emprendedor.
"Entonces sumamos un trabajador social al equipo, pusimos duchas, con calefón y todo, y los viejos que vienen para vender el papel, también tienen que ducharse", cuenta sobre el impacto social de su emprendimiento.
"Después lanzamos la línea de cuadernos Wenü Mapu y con la venta de esos cuadernos, que en tres meses vendieron diez mil unidades, en el centro de acopio pusimos camas, hicimos un centro de noche, 25 personas pudieron pasar un invierno digno este 2019", concluyó Velastino.