La última batalla de El Irlandés para sobrevivir
Luego de dos años sin funcionar, el tradicional local porteño vuelve a sentirse vivo, pero debió recurrir a una campaña para no desaparecer.
Matias Valenzuela - La Estrella de Valparaíso
El tradicional bar El Irlandés, icónico por sus gustosos brebajes, su vistosa ornamentación, y esa amistosa mezcla de jarana y camaradería en partes iguales, sigue vivo, pero no se sabe hasta cuándo. El regreso del querido recinto porteño tiene fecha de vencimiento, a menos que sus parroquianos puedan evitarlo.
Nigel Gallagher, el hombre que fundó el bar hace 17 años atrás en Valparaíso, cuenta el duro proceso acaecido en los últimos dos años. Fueron golpeados con mucha fuerza: primero un incendio sufrido en 2018, luego vinieron los meses inciertos para el comercio por los eventos del estallido social en 2019, y para rematar todo, la pandemia en 2020. "Tuvimos varias cosas, una encima de la otra", resume Nigel, y se refiere a la acumulación de deudas que obtuvieron tras estos eventos. "El local estuvo cerrado 18 meses. Por todas esas cosas, hemos estado acumulando deudas que son demasiado contundentes para que con el flujo que hay en el bar en este tiempo, continuemos. Yo estoy trabajando el bar en este momento de una manera muy diferente a la de antes, en el sentido que yo tenía ocho empleados, tenía un cajero, administrador, bartender, cocinero, dos garzones, personas del aseo; un equipo no tan grande, pero un equipo. Recién, en estos últimos meses estoy trabajando el bar con una persona, eso por necesidades económicas, pero también me ha dado la oportunidad de estar mucho más cercano a mi público", cuenta.
El hombre proveniente del país del trébol, argumenta que esta experiencia le hizo reconectarse con su clientela, y comprobar que todavía tiene público, que la gente añora el local. "Lo que yo he visto en este tiempo es que la gente lo pasa bien, la gente disfruta del bar, la gente aprecia el bar, y cuando algunos me han dicho 'chuta, que bueno que sobreviviste', y poco a poco yo he comenzado a decir 'amigo mío, todavía estoy pero no por mucho más'", comenta Nigel, y expone su idea de generar una campaña de suscripción para rescatar al bar y evitar su cierre definitivo (ver recuadro): "Me llegó esta idea de una suscripción, donde la gente paga un monto mensual, porque la idea es que sea algo para ayudarnos a salir de las deudas, de cubrir los gastos, para poder continuar el bar y que sea un negocio que sirva, económicamente, y no solo románticamente".
Sobre la situación financiera, Nigel no da detalles, pero habla de deudas "contundentes", que espera subsanar en la medida que haya más público en el bar. Actualmente funcionan de martes a sábado, con una oferta reducida de lo que era en la época pre pandemia, pero recalca que se mantiene la variedad, la calidad, y ese ambiente tan particular que albergaban las paredes del bar, esas que están repletas de tréboles, duendes, y sombreros. "Necesitamos ayuda hasta que el bar vuelva a lo que fue. Antes el bar funcionaba no con un ingreso gigante, un ingreso suficiente, se movía bien. Era básicamente para pagar los gastos, y sin mucho lujo. Nadie lo cree, pero es así. Ahora, con las deudas que hemos acumulado con un año y medio sin ingresos, no da, porque tampoco hemos estado con el flujo de público que teníamos antes", explica.
Por lo pronto, Nigel cruza los dedos y le guiña un ojo a San Patricio con la esperanza de que su clientela le tienda una mano. Dice que ha recibido muchas loas y aplausos por mantener su compromiso con el bar, pero se necesita más para extender su legado y flamear la bandera verde, blanca y naranja. "Es el momento de demostrarlo", advierte.