Un empate que acabó teñido con tintes verdes
Si bien Santiago Wanderers no pudo cortar la racha de más de siete años sin derrotar a Everton, la igualdad a dos tantos que consiguieron ante los oro y cielo en el último suspiro del Clásico Porteño, terminó en abrazos.
S in fervor en las tribunas pero con alta dosis de dramatismo en la cancha. La centésima versión del Clásico Porteño en Primera División acabó empatado, pero tal y como viene siendo costumbre en este tipo de partidos, quien comenzó en ventaja acabó con el amargo sabor de la igualdad.
Everton fue mucho más eficaz que Wanderers en el primer tiempo, lo que le valió irse en ventaja al descanso tras anotación de Cuevas tras una sublime jugada de Cerato. Más tarde, el duelo parecía sentenciarse cuando Bastián San Juan, de chilena, anotó el 2-0 a trece minutos del silbatazo final, pero los jugadores porteños habían avisado que querían conseguir un resultado "a lo Wanderers", algo que finalmente sucedió.
Néstor Canelón, a nueve minutos de que los equipos se fueran a las duchas, conectó un cabezazo tras pivoteo de Marín para poner el descuento y de paso inyectarle una motivación extra a un equipo que jugaba contra el cansancio y el reloj.
Cuando el juez del encuentro otorgó seis minutos más de adición, una bocanada de oxígeno llegó a los pulmones de los futbolistas caturros, quienes a través de Carlos Rodolfo Rotondi, acabarían abrazados. El veloz puntero, que por lejos ha sido la figura más descollante del Decano en la temporada, recibió de Medel, avanzó por la izquierda, y sacó un centro lleno de efecto que se acabó colando en la portería de Herrera, sentenciando un empate que fue vitoreado por los verdes y maldecido por los auriazules.
"Quise tirar el centro y se metió, pero rescato la actitud del equipo que con un dos a cero abajo fue a buscar la victoria", confesó con humildad el delantero argentino tras el duelo en declaraciones a CDF.
Los técnicos
Miguel Ramírez, quien gritó con todo el gol de Rotondi en los suspiros del duelo, analizó tras el empate que "esto ayuda mucho a que el jugador crea que se puede, a la confianza, y a darse cuenta que hay momentos para ser más agresivo y otros para jugar. Para lo que viene, sumado esto a los resultados que han tenido los equipos que están a nuestro alrededor, el empate nos permite seguir escalando en la tabla de posiciones, entonces queda mucho torneo y ahora vienen rivales que están arriba nuestro, que vienen jugando de buena manera, por lo que tenemos un gran desafío por delante".
Javier Torrente, evidentemente resignado a un marcador que, para él, fue injusto debido al trámite del cotejo, indicó que "nos volvió a suceder lo que pasó con Universidad Católica y lo que pasó con Antofagasta, donde fuimos superiores al rival, lo demostramos en el campo, en el dominio de las acciones y por pequeños detalles, algunos propios y otros arbitrales, se nos escapó el partido".
Nicolás Arancibia Bórquez
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