Marcela Guajardo Pérez

Calle Valparaíso se ve llena de gente. Como para la época de las ventas navideñas o los fines de semana largo.

Pero en las galerías del sector rondan pocas personas. La mayoría entra a buscar algo específico. Los menos, vitrinean o se pasean por los locales.

Entre los comerciantes de la Galería Cristal hay pocas expectativas para este Día de la Madre, que es uno de los más provechosos para el comercio en el año.

Algunos aclaran que la poca iniciativa de hacer regalos para esta fecha ya se arrastra hace un par de años, pero la mayoría coincide que es una fecha que todos esperan.

Sobre todo las tiendas que venden productos relacionados con belleza, ropa y accesorios.

"Spa Relax" lleva 15 años en la Galería Cristal. Vende jabones, cremas, colonias y otros productos de belleza 100% artesanales. Reconocen que han tenido que adaptarse a los cambios provocados por la pandemia. Por ejemplo, ya no se podrá tocar los productos, sino pedirlos a través del mesón para evitar contagios.

"Estamos viendo cómo trabajar con esta nueva normalidad. Cómo hacer promociones, pero el problema es que no hay público. Llevamos acá 15 años, podemos resistir un poco, pero también tenemos un límite. Nos estamos reinventando, estamos viendo el tema online, pero no suple las ventas diarias", dice Brian Cooper, encargado de la tienda.

Clientela

Patricia, quien vende productos de belleza, dice que tiene su clientela fiel, pero casi todas son adultas mayores.

"A veces vienen, pero se van al tiro porque tienen miedo", confiesa.

Las ventas han estado bajas. El mayor problema es la poca circulación de personas. "Toda la gente se va al supermercado y a las farmacias a comprar, recién la semana pasada empezaron a aparecer más personas por acá. No queda más que tener fe de que las cosas van a resultar", asegura Patricia.

El local casi al final de la galería, C&S, está hace muchos años vendiendo chalecos. Uno podría pensar que esta es la mejor época para sus ventas, pero también han experimentado una baja del 80% en los ingresos.

Esto ha llevado a que deban abrir día por medio. Sin embargo, para el Día de la Madre, esta semana tendrán todos los días abierto el local para aquellas personas que quieren regalar una prenda a sus madres.

"Tengo un artículo que es de invierno, así que igual vendemos un poquito. Además, tengo mi clientela porque el local es conocido", explica Sandra.

Ayer se dio a conocer el caso de dos viñamarinos, Eduardo González y Franco Moraga, de 36 y 32 años, que quedaron varados en la isla Roatán, en Honduras, y que llevan más de un mes y medio atrapados luego de que el Gobierno de Honduras decretara toque de queda y cuarentena total para hacer frente al coronavirus.

"nos mató"

El problema es que a ambos se les acabó el dinero con el que contaban para sus vacaciones, y están viviendo de la pesca y ayuda que les brindan algunos habitantes de la isla, lugar en el que tenían contemplado permanecer por solo tres días hasta que los pilló la medida sanitaria.

En conversación con La Estrella, Eduardo afirmó que la situación se complicó más ahora que el Gobierno de Honduras extendió por dos semana más el toque de queda y cuarentena total en todo el país.

"El Presidente habla todos los domingos y cada domingo extendía el toque de queda por siete días. Entonces teníamos la esperanza de que el domingo pasado de levantara el toque de queda, pero lamentablemente no sabemos por qué lo extendió por 14 días. Ahí nos mató. Primera vez que pasa esto", asegura González.

Y agrega: "Lo que pasa es que Honduras es uno de los países más pobres de América. De hecho es el segundo país más pobre después de Haití, entonces acá la tasa de muerte es de un 9% y a veces varía al 12%, por eso están tomando estas medidas extremas".

Sin agua potable

A todos los factores adversos, se suma que Roatán es un destino turístico y caro, por lo que el presupuesto de un viaje no da para vivir.

"El presupuesto que teníamos para este viaje se nos fue a las pailas con estos 45 días acá. Por eso nuestras familias están haciendo todo lo posible para que nosotros podamos volver a Chile", añade Eduardo.

"Ahora fuimos a negociar el tema de arriendo de la cabaña donde estamos alojando. Y claro, el dueño dijo que no se podía bajar más. El gran problema que tenemos ahora es el agua potable, porque la cabaña no tiene agua potable y debemos caminar 20 kilómetros a comprar en un minimarket pero no podemos ir por el toque de queda", lamenta Eduardo.