Jay Parini:"Borges y yo"

Jay Parini era un joven estudiante cuando conoció a Jorge Luis Borges. Por esas casualidades que siempre presenta la vida, le pidieron hacerse cargo de un escritor latinoamericano que andaba de visita en Escocia. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que la persona que debía cuidar era el argentino que andaba de visita por el viejo continente. Pese a que ya estaba ciego y maltrecho, se mostraba carismático, ganoso, verborreico y lleno de vitalidad, entendiendo su viaje como una aproximación más hacia una vida que nunca dejó de seducirlo.

Borges le pidió a Parini conocer las Tierras Altas de Escocia. Necesitaba empaparse de un paisaje que entre tantas lecturas solía encontrar literario. Cuando iban en el Mini Morris hacia tan altas cumbres, contrario a lo que podría ser un viaje de turismo en el cual un anfitrión expone la cultura y la naturaleza de su país, quien habló en todo momento fue Borges. Mientras más avanzaban, más se explayaba sobre literatura, intertextos, libros clásicos (Stevenson y Twain), formas de lectura, laberintos y poesía, es decir, todas las estructuras que lo determinaron a él como escritor y persona.

Lo que hace Parini cincuenta años después es contar esta experiencia y la forma en que lo marcó para toda su vida. No estamos ante una entrevista que se transcribe de forma textual (de hecho, Parini no llevaba ni siquiera una grabadora), estamos frente al recuerdo de una conversación que marcaría un punto de inflexión en una vida que por esos años estaba llena de incertidumbres.

Estamos ante una novela entretenida y vertiginosa, todo está construido a partir de un recuerdo que pese a los años se mantiene verosímil, pues en todo momento resulta creíble el personaje de Borges. Era complejo construirlo como una ficción, pero a través de todas las exageraciones que vemos en su gestualidad y opiniones (su desprecio por Oliverio Girondo), resulta atractivo y querible.

El libro no solo entretiene, también conmueve y funciona como una guía de lectura hacia otras posibilidades, abriéndonos nuevos caminos en el amplio camino de la literatura.

Uno de mis cuentos favoritos del argentino es "El otro". En él se encuentra dos hombres en una plaza, son dos Borges, dos réplicas que se reconocen en el pasado y el presente a partir de los objetos y la literatura que comparten. Está la figura de lo real y su doble que tanto obsesionó al escritor en toda su obra. Me parece que el ejercicio que hace Parini en su novela es similar. Hay un juego de reflejos en el que aprendiz y maestro buscan localizarse y entender la literatura como concepto. Mientras este encuentro sucede, Parini estaba prófugo de la justicia por no querer alistarse en el ejército para ir a la Guerra de Vietnam. Sentía pena y culpa, pero no por su nación, en lo absoluto, la sentía por sus amigos que no pudieron torcer su destino y se convirtieron en soldados. Quizás Parini halló en Borges un refugio, una guarida, un espacio en el cual huir de una realidad que lo inquietaba.