Francisca Avsolomovich - La Estrella de Valparaíso
"Mi sabor favorito es el de plátano", confesó Manuel Chandía, playanchino que ha sido vendedor de los icónicos Helados York por alrededor de 40 años.
Mientras aparecen los primeros puestos ambulantes y dos señores sentados con el sol de frente le tiran migas de pan a las palomas que invaden todo el sector, se escucha el "cachito" de don Manuel alrededor de toda la Plaza Victoria anunciando su llegada.
Él, junto a dos compañeros más, son los vendedores porteños más antiguos de las paletas nacidas en el corazón de Playa Ancha a finales de los años setenta.
Es, además, amigo del actual dueño de la fábrica de Helados York, Bernabé Galindo.
"Nos conocimos jugando fútbol, estábamos en el mismo equipo de Playa Ancha: El Galvarino. Bernabé antes distribuía los helados de la fábrica Bresler en un camión y ya lo cachaba desde ahí".
Rutina
Manuel inició en el rubro a los 20 años. Desde ese entonces, no se ha detenido.
Partió vendiendo helados York junto a su fiel carrito a las afueras de los colegios durante los años 80.
En ese entonces, relató, lo vendía a $10 cada uno. Hoy lo vende a $500. Se moviliza en su carrito todo el día. Su jornada laboral empieza a las 11.00 am y finaliza alrededor de las 17.00 horas.
La ruta que traza diariamente va desde Valparaíso hasta Viña del Mar, específicamente a la playa Caleta Abarca, su otro punto de venta, sin embargo, a diferencia de otros años, este verano no le fue tan bien dentro del sector.
"Estuvo pésimo, poco turista y muchos días nublados", señaló don Manuel mientras se sentaba en su carrito.
Dada las condiciones climáticas, don Manuel solo se dedica a la venta de helados desde el 1 de septiembre hasta finales de marzo. Durante el invierno trabaja junto a su esposa cerca de Pedro Montt. Allí vende artículos de colegio y confeccionan manteles, cortinas y mochilas.
Zona cero
Manuel junto a sus compañeros suelen frecuentar el sector que va desde Parque Italia hasta Plaza Victoria, sector que no ha podido no ha visto tranquilidad desde que se inició el estallido socia en la zona.
Desde octubre, él junto a sus compañeros, vivieron todo en primera persona. Al respecto, señaló que la experiencia fue horrible: "Quedábamos blancos tras los gases lacrimógenos y mojados completamente por el guanaco. Cuando había alboroto pescábamos los carros, nos íbamos y escondíamos nuestras cosas en la galería Condell".
No obstante, expresó que durante los días de manifestaciones le iba bastante bien y que las personas le compraban hartos helados para combatir el calor.
Por su parte, agregó que, "somos queridos por las personas de acá y los jóvenes siempre nos protegían".
En cuanto a las expectativas que se tienen para este mes, donde se espera que las movilizaciones sociales vuelvan a las calles, Manuel señaló que no se moverá de donde está.
Tiempos difíciles
En años anteriores, Manuel compraba los helados York directamente desde la fábrica ubicada en Playa Ancha. Señaló que eran alrededor de 20 las cajas que se llevaba a su casa. Hoy, con las condiciones climáticas y sociales, compra en una distribuidora del plan de Valparaíso de forma diaria.