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El viaje en el que el fuego deja de ser el enemigo de los bomberos

Un día como hoy, pero hace 164 años, Valparaíso fue escenario del primer funeral nocturno de un voluntario. Lo que se instauraría como una tradición fue parte de un acto que bordeó la rebeldía en el agitado contexto político de la época.
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Belén Velásquez - La Estrella de Valparaíso

El 12 de abril es una fecha altamente significativa para los Bomberos de Valparaíso. No solo por lo que cuenta la historia reciente en relación al megaincendio del 2014, sino que también porque un día como hoy, pero de 1859, la Tercera Compañía de Bomberos de esta ciudad realizó el primer funeral nocturno de un voluntario.

La tradición, que surgió casi como un acto de rebeldía, se instalaría hasta la actualidad copando de emoción el lugar en el que se realice, pues la oscuridad y el silencio de la noche magnifican las luces y el sonido de las sirenas que dan cuenta que un voluntario ha partido.

En ese contexto, Ezio Passadore Soto, director de la Sexta Compañía y coautor del libro "Anoche murió un bombero", recordó el origen de la tradición comentando que hay que remontarse al final del gobierno de Manuel Montt, "quien enfrentaba la segunda revolución de su periodo, encabezada por el caudillo de Copiapó, Pedro León Gallo, quien abogaba por un Estado federado que repartiera de mejor manera las riquezas que dejaba el norte minero".

El conflicto generó diversos enfrentamientos generándose revueltas menores en varias ciudades, incluyendo, cómo no, Valparaíso, "donde los sublevados intentaron tomar el edificio de la Marina, de plaza Sotomayor".

Doble golpe

En esas circunstancias falleció el director de la Primera Compañía de Bomberos Valparaíso, Horacio Jones, quien fue herido a bala: "Dada la investidura del fallecido, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso fue citado a las 10:00 de la mañana para realizar los honores fúnebres", ocasión en que los voluntarios recibieron un nuevo golpe: Domingo Espiñeira, de 18 años y voluntario de la Tercera Compañía, había fallecido por enfermedad esa madrugada.

"Rápidamente, los oficiales de la Cousiño y Edwards inician los trámites para realizar los funerales del joven, pero sufren un portazo de las autoridades del orden, quienes niegan el permiso para el funeral público. ¿Las razones? El director de la Tercera Compañía era nada menos que Ángel Custodio Gallo, hermano del líder de la revolución y dicha Compañía era un foco revolucionario local. De hecho, varios de sus voluntarios y oficiales estaban detenidos o en la clandestinidad", relata Passadore.

Así las cosas, ante la negativa, los voluntarios de la Tercera Compañía se reunieron de madrugada en la casa del joven voluntario, en el cerro Alegre, y "féretro al hombro, iniciaron el camino al cementerio, bajando por la quebrada Elías y subiendo por la actual Cumming, camino que alumbraron con faroles, antorchas y chonchones", cuenta Passadore.

Sin saberlo, aquel día se instalaría una, hasta ahora, inquebrantable tradición bomberil, pues pasados algunos meses falleció el voluntario de la misma compañía, Anatolio Fartiere, quien fue sepultado de la misma forma, pero su féretro trasladado en un carro.

"Curiosamente, los detalles de ambos funerales los sabemos por los escritos que va dejando el ayudante de compañía, don Juan Guzmán, quien es el tercer bombero en fallecer de manera repentina y, en consecuencia, el tercer funeral nocturno en menos de un año", sostiene el autor porteño.

Así, la tradición fue ampliándose a otras compañías y "para 1865 todo el Cuerpo había asimilado la tradición, existiendo un reglamento básico de honores y desfile, además considerar fastuosas capillas ardientes e incorporar bandas de acompañamiento, principalmente navales. Para las antorchas, se toma el modelo de lámpara minera".

El escándalo

Passadore explica que los funerales nocturnos "no distinguieron compañía, rangos, clase social ni menos religiosa. En un Valparaíso caracterizado por las compañías de inmigrantes y la tolerancia religiosa, todos los bomberos han sido tratados por igual".

"El caso más patente se dio en febrero de 1869, cuando producto de un incendio ocurrido en calle Urriola, donde aún se puede apreciar la placa, fallecen los bomberos de la Primera Compañía Lawrence, Blackwood y Rodríguez: presbiteriano, masón y católico respectivamente. Tres religiones distintas, pero un mismo funeral para los tres, lo que causó un escándalo de proporciones en la conservadora ciudad de Santiago".

De esta manera, Ezio Passadore cuenta que con el tiempo "los funerales de bomberos se han consolidado como una de las tradiciones más potentes de la ciudad, siendo tan antiguos como la misma institución que los realiza".

"Han adquirido un enorme simbolismo, siendo lo más relevante el uso de las antorchas. En el último viaje del bombero, el fuego ya no es el enemigo a derrotar, sino que es el acompañante, siendo la parte más llamativa del cortejo junto a los trajes de impecable gala de cada bombero asistente", cierra el reconocido porteño, Ezio Passadore.