La complejidad de la ampliación portuaria como el T2 en Valparaíso es una cosa de tamaño, de escala: 12 hectáreas de actividad industrial cerrada, con grúas de más de 70 metros de altura y una verdadera muralla de containers que separa el centro histórico de la ciudad de su mar. Una nave moderna puede trasladar 15 mil a 20 mil containers, y por lo tanto necesitan 15 mil a 20 mil camiones descargando esa carga en pocas horas. Al año el T2 pretende mover 1 millón de containers, lo que equivale a un promedio de 2.800 camiones diarios. Eso también es contaminación marítima, acústica y de material particulado en nuestra geografía de anfiteatro, es decir, de concha acústica. También todos esos containers son un potencial peligro en caso de terremoto y posterior tsunami.

Toda esa mega infraestructura portuaria ocurre en el mar y en la tierra, tierra y mar que le pertenecen a la ciudad y sus habitantes. Por lo tanto, si el puerto gana espacio para sus faenas, de igual manera la ciudad debe ganar espacios del borde mar para su urbanismo, poner en valor su patrimonio y potenciar sus otras vocaciones. No puede el puerto beneficiarse a costa de la ciudad ni la ciudad recibir solo las externalidades negativas del puerto. Es decir, hay que buscar el punto medio y eso se llama diseño ciudad puerto.

Las grandes navieras mueven el 80% de la carga del mundo, son poderosas y son ellas las que presionan a los estados o ciudades por el tamaño de los puertos. A ellas no les importa si las reciben en el desierto o en el centro de una ciudad, ellas solo exigen el espacio que requieren sus operaciones, de lo contrario se van a otro puerto porque el mundo tiene que seguir rodando. Por lo tanto no le vamos a pedir a las navieras o al concesionario que haga el diseño ciudad puerto, es la ciudad y su puerto quienes deben buscar el punto medio. Ahora, que un barco es algo bello en un puerto, claro que es bello tal como aparece en este cuadro.

Óleo sobre tela

2021

58 cm x 33 cm