Critica proyecto en calle Blanco
Sea quien sea el responsable del pésimo proyecto de calle Blanco, en Quilpué, omite que, en el contexto del cambio climático (autodestrucción humana, debería llamársele, pero para disfemismos ya hay suficientes), el eliminar un árbol, cualquiera este sea, es un paso decidido más hacia el abismo. La "ciudad del sol" no puede darse el lujo de perder arboledas; es un despropósito su tala, sus podas se han ejecutado con total desprecio por la integridad de las especies arbóreas. El problema de las veredas de Blanco no solo estriba en que la utilicen vendedores ambulantes, cuya erradicación permanente solo se logrará si se les garantiza un sustento, sea mediante empleo fijo o una asignación incondicional, sino en lo irregular del trecho. Pero más aún, debería ya plantearse que no es posible sostener a Blanco como estacionamiento de automóviles. Una vía con cuatro pistas usa dos para que automóviles, íconos de la mala planificación de la movilidad urbana, duerman su siesta a la espera de que el dueño se digne a devolverse a su hogar. Es cada vez más evidente lo inconveniente de usar las añosas -y en permanente desperfecto- micros que circulan por Quilpué, pues están siendo menos eficaces para transportar pasajeros debido a los embotellamientos que se producen especialmente en el término de calle Blanco, cuando confluye con Freire, impactando en la velocidad de su desplazamiento, lo que impulsa a personas que deberían usarlas a preferir otras alternativas, casi siempre vehículos particulares.
Esto reduce la demanda por transporte y el empresario transportista reduce, contra las condiciones de su licitación, la frecuencia, impulsando aún más este círculo vicioso que vuelve más atractivo ir y volver a pie del centro para quien no puede sufragarse un pasaje en bus; es muy probable que llegue a su casa antes. Ya lo he comprobado.
Por mucho que se resienta el comercio, calle Blanco -y ninguna calle aledaña al centro de la ciudad- debería ser usada como estacionamiento. Hay que impulsar más el transporte colectivo. No es una solución sencilla pero las obras en las veredas de Blanco tomarán una cantidad de tiempo importante en concretarse.
Una cosa más: es sabido el efecto de la arboleda en la habitabilidad de paisajes urbanos. La administración anterior, amante del cemento, ya dañó y eliminó no pocas especies sin otorgar reemplazo. Los tiempos no están para sustituciones; a una arteria de cemento y asfalto, la presencia o ausencia de arboleda puede impactar en una diferencia de 10 grados celsius en su entorno, además de favorecer la circulación del aire, lo que hace una vida más llevadera en la ciudad donde lo que siempre abunda es energía solar. Antes que eliminar árboles, debería aumentarse su cantidad. Una vez que el árbol nuevo, especie nativa como exige la municipalidad, haya llegado a la misma cobertura que la actualmente existente, se podría considerar el retiro de la anterior. De otro modo, tendremos 10 años de una calle Blanco invivible, y ahí sí que no habrá comercio que sea atractivo, ni aún usando toda la calle como estacionamiento, como algunos febriles adictos a la "libertad del automóvil propio" propugnan.
Li Chong