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[Cultura Urbana]

Comunidad de la Danza alza la voz por grave crisis

Dos centros porteños y de otras comunas han cerrados sus puertas debido a la pandemia. Situación laboral y económica de bailarines es precaria.
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Nicole Valverde S.

El mundo de la danza se suma a la grave crisis que hoy en día atraviesa el mundo de la cultura y las artes, producto de la pandemia del coronavirus.

La Comunidad de la Danza de la Región de Valparaíso, compuesta por 75 agentes del área, pertenecientes a las provincias de Los Andes, San Felipe, Quillota, Marga Marga y Valparaíso, atraviesan una situación de incertidumbre y fragilidad laboral.

Espacios clausurados

A través de un comunicado, señalan que "nuestro sector está precarizado de manera sorprendente y sumamos a esto, espacios de danza que han debido clausurar por temas económicos y por no poder sostener un lugar donde trabajar o generar una fuente de ingresos para su supervivencia".

Lo anterior también afecta a las personas que ejercen la danza en los espacios como talleristas y docentes; administrativos, estudiantes, padres y apoderados vinculados al lugar para bailar, ya que los agentes ven disminuidos o completamente anulados los flujos económicos que sustentan la vida y la de sus familias, precarizando -no solo el sector- sino a todo el contexto que rodea a los artistas de esta disciplina.

Al respecto, Susana González, instructora de danza con ritmos Afro y profesora de Biodanza, señaló que "ya se han cerrado dos centros de danza en Valparaíso y algunos otros más en otras localidades de la región. Es por eso que armamos una red de personas ligadas a la danza para abordar las problemáticas que tenemos".

"La mayor parte de la gente está sin pega. Y son profesionales titulados que llevan muchos años ejerciendo la danza. Entonces estamos viendo cómo vamos a gestionar lo que queda de pandemia", agregó la bailarina.

Resistir el apagón

Para lo anterior, la Comunidad de la Danza Región Valparaíso está buscando las formas de mantenerse y evitar la desaparición de más espacios como fuentes laborales.

"Como comunidad nos movilizamos en lo actual y muchos han tomado las herramientas virtuales como un salvavidas para resistir este apagón cultural inminente de la danza", añadieron en el comunicado.

"Como trabajadores de la danza tenemos y cumplimos un rol fundamental en la sociedad, y una de ellas es educar en el área artística. Por eso, queremos solicitar al Estado de Chile que se haga cargo de forma seria y responsable de las problemáticas expuestas y que el apoyo sea transversal e interministerial (Cultura, Social y Educación), para que se logren medidas reales que beneficien al sector con sus problemas atingentes".

Y concluye: "No estamos ajenos a lo difícil que es sobrellevar la situación actual, por lo que queremos de manera enérgica mostrarnos en apoyo a los aconteceres nacionales organizacionales levantados desde las artes. Somos trabajadores, somos artistas y podemos generar en conjunto a la institucionalidad decretos y políticas de emergencia que realmente beneficien al sector, y no lo parchen con gestiones erróneas en la cultura, las artes y el patrimonio, y que hoy tienen al sector en desmedro total en los social y lo laboral".

El policlínico de los libros

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por Joaquín Escobar C.

Una invitación a reflexionar

Los diarios de Cioran en una primera edición tuvieron más de mil páginas. Era todo un "ladrillo" que se conformaba de anotaciones triviales, reflexiones sobre el suicidio, cosas mundanas, historias cotidianas, intertextos con otros autores, ideas en torno a la melancolía y un extenso sinfín de reflexiones que en constante diálogo con su contexto lo sitúan como uno de los grandes pensadores del siglo XX.

En esta reedición de "Cuadernos (1957-1972)" , Tusquets decidió -mediante un minucioso trabajo de Simone Boué- editar lo realizado en una primera instancia por el autor rumano, entregándole al lector lo que se consideró más definitivo y trascendental, reelaborando un texto de trescientas páginas que es una verdadera obra de arte del pensamiento contemporáneo. Un lugar en donde lo público y lo privado se funden para ver los estados por los que transita la condición humana.

Es difícil e irresponsable mencionar algo positivo que pudo haber traído consigo la cuarentena. Sin embargo hay un hecho, que para bien o para mal, nos determinó a todos: nuestras vidas se detuvieron, se congelaron. Hubo una pausa, como si alguien hubiese apretado el botón detener de todas nuestras existencia. Ello provocó, entre otras cosas, ponernos a pensar sobre nuestros pasados, revisitar nuestras vidas, los que fuimos, los que seremos, los que buscamos ser. El libro de Cioran, en estos momentos de reflexión y espera, es la banda sonora idónea para seguir con nuestras introspecciones, pues más allá de los guiños literarios y metafísicos, hay reflexiones que funcionan como espejos de nuestra propia cotidianidad: "Debo forjarme una sonrisa, armarme con ella, ponerme bajo su proyección, tener algo que interponer entre el mundo y yo, camuflar mis heridas, aprender por fin a llevar la máscara".

Emil Cioran es un filósofo melancólico que siempre fue a contracorriente, por lo mismo, el diario no solo funciona como un motor de reflexiones íntimas, también es un eje que nos invita hacia otras lecturas. Camus, Beckett, Ionesco, Celan, entre otros, funcionan como el más distinguido de los coros, situando a los escritores clásicos no solo como parte de una obra incombustible, también para observarlos en sus interacciones habituales. Por ejemplo, Emile Cioran se arrepiente de haber despreciado a Albert Camus, lo confiesa al enterarse de la muerte del filósofo francés.

Al ir avanzando por el diario de Cioran es imperioso tener a nuestro lado un lápiz que nos permita subrayar las frases que nos van golpeando. Más adelante, por su condición de inagotable, volveremos sobre este libro de hojas marcadas, como si en esos trazos se escondiera una parte irresoluta de nuestra propia vida.

título: "Cuadernos (1957-1972)

autor: Emil Cioran

editorial: Tusquets