Párroco de La Matriz pide que gente de la calle sea testeada de COVID-19
El comedor que daba alimento a un centenar de personas está cerrado hace dos semanas para evitar aglomeraciones.
"Prefiero ocupar el dinero de cinco días de alimentación para que se hagan el examen del coronavirus", dice el padre Gonzalo Bravo, párroco de la Iglesia de La Matriz, respecto a las cientos de personas que viven en las calles porteñas y que no cuentan con ninguna protección ni acceso a la salud, ante la pandemia que está experimentando la región.
Hace dos semanas que el comedor que alimentaba a cerca de 120 personas al mediodía está cerrado por razones sanitarias, ya que no se puede tener a tantas personas en un solo lugar ante el temor del contagio.
Los voluntarios que trabajaban en este lugar también podrían haber quedado expuestos a contagio. Además, muchos de los voluntarios son adultos mayores, por lo que tuvieron que dejar de funcionar.
La cantidad de personas que acudían al comedor aumentó considerablemente después del estallido social. De 80, pasaron a ser 120 en pocas semanas. Algunos tuvieron apremios económicos por la crisis social y comenzaron a ir a comer al sector, luego que cambiaran el horario de cena a almuerzo.
Ahora quienes viven de la calle sobreviven de la caridad de los porteños del Barrio Puerto, quienes les entregan un plato de comida o una colación para pasar el día.
El párroco de La Matriz cuenta que habla regularmente con estas personas y que tras el cierre del comedor, están en buenas condiciones. El problema es otro.
"La adicción al alcohol y a las drogas es tan fuerte, que si ellos no comen, no les importa mucho. Lo que más me preocupa es que ellos están muy desprotegidos, porque están más expuestos que todos nosotros", dice el padre Gonzalo, quien también se vio forzado a cerrar el templo y terminar todas las actividades que se realizaban en La Matriz.
Según el párroco en el Barrio Puerto la vida transcurre igual, solamente se ha visto el cierre de los restaurantes y otros comercio. Pero se mantiene el comercio ambulante y los feriantes, por lo que también persiste la posibilidad de un contagio masivo en el sector.
Exámenes
Son alrededor de 400 personas las que viven en situación de calle en Valparaíso y que podrían ser las más afectadas si es que el brote en la zona aumenta.
"La vida en la calle se basa en la libertad, a ellos no les puedes decir que usen mascarillas o guantes. Menos que se laven las manos a cada rato, entonces hay que pensar en otras opciones", asegura el párroco.
Una de las propuestas es primero que sean examinados y testeados para ver si son portadores del COVID-19.
"Yo sé que no se los puede obligar a hacerse el examen, pero preguntarles si se lo quieren hacer. Se podría habilitar por tres meses un galpón o un recinto con un patio para que ellos pudieran estar durante este tiempo y así no contaminar a otras personas", afirmó el padre Gonzalo.