Emblemático bar "Proa" se niega a morir: dueño quiere ir en su rescate
Histórico local porteño informó el cierre de sus cortinas el pasado 19 de noviembre, sin embargo, las ganas por verlo resurgir están intactas. Rodrigo González, su dueño, inició conversaciones con la Municipalidad.
Conmoción y viajes al pasado generó en los porteños la noticia de que el emblemático y bohemio Bar Proa cierra sus puertas tras años de trabajo y festejos en el barrio Puerto.
Valparaíso no lo podía creer. Ni tampoco su dueño, Rodrigo González, quien, con voz de tristeza, detalló los pormenores que lo llevaron a tomar esta difícil decisión, decisión que hoy podría tener un revés, ya que quiere ir en su rescate. "Nuestra historia es un poco larga, porque nosotros comenzamos la propiedad del Proa en el 2007, cuando vinimos a rescatar, con el dueño original, el local, porque estaba en un declive brutal. Lo sacamos a flote, lo tuvimos en los mejores años de sus ventas y posicionamiento hasta el 2014 que llegó la ley de Tabacos", contextualiza González, también maestro de cocina.
"Nuestro diagnóstico fue catastrófico: la inversión estuvo ausente por ce 50 años, por lo que tenía un déficit estructural y lo peor era que tenía muy mal diseño en cuanto a la ley sanitaria de alimentos", añadió.
Proyectos rechazados
Pese a que el diagnóstico no era favorable, con esfuerzo, los años de gloria se notaron hasta el 2015, fecha en la que volvieron los problemas."Teníamos nuestros permisos de obras denegados y teníamos que ingresar un proyecto a través de Monumentos al estar, el Proa, en una zona de conservación. Ahí perdimos un año, esperando. Finalmente Monumentos Nacionales me contestó al año siguiente rechazando el proyecto". El propietario añadió que "contraté otra empresa en el 2016, presentamos otro proyecto, trabajamos con la consejera del Consejo de Monumentos y el proyecto quedó bien, sin embargo, lo rechazaron nuevamente. No entendíamos el por qué. Así ya llegó el 2018: vino un arquitecto y proyecto nuevo y el 2019 se vuelve a rechazar", detalló González.
Con tres proyectos rechazados, llegó, lamentablemente, el estallido social y la pandemia. La situación se volvió aún más catastrófica. "Todas las entrevistas después las hicimos vía Zoom. Le pedimos audiencia al Consejo y recién entendimos que las razones de sus rechazos eran por dos conceptos que ellos no querían: primero, espacios abiertos sin techo y segundo, los conceptos de terraza. Ellos no querían ni una sola terraza en el barrio Puerto. Con esa información rediseñamos el proyecto, sin embargo, lo rechazaron. Además, enfatizaron en que debíamos hacer una reconstrucción histórica. Ahí nos dejaron muertos, imagínate la inversión", precisa.
Patente
Con este golpe, llegó una nueva complicación: las patentes. "Tras la pandemia, decidimos abrir en julio. Cuando vamos a pagar la patente, no aparecía la patente de alcohol. Me dijeron que fueron eliminadas el 2021 porque estaban en nombre de un tercero (anterior dueño), y ese tercero no estaba tributando porque cambió de domicilio comercial: la patente no tenía balance, informe capital propio, por lo tanto se le asume inactiva. En términos prácticos, en el procedimiento municipal no había nada regular. ¿Qué hago yo en esas circunstancias? Abrimos sin patente. nos fiscalizaron y la última vez nos vinieron a cerrar. Eso fue lo que pasó hace dos viernes atrás, cuando nos dejan sin ninguna posibilidad de abrir. Dentro de mi desesperación, dije ya, 'se cierra esto'. Le informamos a los clientes y a los trabajadores. Estamos en quiebra", detalla.