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Francis Álvarez, piloto federada: "No importa el género en el autódromo"

Cada dos o tres semanas se enfrenta a 30 o 40 competidores, todos iguales a ella, pese a ser la única mujer del circuito. La deportista explica a Región F porqué la pista no discrimina.
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Francis Álvarez Beltrán - 24 años, tecnóloga médica de la Universidad de Valparaíso con mención en morfofisiopatología y citodiagnóstico- es la única mujer entre 150 pilotos federados que compiten en la categoría Monomarca Nissan V16. Eso porque su colega Natalie Olguín acaba de sufrir un accidente que la mantiene hospitalizada en el Hospital Gustavo Fricke, lo que deja de manifiesto la peligrosidad del deporte que apasiona a esta piloto.

Pero Francis Álvarez continúa firme junto al volante: desde los 10, cuando aprendió a manejar, su vida ha sido literalmente, sobre ruedas. En medio de una sociedad donde frases como "mina tenía que ser", "las mujeres no saben estacionarse", o derechamente "manejan mal", son todavía cotidianas, esta deportista rompe estereotipos.

Su auto es un modelo del 2006 que compró por tres millones y medio. Con él compite de manera directa con otros 30 pilotos cada dos o tres domingos en el autódromo de la Villa Olímpica de Quilpué. El apoyo familiar es fundamental; crecer en medio de un ambiente donde el automovilismo está naturalizado más allá del género y contar con referentes desde su temprana infancia, le indicaron el camino. Uno que, de todas formas, no ha sido fácil y que la inició en el mundo tuerca gracias a su padre, Marcelo Álvarez, conocido expiloto y mecánico.

A pesar de su familiaridad y cercanía con la pista, titubeó al preguntarle si podía participar. "Él jamás dudó. De hecho, se sorprendió mucho con mi pregunta y me dijo «cómo no vas a poder correr si al final depende de ti»", confiesa. "Era algo que cualquier persona que me conociera veía venir", afirma. "El autódromo es como mi segunda casa y de quienes participan, nadie se sorprendió", agrega.

La tecnóloga médica se apresura en explicar que "esto no es ir y correr un domingo. Es un trabajo previo, completo. No hay tiempo libre aquí. Cuando uno realmente quiere hacer algo, y algo bien hecho, tiene que dedicarse a eso; si uno no se esfuerza y no se dedica, es difícil avanzar".

Un deporte costoso

Mención especial para las anécdotas vinculadas a sus implementos, un buzo de hombre y unas zapatillas infantiles son parte de la indumentaria de esta piloto: "no encontré de mujer, obviamente aquí en la casa tuvimos que arreglarlo, porque me quedaba gigante". Además, se apuraba en aclarar, tuvo que encargarlo afuera "porque acá el automovilismo no es un deporte muy masivo, muy común. Acá en Chile es mucho fútbol, y claro, bien por ellos, pero nosotros obviamente necesitamos nuestra parte". El calzado, en cambio era Unisex, pero le presentó otra dificultad, "me costó un mundo encontrar mi talla, porque son para los extranjeros, o sea son gigantísimas las zapatillas, así que al final terminé comprando zapatillas de niño".

Francis Álvarez asegura que ser piloto de carreras "es un deporte sumamente costoso, independiente seas mujer o seas hombre". Por eso, la profesional destaca el apoyo que han recibido desde la alcaldesa de Quilpué, Valeria Melipillán: "Yo he visto que literalmente se ha puesto la falda por el automovilismo. Ella está trabajando arduamente para que nosotros podamos tener nuestro espacio dentro de los medios, de la sociedad y que se conozca [el deporte]".

Derribando mitos

"Me pasa mucho en el laboratorio que mis colegas me comentan «oye, ¿y vienes al trabajo en el auto de carreras?», y yo pienso «pero, cómo», porque para mí es tan natural pensar que eso es imposible, pero ellos no conocen el tema", explica.

"Un auto de carreras es totalmente distinto. Se le desmantela la parte interior completamente, se inserta una jaula de seguridad, que son, más que nada, fierros atravesados. El auto también tiene solamente una butaca, un asiento para el piloto, el volante obviamente, la palanca, pero no tiene nada más", detalla.

"Cuando era chiquitita, iba a ver las carreras y había también solamente una piloto, Tamara Álvarez y era sequísima. Hoy estoy feliz de poder encarnar lo que ella de alguna manera representó para mí", dice con orgullo.

Relata también cómo en la pista "todos nos tratamos por igual, no importa el género dentro de la categoría o el autódromo. Independiente que seas mujer u hombre, el desempeño es propio". Reconoce eso sí, que doblar en las curvas requiere de una fuerza impresionante: "Nosotros corremos los domingos y [al principio] por el jueves todavía sentía los brazos que se me estaban a punto de caer. Pero de a poco uno se va acostumbrando", relata.

"En la conducción, no hay mucha diferencia [con los hombres], son detalles mínimos. Hay un trabajo físico, emocional, mental y obviamente con el auto. Después uno ya puede estar en las mismas condiciones que cualquier otro piloto", asegura.