El largo historial de los antivacunas
Las vacunas han salvado de la muerte a millones de personas pero aun así, desde hace más de dos siglos hay quienes se han opuesto a ellas, incluso en nuestro Congreso Nacional y en los tribunales de justicia.
Por Juan Guillermo Prado O.
La suspensión, días atrás, de la investigación de la vacuna contra el COVID-19 desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, después de que uno de los voluntarios que participan de los estudios clínicos de la fase tres en el Reino Unido experimentara una "reacción adversa seria", ha llevado en las redes sociales a los delirantes movimientos antivacunas a declarar lo peligrosas que son.
En internet se pueden encontrar exóticas teorías relativas al COVID-19. Una de las más insólitas asegura que la pandemia forma parte de un plan encubierto de Bill Gates para controlar a la población mundial mediante nanochips 5G insertados en las vacunas contra el virus. Esto lo han refutado médicos y científicos y hasta el propio Bill Gates lo ha desmentido, pero este disparate ha sido parte de las consignas y reclamos en las movilizaciones en contra de las medidas de prevención contra la pandemia alrededor del mundo.
Por más delirantes e incomprobables que puedan resultar este tipo de desinformaciones, lo cierto es que son muy peligrosas. Pese a que las vacunas salvan millones de vidas cada año, todavía la quinta parte de niños en el mundo sigue sin ellas. La reticencia a la vacunación ha sido mencionada por la OMS como uno de los mayores peligros para la salud mundial, al amenazar los avances logrados en diversas enfermedades.
Aprensiones en Chile
En el mes de diciembre de 1807 desembarcó en Valparaíso, en una misión encomendada por la monarquía española, Manuel Grajales con el propósito de aplicar la vacuna contra la viruela descubierta por el médico británico Edward Jenner, en 1796. El país durante toda la época colonial estuvo afectado permanentemente por este mal que causaba estragos en la población, especialmente la indígena.
Sin embargo, en la época el terror a la vacuna se extendió. Ricos y pobres temían a esta y preferían recurrir a las "meicas". Cuando Grajales intentaba vacunar, debía recurrir a la policía para obligar a los aterrados pobladores a vacunarse. Además, la práctica de inoculación era dolorosa.
En el transcurso del siglo XIX los contagios por viruela no desaparecían y era una de las causas de muerte más frecuente. En 1876 fallecieron de esta peste 6.324 personas en el país. Ese año los médicos de Santiago pidieron al Presidente de la República extender el uso de la vacuna para combatir el mal. Como no hubo respuesta, se presentó un proyecto de ley para obligar a la población a vacunarse. Fue rechazado por parlamentarios de todos los partidos políticos en el Congreso Nacional porque atentaba contra las libertades individuales.
El pintor Alfredo Helsby fue uno de los líderes de oposición a la vacunación obligatoria en Chile. Tuvo la mala suerte de vacunarse y tener complicaciones posteriores. Por eso durante toda su vida se declaró enemigo de la inoculación. A comienzos del siglo pasado viajó a Europa donde se integró en instituciones como la Liga Anti-vacunista de Inglaterra, la Sociedad de Regeneración Física de Londres, la Unión Británica para la Abolición de la Vivisección, entre otras.
Al regresar publicó libros como "Fracaso de la vacuna por inútil y desastrosa" o "La vacuna es un engaño. Su imposición un crimen". Curiosamente, en la época los anarquistas sostenían que los efectos de la vacuna eran peligrosos, ya que causaban otras enfermedades, como la sífilis.
Pasó el tiempo y hubo menor resistencia a la vacunación y el año 1959 se presentó en el país el último caso y la viruela fue erradicada del mundo en 1977.
La Libertad Individual
Entre los años 1840 y 1867, se promulgaron un conjunto de leyes en el Parlamento británico para hacer frente a la viruela, que establecían la vacunación universal de los niños, con multas y sanciones a quienes se negaran. Esto fue interpretado como un abuso a la libertad individual y una intromisión del régimen en la vida privada. A ello se sumaban sectas fundamentalistas que se oponían a intervenir sobre lo creado por Dios.
En Inglaterra la oposición a la vacuna, creada por un británico, fue inaudita. Surgieron movimientos y asociaciones en su contra. En 1885, en la ciudad de Leicester, hubo una manifestación masiva con más de 100.000 personas. Fue tanta la presión de estos colectivos, que lograron que se eliminaran las penas por incumplimiento y que se incluyera la cláusula de conciencia en la nueva Ley de Vacunación de 1898.