Cuando las primeras gotas del amor-conciencia nos tocan
La mayor parte del sufrimiento y el miedo vienen de una idea, no de algo que esté sucediendo en realidad. Cuando el ser humano vivía a la intemperie necesitaba protegerse de tantas cosas: cocodrilos, incendios, sequías, de otras tribus, necesitaba ese conocimiento y también ser consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor, para defenderse.
Ahora nos protegemos constantemente, pero de ilusiones. Son memorias de hechos que no están sucediendo realmente y que pueden destruir un momento perfecto únicamente con un pensamiento, un miedo o una idea.
El amor-conciencia observa el movimiento de la mente, el incesante flujo de pensamientos. Cuando estamos perdidos en la mente, somos incapaces de discernir entre lo real y lo irreal, reaccionamos y nos protegemos ante amenazas que ni siquiera existen.
Esta creación, este amor, es fenomenal. Pero estamos tan concentrados en lo que está mal que no nos damos cuenta lo buenas que son las cosas hasta que se han ido. ¿Por qué? Porque nunca estamos aquí, nunca estamos en este momento.
Destruimos el planeta porque no estamos aquí, no estamos amando, no estamos presentes. Vivimos en la dualidad de la mente, siendo violentos con nosotros mismos y criticando el exterior. Necesitamos estar presentes, anclados en nuestros corazones, vaciándonos de lo que no somos, para poder expandir quienes verdaderamente somos: el amor-conciencia.
Cuando aprendemos a vivir en nuestros corazones, esas ideas y temores son como la mosca que pasa volando, es solamente un aspecto de la naturaleza. No nos identificamos con la mosca, nos identificamos con el bosque y toda su belleza, nos identificamos con todo lo que está sucediendo.
Cuando soltamos el deseo, la paz se garantiza, porque sin deseo no hay necesidad. La necesidad nunca está en este momento, siempre está en un momento futuro. Tenemos exactamente lo que necesitamos en cada momento.
El deseo siempre está llenando un vacío, no está abrazando la perfección de cada momento. Siempre percibe algo que falta, algo que está mal. Pero no hay nada que falte, no hay nada que esté mal. Todo es abundantemente perfecto. Hay que encontrar y escuchar la armonía.
Cuando vivimos alejados del amor-conciencia, nuestros corazones son como un desierto. Pero cuando las primeras gotas de amor-conciencia nos tocan, el desierto empieza a florecer abundantemente. Cuando la conciencia penetra, todo comienza a florecer y el desierto del corazón se convierte en el oasis del amor-conciencia.
Los niños y la naturaleza viven constantemente en dicha, perciben la abundancia y la plenitud allí donde los adultos ven carencia, están inmersos en la belleza del ser. ¡Hay tanto que podemos aprender del reino animal y de los niños! Podemos aprender a Ser, a estar en el momento, a estar en el ahora, a ser el amor.
Nada más que el Ser existe, nada más que el amor-conciencia existe. ¿Cómo puede haber algo que no esté basado en la perfección? Tenemos que redescubrir nuestra capacidad de fluir, de vivir en el aquí y el ahora, de decir que Sí a lo que estamos creando en cada momento. Es el miedo el que nos impide soltar nuestras limitaciones y realizar nuestro potencial completo. Se tú, confía en tu corazón, sé lo que tienes que ser. Tu única responsabilidad es amarte a ti mismo.
"El deseo siempre está llenando un vacío, no está abrazando la perfección de cada momento".