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El estero Marga Marga y sus imaginarios

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por Felipe Acuña Lang, escritor

La invisibilidad del estero de Viña del Mar en su flora y fauna y sus humedales pocas veces se analiza, a menos que sea a partir de iniciativas privadas que no incluyen a la ciudadanía en sus procesos. Sabemos que el estero articula la ciudad de oriente a poniente. La cuenca del Marga Marga contiene cuatro subcuencas principales: Lliu-Lliu, en el extremo sureste; Las Palmas y Quilpué, en la parte media; y Viña del Mar al poniente. Tiene 40 kilómetros de largo, 17 de ancho máximo en la parte central y 420 kilómetros cuadrados de superficie.

El estero de Viña del Mar en el pasado ha sido objeto de estudio a partir de aquellos mitos sobre hacerlo navegable, como los grandes ríos europeos. En 1972, la municipalidad de Viña del Mar encargó un estudio a la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso. Se quería ver la posibilidad de transformar el estero en un canal navegable, destinando sus bordes a paseos públicos y manteniendo su amplitud natural. La renovación urbanística de la modernidad contemporánea del 2000 fue proponer un estero como prolongación del borde marítimo. Se pensó el estero como una plaza de mar con todas sus actividades comerciales, turísticas y deportivas. La idea era socavar el estero para que el agua de mar pudiera entrar y asegurar en su cauce un nivel de agua constante y oxigenada.

En 2003 un estudio de la Universidad Viña del Mar (Facultad de Comunicaciones) arrojaba que el imaginario del estero Marga Marga estaba más anclado a la nostalgia que a la sustentabilidad de su protección ecológica de flora y fauna. Para los viñamarinos de los años 60, el estero iluminado por los primeros destellos de los edificios en altura y los surtidores de agua que arrojaban cataratas de agua al cielo eran un espectáculo de una gran belleza fotográfica.

Un modo de habitar (plantea Gaston Bachelard en "La poética del espacio") es donde anidan la memoria del cuerpo y las tempranas imágenes que quizás sea imposible de recuperar, probablemente por lo corrosivo que es el tiempo. En las ciudades de Calvino, la invisibilidad está en todo aquello que está detrás de lo canónico, de los ritos, de los cafés famosos, de los espacios ceremoniales. En los ensayos de cartografías de las ciudades neoliberales, las megalópolis segregan a los ciudadanos. Viña y sus palacios de opereta, de pura mampostería simulada, tapan otras formas de sociabilidades más interesantes que las relatadas por la oficialidad patrimonial.

Como propuestas de intervención del estero desde lo ecológico y turístico, sería necesario un proyecto inclusivo de menor escala, donde se involucre a la ciudadanía. Imaginemos un paseo ecológico y también de turismo responsable, que diera cuenta de la importancia de los humedales del estero, con letreros instructivos, con caminatas por el borde del Marga Marga hasta llegar al puente Las Cucharas.