"Cuando terminé la primera transmisión quedé sollozando"
Pedro Aznar revela cómo ha sido realizar los conciertos desde su casa y envía un cariñoso mensaje a Valparaíso.
Cuando partió la cuarentena por el coronavirus, en Latinoamérica Pedro Aznar fue uno de los primeros cantautores en arriesgarse con un concierto transmitido por Facebook y con solo lo justo para compartir su música con sus fanáticos. El resultado fue tan increíble para él y el público que ya ha hecho tres y este viernes realizará un cuarto, desde las 19 horas (de Argentina).
Cercano siempre a Valparaíso, donde solía venir una vez al año antes de que todo el mundo cayera en el confinamiento, habló con La Estrella de Valparaíso sobre esta nueva forma de compartir sus creaciones y cómo se las ha arreglado para hacer todo solo, sin la ayuda de ningún técnico.
-¿Por qué realizar tantos conciertos en casa?
-El motivo principal es acompañar a la gente, ayudar a disipar la sensación de aislamiento, darle un sentido y un propósito a todo esto. Por eso llamo a esta cuarentena "retiro espiritual", porque es una gran oportunidad de reencontrarnos con nosotros mismos, preguntarnos por el sentido y la dirección de nuestras vidas y nuestro aporte al bien de toda la comunidad. Este momento es una oportunidad única de repensarnos como especie, cómo nos tratamos a nosotros mismos y cómo tratamos al planeta. El llamado es urgente, no podemos demorarnos más en actitudes tibias que no cambian nada de fondo.
-¿Cómo es hacer un recital sin público, pero con miles de personas conectadas alrededor del mundo?
-La presión y los nervios escénicos son muy distintos, en el caso de una transmisión de este tipo. La continuidad, la técnica de audio y video, el contenido, todo depende exclusivamente de mí, ya que no pedí ayuda a ninguno de mis colaboradores para que no tengan que movilizarse. Uso solo los instrumentos y la técnica que tengo a disposición en mi casa. Una cosa que me ayuda muchísimo es ir viendo la cantidad de corazoncitos que burbujean en la pantalla, ese es mi indicador de que lo están disfrutando, ya que la falta de aplausos al final de cada canción deja un silencio que es, a la vez, aterrador y altamente potenciador, un marco impresionante para cada canción. Si tuviera que usar una palabra para describir cómo me sentí en cada oportunidad, sería conmovido. Cuando terminó la primera transmisión me quedé sollozando, pero no de pena, sino atravesado por la emoción. Había sido un ritual comunitario, decenas de miles de personas desde sus casas, unidos ante la adversidad, celebrando la humanidad a través de la música y el pensamiento. Tremendamente potente.
A valparaíso
-En tu segundo recital alternaste música con textos y leíste un poema sobre el mega incendio en Valparaíso, del cual hace poco se cumplieron seis años. ¿Qué mensaje le podrías entregar a los porteños? La ciudad hoy está muy deprimida, primero por el estallido social que comenzó en octubre y ahora por el coronavirus, ha sido difícil repuntar.
-Conozco la fuerza de la gente de Valparaíso y el enorme amor que le tiene a su ciudad, amor que compartimos. En la adversidad sacamos lo mejor de nosotros y sé que el pueblo porteño es capaz de una gran solidaridad y sentido de lo social. Eso es lo más valioso en estos difíciles días.
-¿Cómo pasas los días en cuarentena? ¿qué música latinoamericana o libros recomendarías para leer estos días de tanta ansiedad?
-Todo lo que nos haga bien, nos reconforte el espíritu, nos haga sentir conectados a nosotros mismos y a los demás es de gran ayuda. Todos tenemos libros, discos, películas, videos o mensajes de amigos que se nos han ido cayendo al cesto de lo postergado, y este es el mejor momento para volver sobre esas cosas y ponernos al día. Tenemos mucho tiempo en las manos: darle sentido, cerrar cada día con la sensación de haber logrado algo importante, ya sea haber retomado la escritura de un poema, cocinarle a tus hijos una nueva receta que nunca habías ensayado, llevarle a un vecino que está solo un regalo, una palabra o una sonrisa, nos sacan de la angustia y la autoconmiseración. Encerrarnos en nosotros mismos es un pasaporte seguro al infierno. El horizonte de los otros nos devuelve nuestra humanidad.