Perritos rescatados de Valpo fueron adoptados por familia europea
Piña, Candy y Ozzy sufrieron abandono y maltrato; sin embargo, hoy viven en Suecia gracias al trabajo de la Fundación Sam Altair.
Con pasaporte en mano… perdón, con pasaporte entre sus patitas, tres perritos porteños han cambiado su destino gracias al cariño que se gestó al interior de la fundación de Valparaíso Sam Altair.
Según nos cuenta Sandra Sandoval, creadora de la fundación, Piña, Candy y Ozzy le torcieron la mano al destino y hoy están viviendo rodeados de amor en Suecia.
La historia de estos tres animales saca más de alguna lágrima. Víctimas del abandono y el maltrato callejero, este trío "pasó por todas", desde atropellos hasta la violencia desmedida por parte de humanos sin corazón; sin embargo, gracias a la paciencia y gestión de Sandra, hoy ya están en un lugar mejor.
"Yo llevo como 40 años rescatando perritos, historia larga, típica: uno empieza a acumular perritos en la casa y empiezas a dar en adopción; entregaba como 10 por año, en medio de mi vida, mi trabajo, mis hijos", nos cuenta la animalista, quien llegó hace 10 años a Valparaíso.
"Cuando fue el mega-incendio, mi vida se convirtió en una locura. Me contacté con muchos grupos, hice amistades, nos organizamos para ir en ayuda de los perritos y ahí empezó a crecer todo", añade a su historia.
Cariño exportado
Con la consolidación de su fundación y un refugio, Sandra apuntó a las adopciones fuera de Chile.
"Yo he mandado a varios perritos fuera de Chile, a Canadá, a Estados Unidos, a Suecia, es decir, tengo la experiencia. Cuando las familias me contactan, me preguntan por las dificultades. Yo no tengo ninguna dificultad, yo hago todo el trámite, todos los costos veterinarios, todo lo que haga falta y ustedes pagan los pasajes, les digo", explica.
Sobre el caso de este trío en particular, nos detalla que "la que tenía más tiempo acá se llama Piña, una perrita rescatada en extrema desnutrición, asilvestrada, pequeña pero con carácter. La otra se llama Candy, una perrita que apalearon hasta casi matarla y el otro se llamaba Palomo, ahora se llama Ozzy. A él lo atropellaron y le rompieron las piernas de atrás y la cola, quedó destrozado y se le hizo una cirugía reconstructiva. Son tres perritos adultos que tienen muy buen carácter, dóciles y que fueron entrenados para la transportadora".
Hoy "están felices, ya en Europa, con su inscripción lista, los tres juntos y adoptados. Nos gusta difundirlo para que la gente vea que esto funciona y para fomentar la adopción también", reflexiona.