La lejanía que forjó a Bomberos Placilla "para poder salvar vidas"
La 13a. Compañía cumple medio siglo y tres socios fundadores cuentan cómo en los años 60 la distancia desde el plan y la característica neblina llevó a un grupo de vecinos a atender incendios y luego complejos accidentes de tránsito.
Belén Velásquez - La Estrella de Valparaíso
Un día como hoy, pero hace exactos 50 años, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso reconoció como parte de su institución a la Brigada de Bomberos Placilla, que luego, en 1978, se convirtió en compañía, siendo nombrada después como George Mustakis Dragonas en honor a la familia comerciante de origen griego que desarrolló sus negocios en Valparaíso apadrinando a la bomba que hoy se emplaza en la avenida Cardenal Samoré luego de un comodato entregado por el municipio.
Pero los inicios de la 13 se remontan aproximadamente a 1965, cuando un grupo de jóvenes placillanos sin ninguna preparación, comenzó a atender los incendios estructurales de la época. En ese contexto fueron reclutados primero por el cabo Pizarro y luego por el suboficial mayor López -ambos de Carabineros- y al alero del retén Placilla de la policía uniformada se creó la primera patrulla forestal, en la que los uniformados instruían a los voluntarios que con precarios equipos de hule y las herramientas que tuvieran a mano salían en ayuda de sus vecinos.
La media hora clave
Lo anterior por el simple motivo que cuando ocurría una emergencia, un carro de Bomberos se demoraba al menos media hora en llegar desde el plan por el Camino Viejo, pues entonces no había bombas en la parte alta y solo había caminos de tierra. "Cuando llegaban ya no quedaba nada", cuenta Vicente Espinoza, socio fundador y primer capitán de Bomberos Placilla, cuyo primer director fue Pedro Barrales.
Así las cosas, la brigada y luego compañía, pasaron por diversas ubicaciones, siendo la primera la bodega de Fernando Vallejos -socio fundador que llegó a ser comandante del CBV- en calle Retén con Tercera, donde otro vecino aportó con un teléfono de clavija.
De esta manera, y a casi pura autogestión, Bomberos de Placilla comenzó a armarse: su primer carro fue del año '39 y rompió esquemas al ser pintado de color verde lima, pues la literatura bomberil de la época decía que aquel tono era mejor que el rojo ante la escasa visibilidad de la noche: "Una vez hasta nos echaron de una formación porque les impactó el color", recuerda como anécdota el socio fundador Humberto Espinoza. Luego, tres carros dados de baja se convirtieron -gracias a voluntarios que sabían de camiones- en uno que hoy es reliquia.
Y así vinieron emergencias que recuerda el socio fundador Enrique Gonzalez, en los tranques El Peral y Las Tablas y hacia mediados de los '80 "una gran desgracia": el fatal choque entre un camión y un bus en una zona de densas neblinas, lo que sería otro factor clave en la profesionalización de los voluntarios placillanos.
"Siempre había accidentes y gracias a un voluntario que estudiaba medicina, estudiantes de enfermería nos empezaron a dar cursos de primeros auxilios para poder salvar vidas", cuenta Vicente Espinoza, quien agrega que con implementos médicos regalados construyeron al borde de lo artesanal su primer carro de rescate "hasta que nos certificamos como rescatistas".
"Todo se hizo con sangre, sudor y lágrimas y a pesar de ser una bomba joven, hemos aportado con altos oficiales", coinciden los tres fundadores.
Es un sueño
En retrospectiva, Enrique González (82), reflexiona y dice estar orgulloso de su pasado: "Es un sueño llegar a tener este cuartel luego de haber empezado en un calabozo. A los nuevos les pido que tengan cariño para dedicarse a esto".
Humberto Espinoza (78), dice que a la edad de él y de sus compañeros "el entusiasmo nunca se nos pasa. Esto fue un sueño, nos propusimos varias cosas y las sacamos adelante. Hoy los niños tienen todo listo, pero les digo que se tienen que esforzar porque cuando uno firma (en Bomberos) jura o promete cumplir y dar todo por el servicio", lo que conlleva sacrificios: mi hijo menor aún me pasa la cuenta y en celebraciones me dice '¿dónde estabas tú?', pero lo que hice lo hice con vocación".
Por su parte, Vicente Espinoza (73), comenta que "uno muchas veces se posterga en lo personal... pero acá lo importante es la pasión de ser bomberos, no la plata. Es la pasión de morir con las botas puestas".
El presente y el futuro de la Compañía George Mustakis y de sus 65 miembros hoy depende de su director, Adrián González, quien se confiesa admirador desde pequeño de la institución y de sus antecesores: "Acá nacieron grandes aspectos téccnicos de trabajo forestal porque Fernando Vallejos estaba muy preocupado de la capacitación porque teníamos accidentes catastróficos al ser un sector con mucha niebla. Nuestos socios fundadores representan 50 años de historias, de sacrificios, de anécdotas", afirma González.
Hacia el futuro, el director reconoce que en la actualidad uno de los grandes desafíos son los avances de la tecnología y el crecimento de la localidad: "Somos la única compañía de Placilla, donde nace una ciudad, un importante polo industrial y las emergencias van cambiando, las carreteras son de alta velocidad y las emergencias cada vez se van complejizando".