La fe de los bandidos
México, Chile y otras naciones de América Latina sufren la amenaza de los delincuentes, quienes tienen un enorme "santoral" para protegerse de sus fechorías.
por Juan Guillermo Prado
Este año se inició en México con 29 muertos -diez de ellos militares- y 35 heridos, tras ser arrestado Ovidio Guzmán, hijo del reconocido narcotraficante Joaquín "Chapo" Guzmán. Los soldados del cártel de Sinaloa bloquearon caminos y calles, hubo balaceras, incendios de vehículos y saqueos en toda la ciudad de Culiacán y hasta disparos contra un avión de Aeroméxico cuando estaba por despegar.
Los narcos de la ciudad tienen un "santo" propio, Jesús Malverde, al que rezan antes y después de cometer sus fechorías. Se dice que fue un delincuente que robaba al finalizar el siglo XIX y a principios del XX para repartir dinero entre los pobres. Luego de capturado y enviada a la horca, comenzaron a difundir posibles milagros cometidos por su intercesión. El primero ocurrió cuando el ladrón aún estaba colgado en la plaza.
La leyenda cuenta que un ganadero se postró a los pies del cadáver y le pidió encontrar sus animales de crianza; a cambio, rompería las reglas y le daría una sepultura digna. Días más tarde, el hombre regresó y se llevó los restos del bandido para enterrarlos. Su ganado había regresado a sus tierras.
La Santa Muerte
En todo los tiempos y lugares los delincuentes han tenido sus "santos" protectores. Además, en México existe el culto a la Santa Muerte, que según algunos investigadores es el movimiento religioso que más rápido crece en América, desde Canadá hasta nuestro país.
Según Andrew Chesnut, de Virginia Commonwealth University, en Estados Unidos habría doce millones de devotos, la mayoría desde el año 2001, cuando la pionera del culto, Enriqueta Romero, puso su estatua de tamaño natural en Tepito, barrio de la Ciudad de México.
También en América del Sur es popular San La Muerte, una entidad venerada por los delincuentes, que no tiene ninguna relación con la Iglesia Católica ni con la Santa Muerte mexicana. Todo comenzó hace poco más de un siglo cuando un hombre llamado Manuel Hilario Barrios encontró en la orilla de un río, en la provincia de Corrientes, al norte de Argentina, una caja de fósforos con "una pequeña reliquia de oro del Señor de la Buena Muerte". Desde entonces tiene fieles en Argentina, Paraguay y Brasil, y le hacen ofrendas en forma de dinero, flores, frutas y especialmente botellas de aguardiente de caña de azúcar.
Cada 20 de agosto, llegan unas 15 mil personas hasta Parada Coco, un paraje de Empedrado, un pueblo de unos trece mil habitantes, del norte de Argentina, donde hace más de tres décadas está erigida la capilla del Señor de la Muerte.
Tras la cordillera, también existen figuras folclóricas a quienes se encomiendan los maleantes, como Gauchito Gil o Mate Cosido, una especie de Robin Hood argentino.
En Colombia es popular el Santo Juez, una figura al que recurren los malos. Estos besan a sus víctimas antes de matarlas o ponen hervir en agua bendita las balas con las que hacía sus trabajos, para salir indemnes de sus trabajos criminales.
La Virgen de Monserrat
El tema tiene una variedad de misterios e incógnitas impresionantes; por eso, entrevistamos a David Muñoz Condell, cientista social y doctor en el estudio de las sociedades latinoamericanas, e investigador de temas socio religiosos, autor del libro "Religión y devoción de los narco creyentes".
-Tradicionalmente, se ha dicho que en Chile los delincuentes han sido devotos de la Virgen de Monserrat. ¿Las creencias religiosas de los bandidos han evolucionado en el tiempo?
-Absolutamente. Si uno ve en una línea de tiempo en la historia de Chile podemos apreciar que la cultura delincuencial ha evolucionado no solo en la manera de perpetrar delitos, sino que también en la estructura de las creencias que el delincuente ha ido adoptando. Han pasado de prácticas religiosas mágicas a formas de creencias sincretistas, donde cuesta observar la o las tendencias de fe que profesan.
-¿Habría quienes no crean en nada?
-Por supuesto. Los delincuentes son personas, y como tales tienen opciones de vida, la que se constata en perfiles de creencias religiosas tales como católica, evangélica, islámica, filosófica u otras. Ahora bien, también hay infractores de ley que no tienen un perfil creyente en una divinidad tipo. De hecho, me ha tocado investigar casos de delincuentes que son devotos de sectas satánicas, magias, ocultismo y otras tendencias no cristianas.
-¿La inmigración ha traído nuevas devociones? ¿Cuáles?
-Muchas. Se puede constatar un alza en la práctica de rituales de carácter sincrético con manifestaciones religiosas antropomórficas de personas vinculadas a bandas criminales. Es el caso de la Virgen de los Sicarios, Rosario Tijeras, Virgen Negra, la Colita, Virgen de los Choros, Virgen de los Mafiosos o María Auxiliadora, Santa Muerte, Santo Niño de Atocha, Virgen de la Rosa Mística, Virgen de Sabaneta. O la devoción y admiración de santos propios del crimen organizado, quienes dan sentido y protección a los miembros de bandas criminales. Es el caso de Jesús Malverde, San Judas Tadeo, Julio Caravito, el Santo Juez, Gauchito Gil, Niño Fidencio, San Expedito, Romualdito, entre otros.
-¿Qué ocurre en el mundo evangélico?
-Se da en forma específica con aquellos criminales que en su niñez fueron educados por sus madres evangélicas en alguna escuela dominical, de preferencia en alguna iglesia de tradición pentecostal. Al ser adultos replican su educación religiosa "ofrendando" parte de lo recaudado en sus delitos a algún pastor evangélico con lo que hemos denominado como "narco diezmos". Hay que dejar en claro que no todos los pastores evangélicos aceptan este tipo de donaciones. Creemos que los que lo hacen no cumplen con los valores éticos del evangelio.
-¿Hay amuletos u otros artilugios en la delincuencia?
-Sí, se puede constatar una gran variedad de amuletos esotéricos que los criminales usan como una manera de autoprotección de los agentes policiales. A modo de ilustración, la cruz de Caravaca, macho cabrío, estampitas de San Judas Tadeo, Virgen negra o Virgen de los Choros, collares protectores como San Benito, preservativos usados en magia negra. Hoy la Santa Muerte es una efigie oscura y peligrosa, ya que se sale de todos los moldes y de observación social asimilando a todos y dando contención no solo a las personas de a pie, sino también a los que más la necesitan, los marginados, los excluidos de la sociedad. Este apego existencial a las figuras míticas explica cuán frágiles y cercanos a la muerte son las vidas de los miembros de las bandas criminales, que temen permanentemente a enfrentar a la muerte.
"Algunos ofrendan los "narco diezmos", pero no todos los pastores los aceptan".