Valparaíso y sus políticos
El Puerto "goza" de un triste abandono; ha tenido en suerte pésimos políticos: senadores, diputados, alcaldes y concejales.
La ciudad se ve abandonada, destruida, sucia; llena de grafitis. No se ve destino posible; su magra economía languidece y las pocas fuentes laborales van desapareciendo y las únicas que hay son de servicio. Pareciera que las únicas fuentes de trabajo fueran el puerto y el comercio. La pesca se ha visto disminuida y degradada por una ley que tiene a muy mal traer a los pescadores artesanales.
Los ascensores, otrora emblema del Puerto, están sin funcionar y los pocos que lo hacen muestran precarias condiciones. La escuela Barros Luco, aún no es entregada. Los trabajos urbanos se eternizan; parecen obras faraónicas (la calle Santos Tornero, en Playa Ancha ha estado en reparación por mucho tiempo). Cuando caminamos por el Puerto, nos acordamos de Neruda "Valparaíso, tan sucio, tan bello".
Nadie de nuestros ilustres políticos se la ha jugado por llevar el tren a Santiago. Su ausencia es un triste recuerdo de la Dictadura a la que no le gustaron los Ferrocarriles del Estado, tal vez porque olía a socialismo o porque los camioneros y las empresas de transporte interurbano, temían competencia.
No creo que los políticos sean ineptos, son profesionales "de alta gama" y parecen no carecer de capacidad; que no aplican para mejorar Valparaíso. La capacidad está, lo que falta es el interés; no les importa, total ya lograron su elección. Ahora, esperan que pase el tiempo hasta la otra campaña electoral; entonces sufrirán por el Puerto y tratarán de ser nuevamente elegidos. Su filosofía es clara: vale el cargo pero se olvidan del bien común. (Si alguna vez lo tuvieron presente).
Pobre Puerto.
Carlos Cabrera, profesor de Filosofía